Opinión

Innovar o morir, un reto permanente

La famosa máxima de Peter Drucker de “Innovar o morir”, al igual que la de Steve Jobs cuando decía “la innovación permite ver los cambios como oportunidades, no como amenazas”, así como las múltiples experiencias vividas en un creciente número de industrias, permiten alertar sobre los enormes retos y riesgos a los que el mundo empresarial está expuesto a diario, que lo llaman a innovar permanentemente, no como opción, sino como una necesidad para subsistir, mantenerse competitivo y poder contribuir al mayor desarrollo de los países.

La tecnología, al igual que las capacidades y habilidades humanas, representan las principales fuentes de ventajas competitivas con las que cuentan las empresas y los países. En las últimas décadas la innovación tecnológica específicamente, ha venido representando enormes desafíos y oportunidades, e impactado a una gran variedad de industrias, dando cuenta de empresas, que decidieron no asumirla. Abundan los casos de disrupciones emblemáticas y contundentes, inclusive en industrias consolidadas, que han terminado sustituyéndoles sus productos y servicios, con ofertas más versátiles y económicas, que brindan una mejor experiencia de clientes, como en la de la fotografía, telecomunicaciones, comercio al detal, hotelería, música, taxis y más recientemente en la financiera.

Vale la pena reflexionar sobre el caso de la industria fotográfica, que por más de 100 años mantuvieron vigente las famosas cámaras Kodak, con sus rollos e impresiones, primero en blanco y negro y luego en color, hasta la aparición en la década de 1990 de las primeras cámaras digitales de Sony y Canon. Posteriormente también éstas fueron sustituidas por teléfonos celulares con nuevas funcionalidades, cada vez más inteligentes, que permiten, entre otras cosas, no solo tomar fotos con excelente calidad, sino también mejorarlas y compartirlas remotamente.

Paradójicamente el ingeniero de Kodak Steve Sasson, en 1975 fue quien inventó la primera cámara digital, la cual no se le permitió desarrollar a fin de evitar canibalizar los productos tradicionales de la empresa, hasta que la aparición de las cámaras digitales japonesas, terminaron llevando a la empresa en 2012, a declararse en bancarrota.

En la industria financiera internacional, con la proliferación de plataformas digitales, las nuevas tecnologías, como el cloud, la blockchain y la inteligencia artificial, en la última década se comenzó a gestar un proceso disruptivo similar, primero con la aparición de la regulación del open banking, que busca proteger al consumidor y reconocer su derecho a disponer y compartir su información financiera con otras instituciones autorizadas, así como con la aparición de los neobancos o bancos digitales y las fintech, que comenzaron a ofrecer en forma desagregada (unbundling) los diversos productos y servicios que tradicionalmente venían comercializando los bancos, pero en forma más personalizada, eficiente e inclusiva, permitiendo bancarizar a buena parte de las personas que se venían manteniendo segregadas del sistema financiero, por sus niveles de exigencias, costos, volumen de negocios, o simplemente lejanía de sus lugares de residencia o trabajo.

En el contexto actual de bajos crecimientos, mayores necesidades de generación de empleo y de optimización del uso de los fondos públicos, la inclusión financiera, sin duda, representa una enorme oportunidad para incorporar al desarrollo de las economías, reducir la pobreza y la discriminación, a la gran cantidad de población que no mantiene productos o servicios con los bancos tradicionales.

En América Latina, por ejemplo, según las últimas estimaciones del BID al 2021, el 39% de la población adulta no está bancarizada, al igual que el 35% de los costarricenses, el 50% de los panameños y el 54% de los dominicanos, y la tecnología, conjuntamente con la educación financiera, son las vías más eficientes, justas y seguras de hacerlo, a través de la implementación de adecuadas estrategias nacionales de inclusión financiera, que buscan promover la competencia en los servicios financieros, reducir la concentración en la industria, mejorar y hacer más accesibles los productos y servicios ofrecidos, e igualmente hacer más eficiente y ágil la gestión del negocio financiero, así como asegurar la subsistencia de los bancos más tradicionales.

Economista con máster en blockchain & fintech.