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El rol del maestro en el ‘camino del héroe’

Toda persona necesita de la guía de otro u otros para desarrollarse en distintos aspectos de la vida. Un maestro va desde los padres, familiares, profesores, hasta jefes en el trabajo.

house El rey Aegon II interpretado por el actor Tom Glynn-Carney

El cine y la televisión, al igual que la vida real, están llenas de historias entre mentores y pupilos. Incluso Leonardo Da Vinci (1452 - 1519) necesitó de las enseñanzas de Andrea del Verrocchio (1435 - 1488) para convertirse en la leyenda del arte que hoy es. Aunque dice la leyenda que luego de que, tanto maestro como alumno, trabajaran juntos en la pintura Bautismo de Cristo (1475), Verrocchio rompió sus pinceles y aseguró que no volvería a pintar al ver que el talento de Da Vinci superaba al suyo. (Una vez más, solo se trata de chismes renacentistas).

¿Pero, acaso, ese no es el objetivo de todo mentor? ¿Que el alumno lo supere? O por lo menos que aprenda algo de todo el tiempo invertido en su enseñanza. Mientras tanto, en el mundo del séptimo arte el rol del mentor va dirigido a llevar al pupilo por el ‘camino del héroe’, es decir, guiarlo para convertirse en la persona que está destinada a ser. Desde Yoda con Luke Skywalker en Star Wars: episodios IV, V y VI (1977-1983), Pai Mei con Beatrix Kiddo (La mamba negra) en Kill Bill: Vol. 2 (2004), hasta casos no tan exitosos como los de Obi-Wan Kenobi con Anakin Skywalker en Star Wars: episodios I, II y III (1999, 2022 y 2005) o de dudosa sana interacción como los Walter White y Jesse Pinkman en Breaking Bad (2008 - 2013).

Y sí, en el mundo de Game of Thrones también hay mentores y pupilos. Primero, recordemos que más allá de los lazos, sanguíneos o no, maestro es el que enseña. Así podemos irnos desde el caso más obvio que sería el de Arya Stark siendo pupila de Syrio Forel, y de quien no solo aprendió el arte de la espada, ser más paciente, sino también la icónica frase: “¿Qué le decimos al dios de la muerte?: Hoy no”, que le sirvió a Arya como mantra en momentos de debilidad y temor, hasta la Batalla de Winterfell.

Hablando de los Stark, un caso de maestro y alumno con lazos sanguíneos fue el de Ned Stark con su hijo Robb. Al ser el mayor, Robb no solo era el heredero de Winterfell, sino quien logró pasar más tiempo con su padre quien lo educó para cuando le tocara a él gobernar. “Una vez (Ned Stark) me dijo que ser Lord es como ser padre, con la diferencia que tienes miles de hijos y te preocupas por todos ellos. Los granjeros que aran los campos están bajo tu protección. Las sirvientas que friegan los pisos están bajo tu protección. Los soldados que envías a la batalla”, le contó Robb a su futura esposa Talisa.

A su diferencia, el rey Robert Baratheon, nunca tuvo ese acercamiento con su hijo Joffrey, quien también estaba destinado a gobernar al ser el heredero al trono, por lo que a minutos de su muerte solo le pudo pedir a su mejor amigo que hiciera lo que él no quiso hacer y ahora se arrepentía: “Ayuda a mi hijo Ned. Ayúdalo a ser mejor que yo”. Y bueno, nadie puede negar que a Robert le gustaban las batallas y la violencia, y temas de violencia, Joffrey demostró tener más pasión que su “padre”.

Y es que parece que los reyes no tienen tiempo para gobernar, batallar y enseñar. Otro ejemplo lo estamos viendo en House of Dragon, donde el rey Viserys nunca fue un maestro (o un padre) para sus hijos Aegon II o Aemond. El rey no le enseñó a su hijo Aegon a gobernar, quizás, porque no era su intención que este se sentará algún día en el trono. Aunque no debió ser excusa, porque como bien supo el emperador romano Augusto (63 a.C. - 14 d.C) en cuestiones de sucesión, es mejor prevenir que lamentar, porque nunca se sabe qué puede pasar con los herederos.

