El 10 de noviembre de 1821 el Concejo Municipal de La Villa de Los Santos dio el primer grito de independencia de Panamá de España. La insurrección santeña desarrollada ese día había capturado el cuartel de la guardia española, en el cual estaban detenidos decenas de agricultores, artesanos, comerciantes y otros hombres santeños que habían protestado contra la expropiación de su ganado, sus herramientas de trabajo, su dinero y sus bienes para sostener la defensa del imperio español en las batallas por la independencia de Ecuador. De forma sigilosa, campesinos de toda la península de Azuero prepararon el asalto al cuartel, y sin causar una sola muerte ni perder una sola vida, liberaron a sus coterráneos y dieron vida a la historia republicana de Panamá.
En los escritos de Mariano Arosemena, sobre la independencia de Panamá de 1821, así como en el informe que escribió en 1822 el general José M. Carreño, enviado de Simón Bolívar. Fue el informe de Carreño el que dio pie a que Bolívar le diera a La Villa de Los Santos la denominación de “Heroica”. En ninguno de los documentos fundamentales de esa época aparece mención alguna al rol desempeñado por las mujeres en el movimiento independentista, ni mucho menos se menciona a Rufina Alfaro. Esto haría pensar que un personaje tan famoso no corresponde con la historia real.
La leyenda de Rufina
La vida y obra de Rufina Alfaro era parte de una tradición oral santeña transmitida entre generaciones. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la libertad estaba de moda, un grupo de ciudadanos santeños le pidió al entonces presidente de la República Enrique A. Jiménez (1945-1948), que se usaran fondos públicos para erigir un monumento a la heroína santeña. El mandatario debía conocer el relato de la patriota santeña, dado que fue secretario privado del tres veces presidente Belisario Porras, originario de la provincia de Los Santos. El presidente Jiménez asintió, y se contrató, para realizar la obra, a uno de los mejores escultores panameños José Guillermo Mora Noli.
El artista Mora Noli se comprometió a hacer una escultura de una joven campesina santeña vestida con una basquiña, con un gesto de reclamo de libertad. Mora Noli sorprendió a la puritana comunidad santeña con una estatua en la que una joven adolescente con el rostro erguido y desnuda hasta la cintura “honraba” a la memoria de la legendaria prócer. El monumento sigue en pie en la Villa de Los Santos, y a su alrededor se desarrolla el desfile de delegaciones escolares y oficiales que conmemoran esta fecha.
En 1963, el dramaturgo santeño Miguel Moreno obtuvo el premio Ricardo Miró en la sección de teatro con la obra “Fugitiva de la Historia”, en la que se presenta a Rufina Alfaro como una joven campesina que enamoró al capitán español que dirigía el cuartel de La Villa de Los Santos. La obra sirvió para darle popularidad a Rufina Alfaro, pero la estereotipó como un objeto sexual.
El rescate
Las diversas versiones de los relatos sobre Rufina Alfaro llegan a afirmar que nació el 4 de octubre de 1804, por lo que tendría poco más de 17 años cuando se dió el movimiento independentista del 10 de noviembre de 1821. La narrativa sobre Rufina se entremezcla en el folclor santeño con los carnavales, los cuentos de brujas y los chistes de Tío Conejo. Sin embargo, en el último medio siglo una generación de investigadores sociales como Horacio Moreno, Álvaro Menéndez Franco, Alberto Arjona Osorio y Milciades Pinzón, han empujado, con documentación, el rescate biográfico de Rufina Alfaro.
En la investigación de Alberto Arjona Osorio publicada por el Tribunal Electoral, se analiza el Censo de 1774 de La Villa de Los Santos. Se documenta que existían dos familias Alfaro en esa población. Una de estas solo tenía un apellido mientras que la otra registraba dos, lo que hace suponer que la primera sería una familia de clase humilde. El investigador Osorio Arjona encontró varias partidas bautismales en los archivos de la iglesia de San Atanasio de La Villa de Los Santos en los cuales aparece María Joseph Rudecinda Alfaro como madrina de bautismo. La primera de estas partidas bautismales es del 1 de noviembre de 1810, de un niño que se infiere es sobrino de Rudecinda. En esa época una madrina debía tener solvencia moral y un nivel económico tal que le permitiera asumir la responsabilidad de cuidar a su ahijado en caso de ausencia de sus progenitores. Para ser madrina, se debía tener al menos 14 años de edad. Esto haría suponer que el 10 de noviembre de 1821, Rudecinda Alfaro habría tenido al menos 25 años de edad. El hecho de que existieran varias partidas bautismales con ella como madrina, indica que era una mujer respetada y valorada por la comunidad.
En los registros bautismales solo aparece con el apellido Alfaro, lo que hace inferir que era descendiente de la familia humilde censada en 1774. ¿Sería posible que Rufina y Rudecinda fueran dos personas distintas? Siempre cabe la posibilidad de que Rudecinda y Rufina fueran parientes, pero la probabilidad es remota de que dos mujeres humildes con nombres parecidos y el mismo apellido fueran personas reconocidas en una sociedad machista.
El 10 de noviembre de 1821
El prócer de la independencia santeña fue el capitán Segundo de Villarreal quien a sus 61 años lideró el asalto al cuartel de La Villa de Los Santos. El capitán de Villarreal había sido parte de la guardia miliciana de criollos que actuaba como el cuerpo de seguridad de la Corona Española en la colonia. Segundo de Villarreal era uno de los hombres más ricos de Panamá, con extensas propiedades en Los Santos y bienes inmuebles en la ciudad de Panamá. Obviamente al ser rico y haber sido un alto oficial en la milicia era una persona reconocida y muy respetada por el pueblo. El asalto al cuartel español no debió ser muy difícil para de Villarreal porque ese había sido su cuartel.
Probablemente, lo que necesitaban los conspiradores para asaltar el cuartel era inteligencia y comunicación con los detenidos. Si Rudecinda Alfaro fue madrina repetidas veces, debía ser conocida de la comunidad y una persona de mucha confianza de la iglesia y de la sociedad santeña. Esto le permitiría entrar al cuartel español, quizás llevando alimento o atendiendo personalmente a los detenidos que estuvieran enfermos o fueran adultos mayores. Entonces Rudecinda Alfaro pudo ser el canal de comunicación entre Segundo de Villarreal y los santeños detenidos dentro del cuartel. Si aquello de que los barriles de pólvora estaban mojados fue cierto, es muy difícil de validar, pero los indicios de tiempo modo y lugar favorecen la probabilidad de que María Joseph Rudecinda Alfaro haya sido Rufina Alfaro.
Dado que ninguno de los protagonistas escribió sobre lo sucedido, y que todo se transmitió de forma oral de padres a hijos, de abuelos a nietos y de viejos a jóvenes, es muy posible que el nombre de “Rudecinda” terminó convertido en Rufina. Como solo se recordaba sus tareas en el cuartel, seguramente la imaginación pueblerina llenó el vacío con un relato amoroso entre la joven criolla independentista y el capitán hispano defensor de la Corona. Como las mujeres han sido invisibilizadas en gran parte de la historia humana, entre tantos hechos y relatos, hoy se conmemora el primer grito de independencia de Panamá y a una mujer cuya vida es un gran misterio.