Sociedad

El éxodo de Gardi Sugdub, el pueblo que se hunde en el Caribe

Las familias de Gardi Sugdub se han visto obligadas a dejar su hogar. La isla, una vez próspera y acogedora, se ha convertido en un lugar cada vez más difícil para vivir. El nivel de las aguas marinas aumenta a un ritmo de 3.4 milímetros por año.

Unas 300 familias de la isla Gardi Sugdub deben trasladarse a tierra firma. Alexander Arosemena Unas 300 familias de la isla Gardi Sugdub se trasladaron a tierra firme por hacinamiento y aumento del nivel del mar. Alexander Arosemena (ALEXANDER AROSEMENA)

Hace más de 500 años un éxodo sacudió Darién. Los guna, forzados por conflictos con los emberá, se trasladaron unos 60 kilómetros a las costas e islas, guiados por el espíritu Iberogon. Hoy, la historia se repite al revés: deben abandonar las islas por el hacinamiento y la crisis climática, enfrentando la amenaza del aumento del nivel del mar y la erosión.

Son las 9:15 a.m., y una intensa lluvia cae sobre la isla Gardi Sugdub, en la comarca de Guna Yala, justo cuando debía arrancar el proceso de movilización de unas 300 familias hacia una nueva comunidad en tierra firme, dentro del mismo corregimiento de Narganá, llamada Isberyala. El incesante aguacero parecía ser un presagio del cambio monumental que estaba por ocurrir, un recordatorio de la fuerza de la naturaleza que ha forzado a estos habitantes a abandonar su hogar ancestral.

Las familias de Gardi Sugdub se han visto obligadas a dejar su hogar. La isla, una vez próspera y acogedora, se ha convertido en un lugar cada vez más difícil para vivir. El nivel de las aguas marinas aumenta a un ritmo de 3.4 milímetros por año, una cifra alarmante considerando que las viviendas de la isla están apenas a medio metro sobre el nivel del mar.

Los estudios oficiales del Ministerio de Gobierno indican que, desde 2014, la isla ha experimentado un descenso constante en su superficie, obligando a los residentes a recurrir a rellenos de coral para evitar el deterioro del sitio. Sin embargo, esta práctica ha contribuido al crecimiento de oleajes y a un aumento en las inundaciones.

El viaje

La lluvia mengua y, en el viejo muelle de Gardi Sugdub, se encuentran Maica Tejada, Rafael Méndez y Ramona Palacios. Estos tres líderes de familias están listos para embarcarse hacia su nuevo hogar en la urbanización Isberyala. Sus rostros reflejan una mezcla de tristeza y esperanza.

“Toda mi vida he estado en esta isla. Ahora es un nuevo inicio en tierra firme. Seguramente vamos a extrañar muchas cosas de esta isla, pero hay que salir por el hacinamiento”, manifiesta Tejada. Sus palabras resumen el sentimiento general de una comunidad que ha tenido que adaptarse y enfrentar desafíos desde siempre, pero que ahora enfrenta el reto más grande: dejar atrás su hogar para comenzar de nuevo.

Las lluvias y los fuertes oleajes impactan la isla todos los años. Alexander Arosemena Las lluvias y los fuertes oleajes impactan la isla todos los años. Alexander Arosemena (ALEXANDER AROSEMENA)

La comunidad de Isberyala, también conocida como Nuevo Cartí, ha sido diseñada para ofrecer una solución de vivienda a unas 300 familias, que suman aproximadamente 1,351 personas. El nuevo asentamiento cuenta con un acueducto pluvial, un pozo de agua, un parque deportivo y la tradicional Casa del Congreso, una estructura clave en la vida social y política de los guna. Este traslado no solo significa una mudanza física, sino un intento por preservar la cultura y el modo de vida de una comunidad que ha resistido por siglos.

Arnoldo Bonilla, otro residente de Gardi Sugdub, señala que no temen a los oleajes, pues han vivido con ellos toda la vida. “Lo que sí hay es un serio problema con el hacinamiento en el sitio”, aclara. Esta combinación de factores ha hecho inevitable la decisión de trasladarse, a pesar de la fortaleza y resiliencia que caracteriza a los guna. El hacinamiento ha llegado a un punto crítico, afectando la calidad de vida y haciendo insostenible la permanencia en la isla.

