Panamá figura entre los seis países de América Latina con mayor insatisfacción con la democracia, reportó en julio el Latinobarómetro 2023, estudio anual que monitorea el nivel de satisfacción con la democracia. Curiosamente, y en contravía de los demás países del hemisferio, los panameños no prefieren ni gobiernos autoritarios ni militares. Ello genera una dosis de esperanza, a pesar de que nuestra clase política ha convertido nuestro sistema de gobierno en una mala caricatura de democracia.
Con base en la encuesta que suele hacer para formular su análisis anual sobre el estado de la democracia, el Latinobarómetro atribuye la “recesión democrática” a la corrupción, la deficiente respuesta a las demandas sociales, la injusta distribución de la riqueza, la desigualdad ante la ley, y a la pobre formación ciudadana.
Llama la atención que, consistentemente, la corrupción es señalada como el mayor obstáculo a la atención de las necesidades populares, pues los recursos que se deben destinar a esos fines terminan en el patrimonio de políticos corruptos.
Si este problema lo reconocen ciudadanos de todas las condiciones sociales, ¿por qué siguen reeligiendo a políticos corruptos? Estudios apuntan a varias razones, entre ellas la falta de una sólida formación ciudadana, inspirada en valores cívicos.
El título de uno de esos estudios presentado en 2011 en la Asamblea Anual de la Asociación Americana de Ciencia Política, en Seattle, Washington, es muy sugerente: “¡Es el soborno, estúpido! - El voto de chequera vs la corrupción sociotrópica”. De allí que me produzca optimismo la aparición, desde hace varios años, de organizaciones dirigidas a formar ciudadanía en la juventud panameña.
Una de las primeras fue Jóvenes Unidos por la Educación (JUxLaE), orientada no solo a promover la modernización de la educación en todo el país como un nivelador social, sino a fomentar la ciudadanía activa y el liderazgo responsable.
Creado en 2016 bajo la mentoría de la abogada y educadora, Nivia Rossana Castrellón, este grupo desarrolló en 2017 una alianza estratégica con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), con el fin de ejercer un rol proactivo en el esfuerzo de conectar a las nuevas generaciones con el Canal y sensibilizarlas para crear conciencia sobre el compromiso que tienen con la viabilidad futura del Canal.
En esa vena, ha creado espacios de reflexión sobre el aprovechamiento de la ruta en beneficio del desarrollo integral.
Con el apoyo de Educación 2020 de Chile, JUxLaE organizó en 2018 el Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana. En 2019, en el marco de su alianza con la ACP, se realizó la primera versión del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana (LLAC). Este programa ha permitido fortalecer la conciencia ciudadana en más de 900 jóvenes de 10 provincias y 3 comarcas en su primer quinquenio, impactando así hasta la cuenca del Canal e incidiendo, a través de 80 proyectos que ofrecen respuesta a retos como la educación, la inclusión, el ambiente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la democracia participativa y la ciudadanía activa. Estos jóvenes líderes multiplican sus experiencias y conocimientos a través de redes sociales y medios de comunicación.
Otra alentadora iniciativa es el de Ciudadanía Consciente, organizado por la Academia de Gobierno Abierto y Democracia Digital, bajo el liderazgo de la Fundación Generación Sin Límite, la cual cuenta con el apoyo de la Unión Europea.
“Este programa promueve la formación de ciudadanos conscientes de sus derechos y responsabilidades”, reveló su gestor y director general, el politólogo Ricardo Herrera Hazera.
El programa cuenta con el apoyo de la Facultad de Educación de la Universidad de Panamá. Y abarcará al Instituto América en su primer año de implementación y a cuatro de los principales institutos educativos del país.
Entre los temas que cubre están estrategias de gobierno abierto y democracia digital, acceso a información de interés público, voto informado, conciencia eco-social y participación ciudadana 2.0. Esta deriva de “Web 2.0″, referida a los portales de internet que permiten la interacción con los usuarios y facilitan la mutua cooperación.
Sin duda que hay más organizaciones no gubernamentales dedicadas a la formación ciudadana, pero nunca serán suficientes.
Frente al riesgo inminente que enfrenta nuestra democracia, urge que los grupos cívicos fortalezcan y amplíen sus programas, a fin de crear conciencia ciudadana desde la educación primaria. Ello se hace más necesario en la medida en que el clientelismo y la corrupción sigan amenazando nuestra incipiente democracia.
El autor es periodista
