La Asamblea Nacional aprobó el martes 28 de enero, en tercer debate, el proyecto de ley 26, que regula la producción, comercialización y exportación del cáñamo en la República de Panamá. La aprobación se dio en menos de seis meses desde que fue prohijado en la Comisión de Comercio y Asuntos Económicos, con la finalidad de impulsar una industria emergente con potencial económico y agrícola.
El objetivo de la iniciativa es establecer un marco regulatorio para las actividades de siembra, cultivo, cosecha, transformación, exportación, almacenamiento, transporte, comercialización, distribución, uso y posesión de las semillas de la planta de cannabis industrial, conocida como cáñamo. Esta medida busca incentivar el desarrollo de una nueva fuente de ingresos para el país y diversificar la economía.
El proyecto fue presentado por el diputado de la coalición Vamos Carlos Saldaña en agosto de 2024. Según Saldaña, esta ley es una propuesta genuina y necesaria en un momento difícil para el país, especialmente ante la crisis de la Caja de Seguro Social, ya que generará empleo y nuevas oportunidades de negocio para los productores agrícolas.
El diputado Saldaña destacó el impacto positivo en el sector agropecuario, permitiendo a los productores mejorar sus rendimientos y ser más competitivos en la región al ofrecer productos a precios más accesibles. Además, subrayó que la ley fomentará la creación de empleos sostenibles sin necesidad de aumentar la planilla estatal ni otorgar subsidios a los productores. Según Saldaña, Panamá cuenta con tierra, capacidad y mano de obra calificada para desarrollar esta industria con éxito.
Es importante destacar que del cáñamo se obtienen tres materias primas principales: semillas, fibra y pulpa. Las fibras, conocidas por su resistencia, suavidad, capacidad aislante y absorbente, son ampliamente utilizadas en la industria textil para la confección de ropa, redes y cuerdas, entre otros productos. La pulpa, por su parte, es una materia prima clave en la producción de celulosa y papel.
En cuanto a las semillas, se emplean en la fabricación de biocombustibles, lubricantes, bioplásticos, alimentos y cosméticos, lo que evidencia la versatilidad de esta planta en distintos sectores industriales.
La aprobación de esta ley avanzó con mayor rapidez que la regulación del cannabis medicinal, la cual tomó cinco años de debate. Actualmente, el proceso de licencias para el cannabis medicinal sigue detenido en el Ministerio de Salud debido a discrepancias entre la ley y su reglamentación, lo que ha generado incertidumbre entre los inversionistas y sectores interesados.