La crisis por la paralización de las potabilizadoras Roberto Reyna y Rufina Alfaro no es un hecho aislado ni un fenómeno nuevo. En Herrera y Los Santos, los cortes en el suministro de agua potable se han vuelto recurrentes, y su causa principal —la contaminación del río La Villa— lleva años sin ser atendida con la seriedad que exige. La presencia de microorganismos y patógenos ha obligado al Idaan a suspender operaciones, dejando a miles sin acceso al vital líquido.
La respuesta gubernamental ha sido reactiva: cisternas, distribución de agua embotellada y presencia interinstitucional en la zona. Pero nada de eso resuelve el fondo del problema. La falta de planificación, vigilancia ambiental y políticas sostenidas para proteger las fuentes hídricas es lo que ha desembocado en esta emergencia.
Las comunidades afectadas exigen más que paliativos. Exigen acción y voluntad política para garantizar, de una vez por todas, que el agua potable no dependa de la suerte ni de la improvisación.