Opinión

Rompiendo el silencio: la exclusión laboral de personas con Asperger

Eddelgar Yarsinio Muñoz Pinto, nació en Santiago de Veraguas, es Técnico en Ingeniería Electrónica, Licenciado en Electrónica y Sistemas de Comunicación, Técnico en Ingeniería con especialización en Informática Aplicada a la Educación, y Licenciado en Informática Aplicada a la Educación; Todos estos títulos, otorgados por la Universidad Tecnológica de Panamá ( UTP), una de las universidades más prestigiosas del país. Sin embargo en la ciudad, todos le llaman Pinto, el que reparte el periódico.

Existe una herida abierta que sangra silenciosamente en Panamá, la discriminación laboral hacia las personas con discapacidad, especialmente aquellas que viven con el síndrome de Asperger. Imagina por un momento tener en tus manos no uno, sino cuatro títulos universitarios, el resultado de años de esfuerzo, dedicación y superación personal. Imagina poseer una mente brillante, ansiosa por contribuir al mundo, pero ser ignorado, rechazado o subestimado simplemente por tener una forma distinta de percibir e interactuar con el entorno.

Esta es la realidad de muchas personas con Asperger que, a pesar de sus capacidades y méritos, no logran acceder a un puesto de trabajo digno. La discriminación laboral hacia estas personas, no solo es una injusticia, es una tragedia humana que empobrece tanto a quienes la sufren como a la sociedad que la perpetúa. Cuando negamos la oportunidad de empleo a alguien por su condición, estamos cerrando puertas al talento, a la creatividad, y a las habilidades únicas que estas personas pueden aportar. No es falta de capacidad lo que les impide alcanzar sus sueños, sino la falta de visión de quienes se niegan a mirar más allá del diagnóstico.

Esta exclusión genera consecuencias devastadoras. Para la persona, el impacto emocional es profundo: el rechazo constante socava su autoestima, alimenta la inseguridad y les roba la dignidad. La frustración de tener las herramientas y el conocimiento para destacar, pero no encontrar una oportunidad para utilizarlos, deja una marca indeleble en el espíritu. La invisibilización social de estas personas refuerza un ciclo de aislamiento y pérdida de esperanza. Al excluirlas, desperdiciamos potencial humano invaluable. Son mentes que pueden hacer grandes contribuciones en campos como la tecnología, la ciencia, las artes, la educación y más, pero se ven relegadas al margen simplemente por no encajar en los estándares rígidos y limitantes que muchas organizaciones aún mantienen. La verdadera discapacidad no reside en el síndrome de Asperger, sino en la incapacidad de nuestra sociedad para abrir los ojos y ver el valor intrínseco de cada ser humano. No es suficiente con tener leyes que amparen a las personas con discapacidad, necesitamos un cambio real en nuestras actitudes.

Panamá necesita con urgencia una Legislación antidiscriminatoria: El primer nivel de intervención política es la creación de leyes que prohíban explícitamente la discriminación laboral basada en la discapacidad. Estas leyes deben garantizar que las personas con Asperger, al igual que cualquier otra persona con una discapacidad, tengan derecho a postularse y ser evaluadas para puestos de trabajo sin prejuicios ni barreras.

Por ejemplo, a pesar de que la legislación panameña establece protecciones y derechos para las personas con discapacidad, como la Ley 42 de 1999, que promueve la igualdad de oportunidades, esta no incluye un sistema de cuotas como el que existe en otros países. Dicha ley, modificada por la Ley 15 de 2016, garantiza la igualdad de oportunidades para personas con discapacidad, pero no obliga a las empresas a contratar un porcentaje mínimo de personas con discapacidades. Sin embargo, sí incentiva la contratación a través de beneficios fiscales y la obligación de realizar adaptaciones razonables en los lugares de trabajo para facilitar su inclusión pero, no existe una política de cuotas obligatorias para la contratación de personas con discapacidad, incluyendo aquellas con síndrome de Asperger, en el sector privado o público.

