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¿Por qué los docentes están en huelga?

En mis notas mentales de septiembre de 2016, cuando participé como docente enseñando Economía Mundial en el programa Junior Achievement, recuerdo claramente que al iniciar la clase, los pelaos me hacían muchas preguntas, comenzando con: “¿Qué es economía?” y luego: “¿Qué es mundial?”

En poco tiempo, ese sexto grado se convertía en una clase de filosofía y lógica. Algunos, influenciados por sus padres, no creían en lo que les decía sobre el mundo. Pero si respondías con evidencia en la mano —por ejemplo, mostrando un euro, un yuan y un dólar— no tardaban en cuestionar: ¿por qué no utilizar simplemente una sola moneda que valga “1”?

Los niños tienen las soluciones a los problemas de hoy. En mi afán de formar líderes, organizaba juegos para explicar las dinámicas de la sociedad, y siempre ocurría lo mismo: al jugar a tener un negocio, ir a trabajar, pagar proveedores, planilla, entre otros, surgían dos preguntas: “¿Cuándo me voy a jubilar?” y “¿Por qué tengo que pagar impuestos si los abanicos de mi escuela se están cayendo?”

Claro, no utilizaban palabras como jubilación; preguntaban: “Profe... ¿hasta cuándo tenemos que vivir así? ¿Cuándo acaba este juego en la vida?” Otros llegaban a realizaciones profundas: “¡Por eso mi mamá siempre está cansada!” Yo les explicaba que, al salir de la escuela, deberían seguir estudiando algo que les apasionara, trabajar en una empresa y, cuando tuvieran experiencia, quizá crear su propio negocio para solucionar algo en el mundo.

Eso decía el librito que me dieron, y eso repetía a un grupo de estudiantes que, con solo conocerlos durante unos meses, ya sabía que algunos probablemente terminarían muertos en enfrentamientos entre pandillas o tras las rejas, consumidos por la ira que cargaban dentro. Cada día me pregunto cómo estarán y manifiesto el deseo de que estén bien.

Hoy no sabría qué responderles. Lo cierto es que los nuevos requisitos de la ley de la CSS son cuestionables en cuanto a su cumplimiento, y llegan a ser inhumanos en algunos casos.

Ser docente es algo que solo los corazones que han sacrificado sus vidas enseñando pueden entender. Como dice el dicho panameño: “El que no la vive, no la entiende”. Lo que sí debemos comprender es que cuando los profesores salen en masa y paralizan su objetivo de vida —enseñar a nuestros hijos y darles un respiro de la locura del mundo— no es por capricho; es porque están sonando las alarmas.

El autor es experto en tecnología y seguridad informática.


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