En un momento en que Panamá necesita fortalecer su política exterior para defender sus intereses políticos y comerciales, no podemos permitirnos diplomáticos que carezcan de preparación y visión. Las recientes tensiones globales, como las amenazas al Canal de Panamá y la creciente competencia por inversiones internacionales, subrayan la necesidad urgente de una representación diplomática profesional, estratégica y comprometida. Nombrar embajadores y cónsules con base a compadrazgos o afinidades partidistas, como ha sucedido en gobiernos recientes, compromete la imagen, la efectividad y la credibilidad del país en el escenario internacional. Ejemplos recientes, como el desconocimiento demostrado por algunos designados en India y Reino Unido, reflejan la urgencia de implementar criterios meritocráticos y de alto estándar. Aunque la pertenencia a la carrera diplomática no garantiza el éxito, sí establece un estándar mínimo de profesionalismo y conocimiento indispensable. Panamá merece una diplomacia que represente con dignidad, capacidad y visión estratégica nuestros intereses en un mundo cada vez más interconectado y desafiante.
Opinión