Con profunda preocupación he podido observar, leer y escuchar a través de diversos medios de comunicación y de los administradores del Estado la enorme preocupación que han producido las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Sr. Trump, con respecto a su intención de recuperar el Canal de Panamá. Las respuestas del presidente de Panamá y de sus funcionarios, en mi opinión, han sido deficientes, por no decir extremadamente ridículas y fuera del contexto real de nuestro país. Nadie discute la opción de pertenencia geográfica del Canal de Panamá, la discusión se centra sobre la operación del mismo.
Para estar claro en esto, recordemos que el istmo de Panamá surgió como un puente entre dos continentes hace millones de años. Haciendo público el conocimiento para todos y todas, debemos recordar que antes de formarse el actual istmo, el espacio era cubierto por las aguas del océano Pacífico y Atlántico y el desplazamiento era a través de las islas que cubrían el espacio existente.
Por razones asociadas al clima y la realidad geológica, y principalmente como efecto de la voluntad divina, el espacio entre las islas existentes se llenó con sedimentos por millones de años hasta que se convirtió en una franja que unía el dividido continente americano.
Se considera que la formación del istmo de Panamá fue uno de los más importantes acontecimientos geológicos en los últimos 60 millones de años. El istmo de Panamá, sin que existiera un canal, tuvo un enorme impacto sobre el clima de la Tierra y en su medio ambiente. Al impedir que las corrientes del Atlántico y el Pacífico se unieran, las del Atlántico migraron al norte y se formó la corriente del Golfo, y con las cálidas aguas del Caribe fluyendo hacia el norte, el clima de Europa se tornó más cálido. Además, el Atlántico, que ya no se mezclaba con el Pacífico, aumentó su salinidad.
El istmo de Panamá influyó en los océanos y en las pautas de circulación atmosférica que regulan el modelo de las precipitaciones y el paisaje. Además, Panamá es una franja de tierra con un destino muy claro: Panamá es el puente del mundo y corazón del universo. Por nuestro país circuló el tesoro de Sudamérica hacia España, el ejército de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y han circulado innumerables especies de la fauna terrestre desde el sur hacia el norte y viceversa.
Debemos recordar que en el año 1914, dando continuación al intento francés por construir un canal a nivel a través de nuestro territorio, que fracasó por diversas razones, fue construido dentro de nuestra estructura geográfica el Canal de Panamá con un carácter más financiero que político, aunque quien lo construyó sabía de la importancia del mismo en las relaciones internacionales.
El canal se construyó por parte de Estados Unidos, y Panamá le concedió su administración, operación y manejo al país constructor a través de la firma del tratado Hay-Bunau Varilla, indefinidamente. Nótese que ese tratado no lo firmó ningún panameño, fue firmado por Estados Unidos y Francia (firmante por Panamá). Los ciudadanos de la República de Panamá jamás aceptaron la firma de ese tratado y, desde que se ejecutó esa acción, el pueblo panameño protestó en las calles exigiendo la eliminación de ese tratado.
Son muchos los episodios históricos que corroboran nuestra observación. Lo fundamental para el pueblo era mantener su derecho soberano sobre la franja de tierra sobre la cual se construyó el canal, conocida como “Zona del Canal”, y el manejo y operación del mismo, situación que se logra con la firma de los tratados Torrijos-Carter, firmados entre Estados Unidos y Panamá.
Recordemos, señor presidente, que Trump es el presidente de Estados Unidos y que él está obligado a defender los intereses de su país. Si él siente que están en peligro, su deber es defenderlos, al igual que usted está obligado a defender los intereses de Panamá.
El Canal de Panamá, geográficamente, está en Panamá, en consecuencia, pertenece a Panamá y nosotros solo concesionamos la administración, la operación y el mantenimiento del mismo. Si Estados Unidos está interesado en esa operación, podemos hablar, pero jamás de la propiedad del mismo. Olvidémonos de todas las estupideces que menciona Trump en su perorata. Si quiere hablar, ubiquemos cuáles son nuestros intereses. Usted no puede ni debe intentar hacer nada más.
Constitucionalmente, según el artículo 1: “La nación panameña está organizada en Estado soberano e independiente cuya denominación es República de Panamá. Su Gobierno es unitario, democrático y representativo”.
Señor presidente, usted representa el Estado soberano y el querer de su población, la cual luchó por ser soberana sobre todo su territorio. Nada ni nadie puede pasar por encima de ese ideal convertido en realidad. Como un consejo, usted no puede ni debe dar declaraciones en las cuales justifica la opinión de Trump. Decir que el tratado con China fue indebido o inoportuno en este momento es validar ante el mundo las trasnochadas declaraciones del señor Trump. Usted está validando cualquier intento de Estados Unidos de retomar el canal por vía de negociación o guerrerista.
Señor presidente, de personas que piensen como usted, justificando lo injustificable, debemos prescindir. Usted recibió el país con sus bonanzas y desperfectos. Súmese y no desperdicie la oportunidad de ser panameño.
Soy de la opinión de que el presidente Mulino no debe explicar a su manera las declaraciones del presidente Trump. Cada uno dice lo que le corresponde y debe responder históricamente a su poca o falta total de información. Mulino es presidente de Panamá y debe responder por Panamá, ni defender ni atacar a nadie. Este no es el momento para hacerlo. Presidente, enfóquese en su país.
El autor es ciudadano panameño.