Tras 169 años desde el inicio de operaciones del primer ferrocarril transoceánico del mundo y casi 110 años desde el inicio de operaciones del Canal interoceánico, Panamá debería estar en capacidad de competir con los principales hubs logísticos del mundo.
Tiene a su favor una posición geográfica privilegiada (su principal activo), un canal que sirve al 4% del comercio mundial, un centro financiero de calidad mundial, la principal zona libre de occidente, al dólar como moneda de curso legal, un robusto centro internacional de seguros y reaseguros, y un consolidado canal seco. Además, la ampliación del Canal, inaugurada en junio de 2016, abrió un cúmulo de oportunidades que han aprovechado Colombia y Costa Rica. Al decir del panameño común, “nos han robado el mandado”.
Con tantas ventajas, ¿por qué no hemos logrado consolidar a Panamá como hub logístico de clase mundial? Daniel Isaza, prestigioso empresario, nos ensaya una respuesta al tomar posesión el pasado 18 de julio como presidente del Consejo Empresarial Logístico de Panamá (COEL): “La mayor competencia (logística) que tiene Panamá somos nosotros mismos con nuestra falta de ejecución y visión”, dijo, para advertir que, “si no trabajamos en conjunto todos los sectores con una visión de país, estamos destinados a seguir perdiendo competitividad y nos seguirán ‘robando el mandado’”.
Con todas las ventajas señaladas, Panamá debe corregir las deficiencias y limitaciones que tiene en materia logística y de oferta portuaria para situarse al nivel de los hubs logísticos que operan en Alemania, Suecia, Bélgica, Austria, Holanda, Singapur, Dinamarca, Reino Unido y Finlandia, países que lideran el Índice de Desempeño Logístico que elabora anualmente el Banco Mundial con el apoyo de instituciones académicas, compañías privadas y expertos en logística. Panamá ocupa la posición No. 37. Elaborado en escala de 1 para el peor a 5 para el mejor desempeño, el índice mide eficiencia de aduanas, infraestructura, embarques internacionales, competitividad logística, puntualidad y capacidad para rastreo de los embarques. Panamá debe corregir muchas deficiencias, incluida la débil conectividad interna, para ubicarse al nivel de los primeros 10 países en el ranking.
Los tres últimos gobiernos (Ricardo Martinelli, Juan C. Varela y Laurentino Cortizo) han registrado poca o ninguna mejoría en la competitividad logística de Panamá y, menos, agregado valor a la ruta panameña, salvo por la creación de algunas zonas libres. Al gobierno de Varela hay que anotarle el crédito de haber elaborado la Estrategia Logística Nacional de Panamá (ELNP) 2030, adoptada mediante Decreto No. 268 de 10 de abril de 2018. Pero su ejecución quedó en el limbo en el gobierno de Cortizo, a pesar de haberse comprometido a implementarla.
Precisamente, en su discurso de toma de posesión, Isaza planteó la necesidad de que el gobierno actualice la estrategia logística a partir de lo cual este “plan estratégico requiere ejecución, dinamismo y adaptación continua a las demandas del comercio global”. Para esta y otras tareas pendientes, Isaza reafirmó el compromiso de COEL de “convertirse en un órgano consultivo y ejecutor para lograr las metas de crecimiento económico y aportar al desarrollo social sostenible desde la industria logística”.
Un tema que deberá acometer el gobierno es el fortalecimiento de la débil institucionalidad de la logística. Esa debilidad, señala la ELNP, deberá materializarse si es que el gobierno desea convertir a Panamá en una plataforma logística de calidad mundial. Esa robusta institucionalidad es necesaria para “coordinar y gobernar el sistema ‘hacia adentro’, hacia la mejora de su eficiencia y competitividad, pero también ‘hacia afuera’ para impulsar su estrategia como hub”.
Además del fortalecimiento de la institucionalidad, la actual administración deberá enfocarse en implementar la digitalización y la transparencia, los estándares globales del comercio en los procesos logísticos, los proyectos de infraestructura necesarios para mejorar nuestra competitividad y el desarrollo del proyectado reservorio multipropósito de río Indio, que resolverá las necesidades de agua para el Canal y la región metropolitana y Panamá Oeste en los próximos 50 años. La elección como presidente de la república del abogado maritimista José R. Mulino, graduado de la Universidad de Tulane, y la designación por este del empresario José R. Icaza como ministro para Asuntos del Canal y secretario de Metas, y del exadministrador del Canal, Alberto Alemán Zubieta, como asesor de asuntos marítimos y logísticos, me alientan a pensar que, al fin, Panamá se encamina a consolidar su destino como hub logístico global.
El autor es periodista.
