Opinión

La nueva capital que merecemos

De lecturas de documentación histórica sobre los emplazamientos o sitios escogidos para la creación de ciudades en lo que hoy llamamos América Latina, por parte de la corona española, siempre obedeció a los propósitos de la acción de conquista y colonización, y más a la primera que a la segunda. Aquellos llegaron en busca de riquezas, dominación y depredación más que con el mero propósito de colonización, es decir, fundación de emplazamientos urbanos (ciudades).

Los actos de fundación de Panamá no quedan exentos; sus emplazamientos o sitios escogidos para el propósito de su creación obedecieron a las proximidades del mar y su compatibilidad con los medios de transporte de la época y la condición geográfica general del Istmo para el trasiego de todo aquel material extraído como producto de la barbarie conquistadora. Entonces, la fundación de Panamá siempre fue una consecuencia de la conquista y no un propósito de colonización.

Sí, aquí estamos y continuamos en este espantoso lugar, luego de cinco siglos, que nunca ha sido adecuado y no responde por múltiples factores a los más caros propósitos, necesidades y funciones en general de una ciudad moderna y mucho menos de la capital de este país nuestro. ¿Por qué no? Porque la ciudad de Panamá y ninguna de este país son producto de procesos de planificación, así como tampoco ninguna ha tenido ni tiene clara su función, propósitos y misión en la estructura urbana nacional; solo han respondido a la fuerza de la inercia económica, a los vaivenes y propósitos de los grandes intereses que no les importa el bienestar y visión de país. La condición de vida y actividades urbanas continuará en desmejora y, con ello, la condición y calidad de vida en general de la población y de las actividades asentadas en los sitios que malamente denominamos ciudades.

La respuesta a lo anterior es única: creación de una nueva ciudad capital que sea digna de los panameños y del aprovechamiento de sus abundantes recursos y oportunidades. En donde la vida sea realmente urbana con valores de orden, respeto y justicia. Crear una nueva ciudad no es una acción nueva en los siglos XX y XXI; hoy se erigen múltiples en varias partes del mundo y obedecen precisamente a los más caros propósitos de cada nación. Necesitamos una nueva ciudad en donde se brinde la calidad de vida que nos merecemos y brindar al mundo la imagen que este país siempre ha proyectado. Crear una nueva ciudad para la capital de la República producirá muchos más ingresos al fisco que el canal y todos sus puertos.

Segunda pregunta, ¿dónde? Para mí, como urbanista, el mejor emplazamiento podría ubicarse entre Penonomé y Divisa. Este espacio geográfico nacional reúne los mejores factores, características y condiciones para el desarrollo de la vida, las actividades económicas y las de administración pública.

Tercera pregunta, dimensiones: sería una ciudad que albergaría las actividades de gobierno con capacidad para unos 500 mil habitantes en su centro. Su forma o modelo puede ser variado y adaptativo a la geografía del sitio, tratando de producir o mantener la menor cantidad de automóviles y contaminación de todo tipo posible. Debe ser de baja densidad y tener una superficie total a futuro de por lo menos 150 km², es decir, el doble de la ciudad de Panamá hoy. Este espacio involucra grandes parques y arboladas, jardines, gran vialidad central de todo tipo y naturaleza que iniciaría en Río Hato (Antón) para involucrar el aeropuerto y la zona hotelera, desde Penonomé hasta Divisa, es decir, unos 80 km, aproximadamente con un alineamiento suroeste directo a Divisa.

Cuarta pregunta, inversión: puede ser construida en un máximo de 15 años, lo que representa tres periodos de gobierno. La inversión debe ser mixta, Estado/empresa privada, de manera que los costos de inversión se reduzcan por año fiscal en el presupuesto general del Estado.

El autor es urbanista.