OTITIS. El presidente José Raúl Mulino se quejó porque, en las consultas de las reformas a la CSS, “cualquiera llega ahí y hace un show político, porque hay cámaras e internet”. Algo de razón tendrá, ya que la población ha sido testigo de que la mayoría de los oradores aprovecha la tribuna para hacer catarsis, compartir anécdotas personales, denunciar supuestos atentados a su seguridad o pedir a gritos el voto en contra del proyecto 163. Son pocos los que, hasta ahora, presentan propuestas reales y viables. Ojalá entiendan que este no es el momento para posicionar propuestas políticas ni aportar ideas sustentadas en mentiras o especulaciones.
‘ERRORE’. Mulino también reivindicó la compra de los radares de Selex, filial de la nefasta Finmeccanica. Por esa transacción estuvo seis meses detenido preventivamente, pero él aseguró, sin reparo, que “lo volvería a hacer”. Sería bueno que esta vez se asegure de que los equipos sirvan. El país no puede estar botando el dinero de esa manera.
BRONCA. Van dos ocasiones en las que el presidente utiliza su conferencia semanal para insultar a Juan Carlos Varela. Ayer lo culpó del incremento del narcotráfico en las costas panameñas; antes dijo que era un “enfermo” y que en su gobierno se dieron toda clase de “vagabunderías”. Esta vez, Varela replicó que esos señalamientos son infantiles y falsos. Mulino se queja por lo que ocurre en la Asamblea, pero el nivel de esta gresca presidencial también deja mucho que desear.
REGALADERA. Parece que al trineo de Santa se le han caído varias bolsas con bonos de supermercado. El Mitradel ha decidido adquirir 7,512 certificados de $50 cada uno, para obsequiar a su personal. Esta compra representa un gasto de $375,000. El BDA también ha comprado 800 libretas de $200 cada una, a un costo total de $168,560. Por su parte, la ARAP ha destinado $50,884 de su presupuesto para la compra de 483 bonos de $100. Estos bonos se reparten a todos por igual y no están ligados al nivel de desempeño o productividad. Por eso es que la gestión pública no mejora: no hay criterio en toda esta regaladera y eso desalienta al que sí se esfuerza y se mata trabajando, ya que recibirá lo mismo que aquel que va empijamado a marcar y se va.