Tomo prestada del abogado y excandidato presidencial independiente Eduardo Quirós la frase, “en mayo tendremos una encrucijada de país”. La Real Academia Española (RAE) define encrucijada como “lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos”. Pero la palabra se aplica también a toda “situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir”.
Y este es el dilema al que nos enfrentaremos los panameños el 5 de mayo de 2024: o caemos al precipicio al que nos han orillado los partidos políticos tradicionales, o tomamos el camino de la reconstrucción de una auténtica y pujante democracia.
La encrucijada consiste en que la actual oferta electoral de ocho candidatos presidenciales, desde mi perspectiva, se limita a dos opciones: 1) O votas por los mismos de siempre, responsables de la crisis actual, 2) o votas por una figura sin nexos con ese pasado. Veamos las opciones y los antecedentes de los candidatos.
Martín Torrijos (Partido Popular) fue presidente en el periodo 2004-2009. Si bien logró aprobar una mediatizada reforma a la Caja de Seguro Social, su gestión inauguró la zaga de Odebrecht en Panamá, y estuvo saturada de escándalos como la llamada cinta “coimera”, el sistema de riego Remigio Rojas y el caso Cemis. Sorteó la investigación en este caso, gracias a que se juramentó en 2009 como diputado del Parlacen, lo que le dio inmunidad hasta agosto del 2014. En su gestión cometió el grave error de derogar la ley que creaba la Cuenca Occidental del Canal, e incluir una cláusula que prohíbe la construcción de embalses para el tercer juego de esclusas.
Rómulo Roux (Cambio Democrático - Partido Panameñista), fue ministro de varias carteras bajo el gobierno de Ricardo Martinelli (2009-2014), para muchos el gobierno más corrupto de nuestra historia. Defendió la “inocencia” de Martinelli de los cargos de corrupción que se le imputan, alegando que este era víctima de persecución política, hasta que este lo acusó de haberse apoderado de su partido (CD) cuando ejercía como presidente encargado del mismo. Y defendió la cuestionada extensión de la concesión a Panama Ports Co.
José G. Carrizo (PRD-Molirena), llegó a la política y se convirtió en vicepresidente de la República de la mano del presidente Laurentino Cortizo. Compartió muchas de las malas decisiones y yerros incurridos por el gobierno, causantes en gran medida del desbordado clientelismo y corrupción imperantes. Ello incluye el inconstitucional contrato con Minera Panamá. Agrava el riesgo de que sea electo, el hecho de que el PRD es una de las facciones más infiltradas por el crimen organizado y su presunta vinculación con las partidas destinadas a la descentralización paralela.
José R. Mulino (RM-Alianza) tiene una larga historia política, meritoria cuando fue dirigente civilista, pero afectada en la medida en que se ha convertido en oficioso defensor de Ricardo Martinelli bajo la falsa premisa de que es “perseguido político”. Aunque no le veo la más remota posibilidad de ganar, preocupa su promesa de lograr la libertad de este si llega a ser electo. En tal caso, tendría que ordenar la libertad de los exfuncionarios del gobierno de Martinelli imputados y/o condenados por casos de corrupción, lo que convertiría a Panamá en paraíso de la impunidad.
Ricardo Lombana (Movimiento Otro Camino), joven abogado en ejercicio, es el único de los candidatos con posibilidad de ganar sin militancia en partidos políticos. Surgió a la palestra política como candidato de libre postulación en las elecciones de 2019, logrando un honroso tercer lugar. Sin recursos ni organización, logró superar cómodamente al Partido Panameñista. Su agenda propone una virtual refundación de la República, con una moderna Constitución. Promete construir una sólida democracia con las herramientas necesarias para combatir la corrupción y prevenir el clientelismo, con la ayuda de un equipo humano de profesionales y tecnócratas. Además, es el único candidato que se ha declarado contra la minería de cielo abierto.
Excluyo de toda posibilidad a los candidatos de libre postulación Maribel Gordón, quien representa a la izquierda, Zulay Rodríguez, y Melitón Arrocha, también postulado por País.
Gordón surge del Frente Amplio por la Democracia (FAD), derrotado aparatosamente en las elecciones de 2019; Rodríguez está inscrita y postulada para diputado por el PRD, y Arrocha es miembro del Partido Panameñista.
En resumen, los partidos políticos tradicionales, capturados y usados como moneda de cambio por políticos codiciosos, han traicionado a sus membresías abandonando la democracia interna, y utilizándolas para negociar el disfrute de las mieles del poder. Ellos son los causantes del deterioro de la democracia; su descaro es tal, que algunos se hacen acompañar en giras por activistas condenados por casos de corrupción. Proponen lo mismo que han propuesto, sin cumplir, en elecciones pasadas. O decidimos la caída al abismo o el rescate de nuestro país, para construir una robusta democracia.
El autor es periodista.