La carretera Omar Torrijos no es solo una vía de conexión entre puntos estratégicos del país. Es, para miles de conductores, el termómetro diario del colapso vial que vive el área metropolitana. Cada mañana y cada tarde, el tránsito lento entre Corozal, Clayton, Red Tank y la vía Centenario recuerda que este corredor —por el que circulan cerca de 30 mil vehículos al día— dejó de responder hace tiempo a la demanda real de movilidad.
Ahora, la vía vuelve a ocupar un lugar central en la agenda pública. El Ministerio de Obras Públicas (MOP) presentó formalmente ante el Ministerio de Ambiente (Miambiente) el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) Categoría III para el proyecto de rehabilitación y ensanche de la carretera Omar Torrijos (Corozal–Red Tank–vía Centenario), con un costo de $105.7 millones. Este paso abre el proceso de evaluación ambiental y coloca la iniciativa bajo el escrutinio técnico, institucional y ciudadano.
La presentación del estudio no implica aún luz verde para iniciar obras, pero sí marca el inicio de una fase decisiva: la revisión del documento por parte de Miambiente, que deberá determinar si las medidas propuestas son suficientes para garantizar que el proyecto se ejecute sin repetir los errores del pasado, especialmente en su relación con el Parque Nacional Camino de Cruces (PNCC).
Un proyecto que no parte de cero
El EIA entregado por el MOP deja claro que la iniciativa no surge de una hoja en blanco. En 2018, una versión anterior de la obra quedó inconclusa tras generar fuertes cuestionamientos por su impacto ambiental. Aquella intervención dejó taludes abiertos, áreas deforestadas y una sensación persistente de improvisación que aún pesa sobre el trazado.
Esta vez, el MOP apuesta por un rediseño que, según el estudio, reduce de forma sustancial la huella ambiental. El proyecto contempla la ampliación a cuatro carriles de la carretera Omar Torrijos en el tramo Corozal–Red Tank y la construcción de una nueva carretera de cuatro carriles hasta la vía Centenario, a lo largo de 6.8 kilómetros. Incluye aceras, ciclovía, retornos viales, un puente vehicular sobre el río Cárdenas, pasos de fauna, iluminación y mejoras al sistema de drenaje pluvial.
Pero más importante que lo que incorpora es lo que deja fuera. El nuevo alineamiento elimina intercambiadores de gran escala y concentra la intervención en áreas previamente impactadas. De acuerdo con el estudio ambiental, esta decisión reduce la presión sobre los ecosistemas boscosos y limita la afectación directa al Parque Nacional Camino de Cruces a poco más de una hectárea, equivalente al 3.76% del total del proyecto.

El parque, la línea roja
El EIA reconoce que el proyecto se desarrollará parcialmente dentro del parque, razón por la cual cuenta con una viabilidad ambiental aprobada por el Miambiente mediante la Resolución DAPB-131-2025, del 17 de noviembre de 2025. El documento señala que la intervención se concentrará en áreas previamente impactadas, donde se requieren trabajos de estabilización para garantizar la seguridad vial.
El impacto biológico se describe como acotado y mitigable. La vegetación corresponde mayoritariamente a bosques secundarios intervenidos y bordes de camino, mientras que la fauna registrada está compuesta principalmente por especies generalistas. Aun así, el proyecto incorpora pasos de fauna para mantener la conectividad ecológica y reducir el riesgo de atropellos, una medida que busca corregir omisiones de obras viales anteriores.
Adjuntos
Descripcion del proyecto.pdfEl estudio también plantea mejoras en los accesos a senderos como El Guardaparques, El Pescador y los miradores del Canal y del Bosque, lo que podría potenciar el uso recreativo del parque. Sin embargo, ambientalistas y usuarios frecuentes del PNCC mantienen reservas: la experiencia les ha enseñado que las promesas ambientales suelen diluirse cuando la obra entra en su fase más intensa.
Comunidades que respaldan, pero exigen
Uno de los datos que el MOP pone sobre la mesa es el respaldo comunitario. Según el proceso de participación ciudadana incluido en el EIA, más del 75% de los encuestados asocia el proyecto con una mejora en su calidad de vida y el 76% considera que ayudaría a aliviar los problemas de tráfico, uno de los principales reclamos de residentes y usuarios del área.
Ese respaldo, sin embargo, no es un cheque en blanco, ya que las comunidades expresaron preocupaciones concretas: aumento del ruido, generación de polvo, interrupciones temporales de servicios públicos y dificultades de acceso a propiedades durante la fase de construcción. También dejaron claro que mantendrán vigilancia sobre cualquier intervención dentro del Parque Nacional Camino de Cruces.