Traslado de miembros de la isla de Guna Yala, Gardi Sugdub hacia su nueva comunidad en tierra firme llamada Isberyala. Alexander Arosemena Traslado de miembros de la isla de Guna Yala, Gardi Sugdub hacia su nueva comunidad en tierra firme llamada Isberyala. Alexander Arosemena (ALEXANDER AROSEMENA)

A medida que la mañana avanza, Ramona Palacios se embarca con sus pertenencias: estufas, colchones y otros utensilios de cocina. Su mirada refleja la incertidumbre del futuro. “Esto no será fácil, sobre todo los primeros días que estaremos en la nueva comunidad”, confiesa. Palacios se dirige a Isberyala en la embarcación Doña Carmen, dejando atrás un entorno que le ha proporcionado sustento y hogar durante años.

Crisis climática

El archipiélago de Guna Yala, compuesto por 39 islas, tiene en Gardi Sugdub su población más numerosa. Sin embargo, se prevé que para el año 2100 todas las islas del archipiélago desaparecerán bajo las aguas. Este destino inminente ha precipitado la movilización de la comunidad guna hacia el continente, donde las condiciones de vida son más seguras y sostenibles a largo plazo.

La despedida es agridulce. Mientras las familias abordan las embarcaciones que las llevarán a Isberyala, miran una última vez hacia la isla que las vio crecer. Hay lágrimas, abrazos y palabras de aliento. La incertidumbre del futuro se mezcla con la esperanza de un nuevo comienzo. Las autoridades locales y las organizaciones comunitarias han trabajado arduamente para garantizar que la transición sea lo más suave posible, pero el desafío de adaptarse a un nuevo entorno es enorme.

La historia de Gardi Sugdub y su traslado a Isberyala es un microcosmos de las luchas más amplias que enfrentan las comunidades costeras en todo el mundo. La crisis climática, el aumento del nivel del mar y el hacinamiento son problemas globales que requieren soluciones urgentes y coordinadas. Los guna, con su rica tradición cultural y su espíritu de comunidad, muestran la importancia de la resiliencia y la adaptación frente a las adversidades.

Familias enteras tuvieron que abandonar su hogar. Alexander Arosemena Familias enteras tuvieron que abandonar su hogar. Alexander Arosemena (ALEXANDER AROSEMENA)

En Isberyala se encuentra Josep Deivis, hijo del sahila de la comunidad de Gardi Sugdub, José Deivis, quien ofreció sus terrenos en tierra firme hace más de una década para que las familias se pudieran mudar. “Muchos hablan de cambio climático y que las casas se están hundiendo. Nosotros vamos a mantener nuestra cultura y tradición”, dijo el joven guna.

La falacia

A diferencia de los científicos y lo que plantean las autoridades, para muchos el concepto de cambio climático es más una falacia que una realidad. Así lo define Deivis: “Más allá del aumento del nivel del mar, lo que ocurre es que las familias crecieron y no hay espacio”.

Aunque sin importar la razón del traslado, el joven agradece por la nueva urbanización y muestra con orgullo a su padre, uno de los gestores de la nueva comunidad, llamada Isberyala, donde las familias comenzarán otra etapa. Allí se construyeron nuevos hogares, se establecerán nuevas rutinas y se espera mantener vivas las tradiciones que han definido a los guna durante generaciones.

Los gunas no creen en el cambio climático. Alexander Arosemena Los gunas no creen en el cambio climático. Alexander Arosemena (ALEXANDER AROSEMENA)

Mientras la lluvia se detiene y el sol comienza a asomarse, hay una sensación de renovación en el aire. Los desafíos son muchos, pero la determinación de los guna es aún mayor. La historia de Gardi Sugdub y su gente es un testimonio del poder de la comunidad, la adaptabilidad humana y la búsqueda constante de un lugar seguro y digno para vivir. En Isberyala, las familias de Guna Yala no solo encontrarán un nuevo hogar, sino también la posibilidad de continuar su legado cultural en un entorno que les brinde esperanza y estabilidad. Es un nuevo comienzo para el pueblo guna.