Admito que no tomé en serio las primeras declaraciones de Donald Trump respecto al Canal de Panamá. Gran error. Es imposible prever lo que puede llegar a afirmar un ególatra inculto que alcanza el poder mediante engaños y con el respaldo de fanáticos, tal como ocurrió con Mussolini y Hitler. Trump representa un peligro real para su propio país y una amenaza para el nuestro.
En su trascendental discurso inaugural, Trump repitió las afirmaciones hechas durante su campaña sobre el Canal de Panamá, aunque evitó mencionar comentarios similares sobre Canadá y Groenlandia. Prefirió atacar al más débil. Reconozco mi ignorancia en geopolítica, pero me limitaré a desmentir lo relacionado con nuestro país.
Primer error: Trump aseguró que 18,000 estadounidenses murieron durante la construcción del Canal. Esto es falso. La cifra real ronda los 500, con un brote significativo de fiebre amarilla en 1905 antes de que se implementaran medidas preventivas. Además, los trabajadores estadounidenses no eran obreros de pico y pala; ocupaban roles como capataces, ingenieros, mecánicos y operadores de trenes. Fueron bien remunerados y disfrutaron de viviendas adecuadas, salud, alimentación y escuelas, todo gracias al esfuerzo de Goethals y Gorgas. En contraste, los trabajadores afrodescendientes y gallegos, quienes sí realizaron trabajos manuales pesados, sufrieron condiciones mucho más precarias y una mayor mortalidad.
Segundo error: Contrario a lo afirmado, los barcos estadounidenses pagan exactamente las mismas tarifas que los de otros países para cruzar el Canal. Incluso los buques militares pagan lo mismo, aunque tienen prioridad de tránsito.
Tercer error: Trump afirmó que Panamá no maneja bien el Canal. En realidad, la administración canalera ha sido ejemplar. Gracias al compromiso de los disciplinados canaleros y la dirección de cuatro administradores talentosos, el Canal ha superado desafíos como sequías y problemas laborales. Además, logró una ampliación que ha permitido continuar ofreciendo un servicio rápido, eficiente y competitivo al comercio mundial. Actualmente, ya se planifica para los próximos 50 años.
Cuarto error: Trump aseguró que los chinos controlan el Canal. Esto es completamente falso. Si bien los acuerdos sobre los puertos son cuestionables, la operación del Canal, su planificación y su día a día son totalmente independientes. Ni China ni ninguna otra nación, empresa u organización tiene injerencia directa.
Ahora bien, es fundamental ofrecer a nuestros diplomáticos argumentos para convencer a Trump de que el Canal es operado de forma eficiente e independiente, incluso de nuestros propios políticos corruptos. Señor Trump, repase la historia: debería dirigir su atención hacia otros temas y dejar en paz a Panamá.
Un poco de contexto histórico: El expresidente Jimmy Carter, junto con su equipo negociador, comprendió perfectamente la situación al firmar los tratados Torrijos-Carter. Las razones fueron claras:
- El Canal había perdido su importancia militar debido a avances tecnológicos como submarinos atómicos, misiles intercontinentales y portaaviones en ambos océanos.
- Nunca fue una operación rentable; las ganancias se reinvertían.
- La Zona del Canal representaba un costo elevado, era innecesaria y rechazada tanto por Panamá como por América Latina.
- La transferencia del Canal se llevó a cabo tras un período de adaptación de más de 20 años.
- Estados Unidos se reservó el derecho a intervenir en caso de un mal manejo, lo cual no ha sido necesario, ya que la operación ha mejorado notablemente.
Incluso Henry Kissinger, maestro de la diplomacia, opinó que los tratados fueron oportunos y beneficiosos para Estados Unidos. Mantener la Zona del Canal habría sido un anacronismo y un gasto innecesario.
Señor Trump, reconocemos el esfuerzo que implicó la construcción del Canal en nuestro territorio, impulsada por Roosevelt, Hay, Cromwell y Bunau-Varilla. También reconocemos el heroísmo de Goethals, Gorgas y los miles de trabajadores estadounidenses. Si bien el Canal ha sido beneficioso para Panamá, lo ha sido aún más para Estados Unidos, cuya hegemonía mundial se debe, en gran medida, a esta obra. Le instamos a mantener esa hegemonía sin afectar el actual funcionamiento eficiente del Canal ni herir innecesariamente a una nación amiga.
El autor es médico, ciudadano y ex-canalero.