La existencia de leyes no es suficiente si no se implementan de manera efectiva. Por eso, es vital que se les facilite por ejemplo, el proceso de solicitud de becas. Las personas con Asperger, debido a sus desafíos en la comunicación social, pueden enfrentar dificultades a la hora de navegar los complejos procesos burocráticos asociados a la solicitud de becas o subvenciones.

Es necesaria la intervención gubernamental para lograr que las empresas contraten a personas con discapacidades. Las políticas públicas deben establecer mecanismos de supervisión y sanciones para las empresas u organismos que no cumplan con estas normativas, así como también son necesarias políticas de incentivos. Estos, alcanzan incluir beneficios fiscales, subsidios salariales o programas de apoyo a la adaptación de los espacios de trabajo.

Además, la implementación de cuotas laborales es otra estrategia que algunos países utilizan para garantizar que un porcentaje mínimo de la plantilla laboral en empresas o instituciones públicas esté compuesto por personas con discapacidad. La política de cuotas es una herramienta poderosa que, aunque puede ser impopular para algunos, obliga a los empleadores a contratar y adaptar sus espacios para personas con Asperger y otras discapacidades. Esto no solo beneficia a los empleados, sino que también sensibiliza a las empresas y organizaciones sobre la importancia de la inclusión.

Estas políticas, también deben incluir mecanismos de supervisión, para asegurar que se cumplan las normativas que protegen a las personas con Asperger. Esto puede implicar la creación de inspectorías laborales que monitoreen activamente la inclusión en el lugar de trabajo y den seguimiento a las denuncias de discriminación. Sin una supervisión efectiva, muchas empresas podrían no cumplir con sus obligaciones legales.

Además, es importante invertir en servicios que ayuden a los empleadores a realizar las adaptaciones necesarias en el lugar de trabajo, como proporcionar entornos menos ruidosos o flexibilidad en las tareas.

Un cambio cultural impulsado desde la política puede generar una mayor apertura en el entorno laboral y disminuir los prejuicios que impiden que las personas con Asperger accedan a empleos, así como facilitar a través de la legislación, los incentivos, los programas de capacitación y la supervisión efectiva. La política tiene el poder de transformar las oportunidades laborales para las personas con Asperger. No obstante, para que estas intervenciones sean efectivas, es fundamental que exista un compromiso real de las autoridades, acompañado por una sociedad civil activa que exija el respeto y la dignidad para todos.

La inclusión no debe ser una palabra vacía, sino una práctica activa que busca la equidad y la justicia para todos. Cada uno de nosotros como miembros de esta sociedad. Es hora de derribar las barreras que hemos construido con nuestros prejuicios. Es hora de ofrecer oportunidades reales, de capacitar y educar para que nuestros espacios laborales sean inclusivos y accesibles para todos. Es hora de reconocer que una mente que piensa diferente no es una limitación, sino una ventaja que puede abrir nuevas posibilidades.

Dejemos de juzgar por las apariencias o por estereotipos erróneos. Reconozcamos que cada persona, con o sin discapacidad, tiene algo valioso que ofrecer. Si seguimos ignorando las capacidades y talentos de las personas con Asperger, no solo les estamos fallando a ellos; nos estamos fallando a nosotros mismos, como sociedad.

A pesar de tener múltiples títulos universitarios, las personas con Asperger en Panamá, aún son subestimadas en cuanto a su capacidad para desempeñar trabajos complejos o de alto nivel. Es inaceptable que en pleno siglo XXI , un país con tanto que ofrecer, siga borrando oportunidades laborales a sus ciudadanos, basándose en estereotipos erróneos, en lugar de valorar sus habilidades objetivas y méritos académicos. El camino del conocimiento es la vía para el desarrollo social. Aceptar la diferencia y valorar el potencial individual de cada uno, puede conducir al país a tener una sociedad consecuente con una inclusión plena.

La autora es bibliotecaria, poeta y narradora.