Opinión

Trump y el efecto del servicio de ingresos externos: un riesgo para América Latina

La reciente declaración del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sobre el establecimiento del Servicio de Ingresos Externos ha encendido una serie de preocupaciones y debates en todo el mundo, especialmente en América Latina, una región que ya lidia con importantes desafíos económicos. La propuesta de Trump, que busca gravar aranceles, derechos y todas las ganancias provenientes de fuentes extranjeras, podría tener repercusiones profundas y, quizás, perjudiciales para las economías emergentes de esta zona.

A través de un tuit, Trump compartió su idea de reformar el sistema fiscal en Estados Unidos, manteniendo un enfoque en impuestos internos y creando uno nuevo que se centre en quienes obtienen beneficios del comercio con su país. La intención de Trump podría parecer beneficiosa: garantizar que quienes se benefician del comercio con Estados Unidos contribuyan con su “parte justa”. Sin embargo, esta perspectiva es engañosa, ya que América Latina podría ser la que más padezca por estas políticas.

La región, reconocida por economías que dependen significativamente de sus exportaciones hacia Estados Unidos, se enfrenta a un escenario complejo. La implementación de nuevos aranceles y derechos sobre los productos latinoamericanos incrementará los costos de exportación, reduciendo la competitividad de estos bienes en el amplio mercado estadounidense. Esta situación podría derivar en una disminución de las exportaciones, afectando aún más a economías locales que ya luchan con altos niveles de pobreza y desigualdad.

Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 50% de las exportaciones de países de América Latina y el Caribe tiene como destino los Estados Unidos. Esta dependencia implica que cualquier aumento en aranceles o costos adicionales podría tener un efecto en cadena sobre las economías locales. Sectores enteros, como la agricultura y la manufactura, que han trabajado incansablemente para construir relaciones comerciales con firmas estadounidenses, podrían verse obligados a replantear sus modelos de negocio o incluso cerrar sus puertas. Esto provocaría no solo la pérdida de empleos, sino también un incremento en la migración forzada hacia otros países en busca de oportunidades laborales.

Además, la creación del Servicio de Ingresos Externos podría tensar las relaciones comerciales entre Estados Unidos y América Latina. Las empresas latinoamericanas, que han edificado sus operaciones basándose en el acceso a los mercados estadounidenses, se enfrentarán a nuevas y complicadas barreras que dificultarán sus actividades comerciales y podrían desincentivar la inversión en la región. En un contexto donde América Latina busca más que nunca una colaboración con Estados Unidos para fortalecer su estabilidad y crecimiento económico, esta medida podría ampliar la separación entre ambas.

Es vital considerar los efectos que estos cambios podrían tener sobre la inversión extranjera en América Latina. Las empresas multinacionales podrían replantearse sus estrategias de inversión ante un entorno comercial incierto, eligiendo destinar sus recursos a mercados más predecibles y menos restrictivos. La incertidumbre en torno a las políticas fiscales de Estados Unidos podría actuar como un freno para futuras inversiones, lo que a su vez ocasiona un estancamiento en el desarrollo económico de la región.

Aunque la propuesta de Trump se presenta como una manera de proteger los intereses económicos de Estados Unidos, es fundamental recordar que las políticas proteccionistas a menudo generan consecuencias imprevistas. En lugar de impulsar el crecimiento y la prosperidad, estas decisiones pueden resultar en un decrecimiento del comercio internacional, que afectará no solo a los países exportadores, sino también a los consumidores estadounidenses, quienes probablemente enfrentan precios más altos y una menor variedad de productos.

La conexión entre la economía de Estados Unidos y América Latina no debe ser menospreciada. La interdependencia económica entre ambas regiones significa que las decisiones unilaterales pueden tener serias repercusiones para todos. Los consumidores norteamericanos podrían verse obligados a optar por productos más costosos o de menor calidad si las tarifas limitan la variedad disponible en el mercado.

En resumen, el anuncio de Trump sobre el establecimiento del Servicio de Ingresos Externos genera preocupaciones serias para América Latina. La implementación de aranceles y derechos adicionales podría sofocar el comercio, debilitar la competitividad de los productos latinoamericanos y aumentar la pobreza en esta parte del mundo. En lugar de fomentar el crecimiento económico y potenciar las relaciones bilaterales, esta política podría imponer obstáculos adicionales y complicar el entorno comercial entre Estados Unidos y América Latina. Es crucial examinar cuidadosamente las implicaciones de estas decisiones y buscar estrategias que beneficien a todas las partes, promoviendo un comercio justo y equitativo que impulse el desarrollo económico mundial. Las naciones de América Latina deben unirse para abogar por un enfoque más equilibrado y justo, que permita construir un futuro próspero y sostenible para todos.

El autor es Country Managing Partner – EY