Las mediciones ambientales incluidas en el estudio refuerzan estas inquietudes. En varios puntos cercanos a la vía, los niveles de ruido ya superan los límites permisibles, incluso sin obras en ejecución. En dos de las ocho estaciones monitoreadas, los niveles de material particulado exceden los valores de referencia, afectando a poblaciones consideradas sensibles por su exposición constante al tráfico.
El EIA identifica impactos ambientales durante la fase de construcción, principalmente asociados al movimiento de tierra, el uso de maquinaria pesada y las intervenciones en cuerpos de agua como los ríos Cárdenas, Camarón y Caimitillo. Se prevén aumentos temporales de turbidez y sedimentación, lo que obligará a aplicar controles estrictos de erosión y manejo de escorrentías.
El estudio descarta afectaciones a acuíferos estratégicos y riesgos de inundación, y señala que la geología del terreno es apta para infraestructura vial. No obstante, identifica un punto crítico entre los kilómetros 4+000 y 4+500, donde los taludes intervenidos en 2018 requieren estabilización definitiva para reducir riesgos ambientales y de seguridad.

A esto se suma la posible presencia de material arqueológico, incluyendo estructuras asociadas a ocupaciones prehispánicas, coloniales y del periodo de presencia estadounidense. Aunque no se localizan dentro del área de impacto directo, el documento recomienda aplicar protocolos de rescate ante cualquier hallazgo fortuito.
El contrato, los tropiezos y el rediseño
El MOP informó que desde diciembre de 2024 se validó oficialmente el inicio del proceso de rediseño, con el objetivo de ajustar el trazado a un modelo menos invasivo para las zonas boscosas aledañas, en especial las cercanas al Parque Nacional Camino de Cruces, un área de patrimonio natural que conserva ecosistemas propios del bosque tropical.
La reactivación del proyecto se produjo luego de que el MOP resolviera administrativamente el contrato con la empresa Astaldi, S.A., por incumplimientos contractuales, conforme a la Ley 22 de 2006, que regula la contratación pública. El proceso, iniciado en enero de 2022, permitió al Estado hacer efectiva la garantía de cumplimiento y derivó en la subrogación del contrato por parte de la Compañía Internacional de Seguros, S.A., que mantenía una fianza por $44.5 millones.
Como nuevo ejecutor técnico, la aseguradora designó en diciembre de 2024 al Consorcio Vial Oeste, cuya idoneidad legal, técnica y financiera fue validada por el MOP, habilitándolo para continuar la obra.
La institución proyecta que los trabajos principales inicien durante el primer semestre de 2026, una vez concluyan las etapas preparatorias, la evaluación ambiental y las adecuaciones finales del rediseño.

Entre los alcances del proyecto se incluyen el ensanche de la vía de dos a cuatro carriles; la construcción de intercambiadores hacia la Vía Centenario; pasos de fauna; puentes peatonales; sistemas de drenaje mejorados; y obras de estabilización de taludes en los puntos críticos. También se contemplan medidas de mitigación ambiental y la recuperación de áreas erosionadas en la zona colindante con el Parque Nacional Camino de Cruces.
La intervención total abarcará aproximadamente ocho kilómetros —uno más que lo licitado originalmente— y busca mejorar la conectividad hacia proyectos estratégicos como la Ciudad de la Salud y Merca Panamá, ambos ubicados sobre la Vía Centenario.
Con el EIA ya en manos de Miambiente, la decisión final sobre la viabilidad ambiental del proyecto marcará el rumbo de una obra largamente esperada. En una ciudad asfixiada por el tráfico, la rehabilitación de la carretera Omar Torrijos se presenta como una necesidad evidente, pero también como una prueba de credibilidad institucional.
El papel ya está sobre la mesa. La pregunta es si, esta vez, la ejecución estará a la altura del discurso ambiental que hoy acompaña al proyecto.


