El 20 de abril el escritor panameño Rafael Leónidas Pernett y Morales se despidió en silencio para siempre. Lo nacieron (como diría él) en Colón el 10 de julio de 1949. En la Universidad de Salamanca se tituló como médico. Con tan solo 24 años, mientras estudiaba, escribió su novela más importante: Loma ardiente y vestida de sol, que mereció el Premio Nacional de Novela “Ricardo Miró” en 1973. Tres años después, Rafael volvía a ganar el Premio “Ricardo Miró” con la novela Estas manos son para caminar.
Años más tarde conseguiría menciones honoríficas en el prestigioso premio con las novelas El cazador de calendarios (1991) y De once a siete (2004). En 2006 publicó otra novela: Los truenos de la Aurora y un año después, en 2007, volvería a alzarse con el Premio Nacional de Novela “Ricardo Miró” con El indio sin ombligo.
El mismo Rafael confesó alguna vez que, durante la secundaria, cautivaba a sus compañeros con lecturas que leían en grupo, anticipando de esa manera su futuro literario. No sin confrontar y superar obstáculos, sus padres lo apoyaron para cumplir su sueño: estudiar medicina. Viajó a bordo de un trasatlántico con nombre de músico, Rossini, hacia Barcelona, donde la nostalgia lo inspiró a escribir poesía.
Pero Rafael no estaba llamado para ser poeta, sino un novelista que escribirá un puñado de novelas que dejarán un tesoro literario que vestirá de sol a la cultura panameña. En Salamanca, se graduó como médico, formó una familia y publicó Loma Ardiente y vestida de sol, su pieza magistral que es una radiografía multicultural del ser panameño que también es una alegoría del ser latinoamericano, porque América Latina es una loma que no cesa de arder.
En todas sus novelas, desde Loma a Manos, hasta El cazador de calendarios para llegar a Los truenos de la Aurora, hay una mirada existencial profunda que mezcla realismo social, tradición oral, reflexiones desde la identidad y lo marginal, resistencia cultural y un registro etnográfico de los contextos de la condición humana. En suma: una epopeya de las luchas populares, indígenas y la clase trabajadora.
En 1981, Martín E. Jamieson Villiers ganó el Premio Nacional de Literatura “Ricardo Miró” en la sección ensayo con el trabajo La novela de Pernett y Morales. Para el crítico literario Pernett inicia la novela colectivista en Panamá. En el capítulo Una lectura socio-psicoanalista, podemos leer: "Loma también es la primera novela panameña en centrarse en pintar los grupos proletarios de la ciudad, describiendo sus hábitos y remendando su habla“.
Raúl Leis escribió sobre El cazador de calendarios que era el libro de las utopías. Esta intrincada novela, llena de laberintos y senderos, de trampas y viajes míticos, es una alegoría crítica a la historia y la tradición. Lucrecio Lamas nos plantea que el universo es como un caracol. Todo se repite. La historia es circular. Esta ficción podría tener algo de cierto cuando pensamos la realidad en términos políticos. El discurso de descolonización es revocado por el colonizador y parece que la historia colonial se repite de muchas formas.
El tema del colonialismo científico, por ejemplo, lo podemos encontrar en la novela El indio sin ombligo. Es una historia donde Pernett y Morales hace uso de sus conocimientos de medicina para construir una trama policíaca que mezcla la ciencia ficción y la cosmovisión ngäbe.
La muerte de la identidad es una constante en la obra de Rafael. La identidad está muriendo y solo se recupera desde la cultura, la etnografía y el lenguaje que es el diálogo con la humanidad y la historia. Por eso las novelas de Rafael no son lineales porque la historia nacional es un caleidoscopio que gira y se extiende hacia los bordes. Solo así se puede leer y resucitar la identidad.
El choque cultural entre la ciencia occidental y los saberes ancestrales plantea otro tema recurrente en la novelística del autor colonense: la resistencia cultural. La relación de resistencia con la literatura es una clave transversal en su obra y puede verse como hilo conductor en sus novelas.
En Loma ardiente y vestida de sol vemos la comunidad como fuerza colectiva frente a la exclusión; en Estas manos son para caminar, tenemos la voluntad de seguir caminando, de no rendirse ante la desesperanza; en El cazador de calendarios, la memoria como forma de supervivencia; en De once a siete, la resistencia como dignidad en lo cotidiano; en Los truenos de la Aurora, la ironía como mecanismo de subversión; en El indio sin ombligo, estamos ante la lucha por conservar la identidad cultural. La resistencia en la ficción de Pernett y Morales es social, cultural, individual y simbólica.
En el día del escritor panameño (25 de abril), me atrevo a afirmar que el elogio que se le puede rendir a la literatura panameña está representado con la obra de Pernett porque su trabajo, desde las ficciones, es un documento antropológico que visibiliza un país con una memoria colectiva en llamas, fracturada y con una cultura marginal que se representa simbólicamente en la opresión y la injusticia. Panamá es una loma que arde perpetuamente.
El autor es escritor.