Opinión

Los horrores del 7 de octubre

Hoy se cumple un año desde que Israel se vio obligado a participar en una guerra que no esperaba, no deseaba ni eligió. Un año desde los horrores inimaginables del 7 de octubre, un día que quedará marcado para siempre en nuestros corazones y mentes.

En esa fatídica jornada, 1,200 israelíes, en su mayoría civiles, fueron asesinados por miles de terroristas de Hamás que se infiltraron en kibutzim, pueblos y pequeños puestos militares. Durante este año, hemos sido testigos de imágenes de bebés asesinados y cadáveres decapitados, relatos de torturas, humillaciones, abusos sexuales y las pesadillas que los 251 inocentes secuestrados han soportado bajo el cautiverio de Hamás.

Aún permanecen 101 rehenes en Gaza, languideciendo en los túneles de Hamás, demasiado bajos para mantenerse en pie, sin ver la luz del día, con poco aire, comida o agua, luchando desesperadamente por sobrevivir. No sabemos cuántos siguen vivos, ya que Hamás no proporciona información sobre su estado, salvo cuando publica videos con fines de terror psicológico. Suponemos que la mitad de ellos aún está con vida.

Los crímenes de guerra de Hamás van más allá de la masacre del 7 de octubre. Han lanzado ataques deliberados desde zonas civiles de Gaza, como escuelas, hospitales y mezquitas, utilizando a sus propios ciudadanos como escudos humanos.

Tras el ataque, otras organizaciones terroristas, apoyadas por el régimen dictatorial extremista de Irán, también atacaron a Israel. Hezbolá, el brazo más fuerte de Irán, que ha llevado al Líbano al borde de la bancarrota, atacó a Israel un día después de la masacre con cohetes, misiles antitanque y drones. Los constantes bombardeos, que ya suman casi 10,000 proyectiles, han obligado a más de 60,000 israelíes a desplazarse de sus hogares en el norte del país durante todo este año.

No solo Hezbolá; otros representantes terroristas iraníes, como los hutíes en Yemen, milicias chiitas en Irak y grupos en Siria y Cisjordania, se han sumado en el intento de destruir a Israel. Esta es una batalla entre quienes defienden los valores democráticos y quienes los atacan, entre un país que protege los derechos humanos y la libertad, y entidades que promueven el terror y el miedo.

El pasado martes 1 de octubre, Irán lanzó 181 misiles balísticos contra Israel, obligando a 10 millones de israelíes a refugiarse en búnkeres. Israel tiene el derecho a defenderse. La guerra es terrible, y personas inocentes sufren en ambos bandos. Sin embargo, ¿qué haría otro país si fuera atacado como lo fue Israel? ¿Qué esperaban los líderes de Hamás tras perpetrar un ataque tan bárbaro? ¿Qué cree Hezbolá que conseguirá con sus continuos bombardeos?

Aquellos que piden un alto el fuego inmediato sin consecuencias para Hamás y sin exigir la liberación de los rehenes están, sin querer, dándole una ventaja a los terroristas: después de cometer actos atroces, podrían escapar impunemente. Permitir que Hamás siga gobernando Gaza solo llevará a enfrentamientos futuros y más sufrimiento. Para recuperar la normalidad, la estabilidad y la paz, es imprescindible liberar a todos los rehenes y desarmar a Hamás.

Pensemos en los 101 rehenes que luchan por sobrevivir en condiciones inhumanas, como la familia Bibas, cautiva junto a sus hijos Kfir y Ariel, de 9 meses y 4 años al ser secuestrados. Recordemos a Amir Cooper, de 84 años, asesinado en cautiverio, cuyo cuerpo sigue en manos de Hamás, y a Romi Gonen, de 23 años, secuestrada en el festival de danza Nova y que aún podría estar viva.

No olvidemos a las víctimas asesinadas ese terrible día, como la familia Siman-Tov: los padres Tamar y Johnny, sus hijas gemelas Shahar y Arbel, de cinco años, y un niño de dos años, todos brutalmente asesinados en su hogar. Recordemos a Ruth Peretz, de 17 años, con parálisis cerebral, y a su padre, ambos quemados vivos y encontrados abrazados.

Pensemos en Noya Dan, una niña autista de 13 años, asesinada junto a su abuela Carmela, de 80 años. Recordemos a todos aquellos inocentes que, ya sea en la seguridad de sus hogares o en un festival de paz, enfrentaron las torturas, violaciones y asesinatos más brutales e inhumanos.

Tenemos la obligación de defender a los rehenes y exigir su liberación inmediata. Debemos restablecer la seguridad para todos en la región. Es lo correcto, es lo humano.

El autor es embajador de Israel en Panamá.