Opinión

Hoy por hoy

En los últimos días de este gobierno, siguen las sorpresas. Con un salario que duplica al del presidente de la República – lo que implica ingresos que superan los $800 mil durante todo el quinquenio 2019-2024 – el gerente general de Etesa concluirá su gestión cobrando casi $250 mil, tras llegar a un “mutuo acuerdo” para separarse de esta sociedad estatal. Si se puede definir la desvergüenza con un acto de gobierno, este sería uno de ellos. Etesa es una empresa estatal, regida por el Código de Trabajo, aunque su propietario no sea una entidad privada. Este pago es totalmente inaudito y esperemos que el contralor se abstenga de aprobarlo. Además, es preocupante que este tipo de comportamiento pueda generar un efecto dominó, dado que Etesa no es la única entidad estatal que opera bajo una modalidad de empresa privada. El gerente de Etesa comprende bien que su cargo, aunque técnico, también tiene una dimensión política. De hecho, ya sabe quién es el candidato favorito del próximo presidente para sucederlo. No es la primera vez que vemos este tipo de abusos. Ya sucedió durante la privatización – en un gobierno del PRD – del extinto Intel, S.A., donde se pagó una suma similar al entonces director. Han transcurrido más de 25 años y aún persisten estos malos hábitos. Parece que no hemos aprendido nada.