Hace poco, mientras veía un noticiero internacional, me encontré con un dato alarmante: el 1% más rico del mundo agotó su límite anual de emisiones de CO2 en solo 10 días del 2025. En el mismo telediario, se informaba que grandes empresas internacionales incumplían sus políticas verdes, a pesar de promoverlas y que la Casa Blanca anunciaba que el presidente Trump abandonaría el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Con estos hechos en mente, pensé en los esfuerzos que hacemos como país, donde cada vez más personas se suman a la gestión ambiental. Es claro que la educación ambiental es la herramienta que nos permitirá avanzar hacia un futuro sostenible. ¿Por qué lo pienso?
La crisis ambiental global ha alcanzado niveles críticos, lo que ha dado lugar a lo que muchos expertos han denominado la “triple emergencia planetaria”: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. En Panamá, un país rico en biodiversidad y recursos naturales, esta situación es aún más urgente. El futuro sostenible de nuestra nación depende de nuestra capacidad para educar e inspirar a las nuevas generaciones y también a los adultos, a tomar conciencia de la importancia de proteger y gestionar el ambiente.
Con todo esto, la educación ambiental no es solo una necesidad, sino una herramienta esencial para lograr que las personas comprendan el impacto de sus acciones y tomen decisiones más responsables. Para ello, es crucial abordar este desafío a través de tres enfoques clave de manera coordinada: la educación formal, no formal e informal.
Educación formal: el rol de las escuelas y universidades
Los centros educativos deben promover la transversalidad de la educación ambiental desde los primeros años de la educación inicial y básica. La formación de los estudiantes no debe basarse en la importancia de cuidar el ambiente, sino en relación a los seres humanos-ambiente-problemática socioambiental y sostenibilidad. Programas enfocados en el cambio climático, la gestión de los recursos naturales y la sostenibilidad deben ser parte integral del currículo, preparando a los estudiantes para ser agentes de cambio en sus comunidades.
El sistema educativo panameño, actualmente basado en un enfoque de aprendizaje por proyectos y pedagogía interdisciplinaria por competencias, tiene una gran oportunidad de resignificar la educación ambiental. Esto implica repensar y redefinir conceptos y enfoques, adaptándolos a las necesidades actuales y a los desafíos que enfrentamos. En este sentido, la educación ambiental debe ofrecer una visión más integral y actual, conectando los problemas ambientales contemporáneos con las nuevas formas de enseñar y aprender.
Las universidades, por su parte, juegan un rol fundamental en la formación de una ciudadanía consciente y responsable. No basta con trabajar de manera reactiva o en red, sino que debemos integrar la educación ambiental en los programas académicos de las carreras universitarias. La Universidad de Panamá ya promueve la investigación, la extensión y la innovación en esta área, con el objetivo de formar profesionales comprometidos, capaces de enfrentar los retos ambientales con soluciones efectivas y reales para el país.
Educación no formal: aprendizaje en la comunidad
A pesar de los esfuerzos, muchas comunidades rurales y urbanas en Panamá carecen de acceso a información, organización y herramientas para enfrentar los desafíos ambientales. No es suficiente con ofrecer talleres, charlas o actividades de voluntariado; es necesario promover proyectos comunitarios que involucren a los ciudadanos en la gestión del entorno, permitiendo que se conviertan en gestores activos de la naturaleza. Esta es una forma efectiva de fomentar el sentido de pertenencia y la acción colectiva ante los problemas ambientales.
Educación informal: el poder de la cultura y los medios
La educación informal, transmitida a través de los medios de comunicación, las redes sociales y las tradiciones culturales, es esencial para llegar a un público más amplio. Las campañas de sensibilización ambiental, los documentales y las publicaciones en redes sociales son herramientas poderosas para inspirar cambios de comportamiento. En Panamá, el uso de los medios locales para promover el respeto hacia la naturaleza y las prácticas sostenibles puede marcar una diferencia significativa, especialmente entre las generaciones adultas que quizás no han tenido acceso a una educación ambiental formal.
Finalmente, en nuestro país, es necesario que sigamos construyendo una sociedad más consciente y motivada para actuar y proteger nuestro hogar común. Cada vez más, nuestras acciones exigen una respuesta colectiva y decidida. La educación ambiental, como herramienta transformadora, es la clave para lograr un cambio real y sostenible que nos permita avanzar con el desarrollo humano ambientalmente sostenible.
La autora es doctora en educación ambiental.