Viserys dedicó más tiempo a su hija Rhaenyra y la maqueta en escala de Kings Landing que construyó durante su vida, que educando a sus otros hijos. Por eso, en la escena del reciente episodio 2x2: Rhaenyra the Cruel, cuando Aegon destruye la maqueta con su espada, se puede tomar como una clara referencia a la destrucción del reino pacífico que Viserys intento construir y mantener, y que ahora su hijo (sus hijos) han destruido.

Pero, si bien Viserys era el único rey de los Siete reinos, no era padre soltero, su esposa, la reina Alicent Hightower, también fue una madre ausente. Nadie puede negar que quería a sus hijos, pero tampoco cumplió ese rol de madre calurosa que brindará un espacio seguro a ellos.

house of the dragon

La escena de Aemond recostado sobre la prostituta en posición fetal (evocando a un niño en el regazo de su madre), confesando por primera vez en pantalla a alguien cómo se sentía realmente por la muerte de su sobrino Lucerys. O diciendo que se “enorgullece” que su tío Daemon Targaryen lo considerase su enemigo y haya enviado a asesinarlo, sigue siendo consecuencia de la ausencia de esa figura guía. Aemond es más instruido que su hermano Aegon, es mejor espadachín, su dragón Vhagar es el más grande que existe, y aun así, Aegon fue elegido como rey y él siente que nunca se le ha tomado en serio.

Así, estamos ante dos hermanos que recibieron el cuidado de sus padres, cariño (en lo que cabe) pero, no enseñanzas. Nadie les enseñó cómo gobernar o el mundo de la política, que al fin y al cabo, reyes o no, al ser parte de la realeza la política sería parte importante de sus vidas.

Aunque por el lado de su madre, no era mucho lo que podían esperar, ya que Alicent tampoco creció con la guía de su padre, Otto Hightower. Y eso se vio marcado en este reciente episodio cuando ella, atribulada y llena de culpas, intenta confesarle a su padre los pecados por los cuales cree que los dioses lastimaron a su familia, pero Sir Otto le dice que no quiere escucharla. Paso seguido, Alicent encuentra a su hijo Aegon, llorando por la muerte de su hijo Jaehaerys, y en lugar de consolarlo, decide irse sin decir nada. Lo curioso con este caso, es que al fin y al cabo, el maestro, en este caso el cuidador, siempre enseña algo así sea a evadir responsabilidades.

Qué tan diferente hubiese sido la historia si, por ejemplo, Aegon hubiese recibido la correcta guía de su padre Viserys sobre cómo ser un buen gobernante (o una buena persona como mínimo). Si le hubiese enseñado por qué él siempre antepuso la paz a la guerra, aunque muchos lo tildasen de débil y no se compusieran canciones sobre sus batallas. En lugar de eso, recibía órdenes disfrazadas de sus consejos por parte de su abuelo Otto, a quien por cierto le hubiera venido bien el consejo de Tyrion Lannister a su hermana Cersei, sobre su malcriado hijo Joffrey, cuando dijo: “Es difícil ponerle una correa a un perro una vez que le has puesto una corona en la cabeza”.

Aunque, también existe el maestro que conduce “al lado oscuro de la fuerza”. Lo fue el emperador Palpatine con Darth Vader en la primera trilogía de Star Wars; Lord Petyr Baelish con Sansa Stark en Game of Thrones y lo está siendo Ser Criston Cole con los hermanos Aegon y Aemond Targaryen. Ser Cole primero fue su maestro de armas y desde ese lugar de autoridad, respeto y admiración se convirtió en una influencia para ellos. Influencia que ha sabido aprovechar y aumentar, ya no enseñándoles, sino diciéndoles lo que quieren escuchar y lo que él quiere que hagan: matar a Rhaenyra.

Pareciera que es inevitable que todo ser humano tenga una figura que admire, que siga sus pasos y desee su aprobación. Alguien que puede influir en sus decisiones y su vida. Un mentor que puede o no, crear héroes o villanos. Aunque, ¿qué tanto puede hacer un maestro roto por reparar a su pupilo?

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