En el año 2003, una escritora llamada Christine Miserandino utilizó una poderosa metáfora para describir los niveles de energía que utilizamos diariamente y ayudarnos a reflexionar en nuestras prioridades. Se trata de la teoría de las cucharas.
Christine vive con una enfermedad crónica llamada lupus y buscaba explicar las limitaciones que se enfrenta en su día a día en temas de falta de energía y fatiga. Sin embargo, esta teoría también es válida y útil para aquellos que no tienen estas condiciones, ya que les da una herramienta de autoevaluación y autocuidado. A través de esta metáfora, las personas también aprenden a valorar y respetar sus propios límites, evitando el agotamiento extremo y reconociendo la importancia de decir “no” a ciertas exigencias/deseos.
¿Qué es la teoría de las cucharas?
Imagínate que te levantas en la mañana y tienes diez cucharas. Distintas actividades representan una cierta cantidad de cucharas de acuerdo al nivel de energía que gastas haciéndolas. Esto es personal. Por ejemplo, hacer el almuerzo y cena puede costar una cuchara, hacer el super puede costar otra cuchara y atender a los hijos puede costar tres cucharas. Ir al trabajo puede representar tres cucharas más. Si haces todo eso en un día, te habrás gastado ocho cucharas, dejándote dos cucharas para gastar en el resto de tu día. Recuerda que solamente tienes diez en total para ese día. Si decides gastar de más, probablemente ya estarás irritable y con una sensación de fatiga. Esto implicaría que mañana posiblemente ya no te levantes con diez cucharas para empezar tu día, sino tal vez ocho.
¿En qué estás gastando tus cucharas?
Las cucharas no solamente se gastan con trabajos físicos; también se gastan con cargas emocionales y mentales.
Es bueno reflexionar sobre cómo elegimos usar nuestra energía en la vida diaria. Nos obliga a pensar si estamos dedicando nuestros recursos limitados a aquello que realmente importa o si estamos dejando que se nos escapen en cosas que, en el fondo, no aportan a nuestro bienestar. En un mundo tan acelerado, donde a menudo se glorifica la ocupación, es fácil olvidar que nuestra energía tiene límites y que cada decisión implica un “gasto” que repercute en nuestra capacidad de dedicarle a otros temas.
Reflexionar sobre nuestras cucharas también nos ayuda a comprender que no tenemos la misma cantidad todos los días. Hay días en los que podemos hacer más, y otros en los que necesitamos ahorrar y priorizar el descanso.
A veces las personas entran en “piloto automático”, haciendo cosas, una detrás de otra, sin ver un fin. Sienten culpa si no cumplen con las exigencias externas, a menudo poniendo su propio cuidado de último lugar, como si fuera un lujo. Es importante que entendamos que no tenemos energía ilimitada, que también somos personas y debemos cuidarnos, poniendo límites y pudiendo elegir en qué y en quién queremos gastar nuestras cucharas.
La autora es psicóloga clínica.