El inicio del año escolar 2025 ha traído consigo los mismos problemas que afectan al sistema educativo panameño cada año: infraestructuras deterioradas, escasez de docentes, falta de cupos para los estudiantes y recursos básicos limitados. Sin embargo, más allá de estos obstáculos recurrentes, persiste un problema fundamental que sigue sin recibir la atención adecuada: la baja calidad de la educación que reciben los 980,000 alumnos en las escuelas oficiales del país.
La ministra de Educación, Lucy Molinar, afirmó que durante los últimos nueve meses se ha trabajado para que el 99% de las escuelas estén en condiciones adecuadas y seguras para atender a los alumnos y educadores. No obstante, en el proceso se encontraron proyectos suspendidos, estructuras en mal estado y años de descuido.
A pesar de los esfuerzos del Ministerio de Educación (Meduca) 21 escuelas no podrán iniciar clases este 10 de marzo de 2025 debido a la falta de condiciones mínimas. La ministra aseguró que se están tomando las medidas necesarias para que estas instituciones comiencen a operar a la brevedad posible.
La calidad educativa, en grave deterioro
Un reciente estudio titulado ¿Cómo está tu escuela?, liderado por el diputado de la coalición Vamos, Jorge Bloise, y su equipo del circuito 8-4, expone de manera alarmante la situación crítica del sistema educativo panameño.
Entre sus hallazgos más preocupantes, destaca que solo el 40% de las 30 escuelas evaluadas cuentan con gabinetes psicopedagógicos, a pesar de que algunas atienden hasta 3,000 estudiantes. En los pocos centros que ofrecen este servicio, como el Instituto Profesional y Técnico Don Bosco (231 alumnos atendidos) y el Instituto José Dolores Moscote (200 alumnos atendidos), la falta de infraestructura adecuada y personal especializado limita significativamente la efectividad del servicio.
La situación en los talleres técnicos es aún más crítica. Según el estudio, el 57.1% de las instalaciones se encuentran en condiciones regulares, mientras que el 42.9% están en estado deficiente. Ningún centro educativo evaluado alcanzó los estándares de calidad necesarios para ofrecer formación técnica adecuada.
La obsolescencia de los equipos es uno de los problemas más graves, ya que muchos de los instrumentos utilizados por los estudiantes están desactualizados y no cumplen con los requerimientos de la industria actual. Instituciones emblemáticas como el IPT Juan Díaz y el IPT Don Bosco enfrentan deficiencias importantes en sus talleres, lo que afecta directamente la calidad de la formación técnica de los jóvenes y limita sus oportunidades laborales.
El fracaso de la digitalización educativa
Uno de los mayores desafíos en la modernización del sistema educativo es la implementación de la plataforma ESTER, diseñada en 2020 para fomentar la enseñanza digital en Panamá. Sin embargo, los resultados han sido desalentadores: solo el 6.7% de los centros educativos del circuito 8-4 utilizan la plataforma de manera activa, mientras que el 83.3% no la emplea en absoluto.
Las causas de esta baja adopción son diversas: falta de acceso a internet estable en muchas escuelas, deficiencias en las instalaciones eléctricas que impiden el uso adecuado de los equipos y computadoras almacenadas sin desembalar debido a la falta de condiciones para su instalación.
Esto contrasta con el potencial de la plataforma, que cuenta con más de 160,000 usuarios registrados y ha desarrollado 259 capacitaciones y 11 diplomados, impactando a más de 2,200 centros educativos en todo el país. Sin embargo, la brecha digital sigue siendo un obstáculo significativo para la modernización del sistema educativo.
Un pequeño avance en medio del rezago
A pesar de las deficiencias, el estudio resalta un avance: la implementación de los Derechos Fundamentales del Aprendizaje (DFA) en todos los centros evaluados. Este marco curricular busca estandarizar la educación, garantizar aprendizajes esenciales y reducir las disparidades en el acceso al conocimiento. Sin embargo, este avance no es suficiente para compensar las graves deficiencias estructurales, tecnológicas y pedagógicas que siguen afectando a las escuelas del país.
El diagnóstico del circuito 8-4 no es un caso aislado, sino un reflejo de la crisis estructural que enfrenta todo el sistema educativo panameño. Mientras el país apuesta por la educación como motor de desarrollo, los estudiantes regresan a aulas que no garantizan una formación de calidad ni las herramientas necesarias para enfrentar el futuro.
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Lectoescritura: avances con ATAL, rezago con PRISA
En el área de lectoescritura, el programa Aprendamos Todos a Leer (ATAL), impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha logrado avances significativos. Implementado principalmente en escuelas primarias y centros básicos, ha mostrado una alta tasa de mejora en los niveles de comprensión lectora y escritura. ATAL se destaca por:
Aplicación de pruebas diagnósticas sistemáticas.
Distribución de materiales didácticos especializados.
Capacitación continua del personal docente.
Integración de los padres en el proceso educativo.
Evaluación periódica del progreso estudiantil.
En contraste, el programa PRISA, desarrollado en colaboración con SUMMA (Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe), ha tenido una implementación preocupantemente baja, con solo un 4.76% de los centros educativos del circuito adoptándolo. Esta baja adopción cuestiona la efectividad y el impacto real de PRISA en el sistema educativo panameño.
La brecha digital y la distribución desigual de recursos

La distribución desigual de recursos tecnológicos sigue siendo una de las principales barreras para una educación de calidad. En algunos centros educativos, la relación entre la cantidad de estudiantes y computadoras es alarmante:
Instituto José Dolores Moscote: 3,300 estudiantes / 20 computadoras (165 estudiantes por computadora).
Colegio José Remón Cantera: 2,800 estudiantes / 40 computadoras (70 estudiantes por computadora).
Colegio Elena Chávez de Pinate: 2,100 estudiantes / 20 computadoras (105 estudiantes por computadora).
Instituto Profesional y Técnico Juan Díaz: 1,880 estudiantes (sin datos de equipamiento).
Esta desigual distribución agrava las disparidades en el acceso a la tecnología y limita las oportunidades de los estudiantes para aprovechar las herramientas digitales en su formación.
La baja calidad educativa en las pruebas internacionales
La baja calidad de la educación en Panamá queda reflejada tanto en las pruebas nacionales como en las internacionales.
Los datos de la oficina de Admisión de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá muestran que el número de estudiantes provenientes de escuelas oficiales que logran ingresar a la carrera de medicina es muy bajo.
De los 1,141 aspirantes de escuelas oficiales, solo 26 obtuvieron un cupo, lo que representa apenas el 2.3%. En contraste, de los 1,222 estudiantes de centros educativos particulares que aplicaron, 167 lograron ingresar, equivalente al 14%.
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En la última prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), organizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Panamá ocupó el puesto 74 de 81 países evaluados, incluidos 14 de América Latina y el Caribe.
Esta prueba, realizada cada tres años, evalúa las competencias en áreas clave como lectura, matemáticas y ciencias. En los resultados de 2022, presentados en diciembre de 2023, se evidenció que hay mucho trabajo por hacer para mejorar la calidad educativa en el país. A pesar de la gravedad de estos resultados, Panamá decidió retirarse de la prueba PISA 2025.
De hecho, en el 2012 durante la administración de Molinar al frente del Meduca, el país también se retiró de la prueba internacional.
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