La historia de las bibliotecas en Panamá refleja tanto su potencial como las dificultades que enfrenta en la actualidad. Desde la época colonial, las bibliotecas en Panamá comenzaron como pequeñas colecciones de libros y documentos, principalmente gestionadas por órdenes religiosas y algunas instituciones gubernamentales. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando el país experimentó un impulso en la construcción de bibliotecas, especialmente a través de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, fundada en 1942 y dedicada a preservar el patrimonio bibliográfico panameño. A pesar de este progreso, las bibliotecas en Panamá enfrentan desafíos considerables en términos de infraestructura, actualización y relevancia en la vida cotidiana de los ciudadanos. Si se compara esta realidad con el contexto latinoamericano, hay varios aspectos críticos que sobresalen en la situación actual de las bibliotecas en Panamá. Por ejemplo, la infraestructura desactualizada, el pobre acceso a tecnología y recursos digitales, la falta de actualización en las colecciones o la falta de personal capacitado y presupuesto limitado.
Es triste escuchar de boca de “profesionales” panameños, decir que las bibliotecas no tienen valor alguno. Esta percepción negativa, donde se les considera instituciones obsoletas y de poco valor práctico se debe en gran medida, a la falta de campañas de concienciación que promuevan la lectura y la cultura bibliotecaria. Así como al hecho gris de que el sistema educativo, no incluya ni valore, el uso de las bibliotecas como recurso valioso para el apoyo al proceso docente educativo. Creando así, una desvalorización social y cultural que forma profesionales que no saben cómo hacer, como mínimo, una buena investigación, o una búsqueda avanzada.
La biblioteca de la provincia de Veraguas, es un reflejo muy cercano a esta realidad. Un espacio totalmente silencioso en medio de la ciudad. La ausencia de actualización de colecciones, la falta de acceso a la tecnología que debiera tener un centro de Información provincial, la poca divulgación de sus actividades, como talleres literarios, apoyo a la actividad pedagógica, acceso ilimitado a un fondo de información actualizada, o el procesamiento de la información para los usuarios, son algunos de los tantos males que aquejan a esta institución.
La biblioteca de Veraguas, al igual que otras bibliotecas provinciales en Panamá, no tiene acceso a colecciones actualizadas y recursos digitales. El presupuesto limitado o nulo implica que las bibliotecas como esta, no puedan renovar sus colecciones ni ofrecer acceso a estos recursos. Esto es especialmente crítico en una era en que la información digital y los libros electrónicos son esenciales para la investigación y el aprendizaje. Sin estas herramientas, las bibliotecas quedan limitadas a libros y materiales desactualizados, que no responden a las necesidades académicas. Sin embargo, es considerable que, aún con la falta de inversión, esta institución pudiera ser más funcional para los usuarios que la frecuentan y esto en parte se debe también a la escasez de personal especializado en gestión de bibliotecas y la falta de formación continua para que estos empleados garanticen la eficiencia y calidad del servicio.
¿Cómo puede un estudiante universitario aprender a investigar, sin el adecuado aprendizaje de cómo hacer búsquedas avanzadas o acceder a buscadores que en verdad les faciliten la información adecuada?¿ Cómo puede un maestrante, o un investigador panameño aprender a gestionar información de valor que le aporte información válida para su trabajo?¿Cuántos estudiantes de los diferentes niveles en Veraguas, saben utilizar Google Scholar, Scopus, o PubMed? Por solo mencionar algunos.
La falta de programas de desarrollo y capacitación para el personal especializado en el tema, es de las atenuantes que aquejan a las bibliotecas panameñas. Esto también se traduce en la imposibilidad de brindar capacitación continua al personal, un aspecto crucial para ofrecer un servicio de calidad y para el desarrollo de programas de extensión cultural y educativa. Sin personal capacitado y sin inversión en programas de formación, las bibliotecas pierden la oportunidad de ser un recurso efectivo para la comunidad. La educación y la cultura a menudo quedan relegadas en las asignaciones, afectando más gravemente a áreas rurales o menos pobladas como Veraguas.
El estado de las bibliotecas en Panamá refleja una necesidad urgente de inversión y modernización. Sin mejoras en infraestructura, recursos digitales y personal capacitado, y sin un cambio cultural que valore estos espacios, las bibliotecas panameñas continuarán en un estado de abandono y poca valoración social. La experiencia en otras partes de América Latina muestra que, con apoyo gubernamental y comunitario, las bibliotecas pueden transformarse en centros activos de educación y cultura. Panamá podría beneficiarse de estos modelos para revitalizar sus bibliotecas y convertirlas en pilares del conocimiento y la cohesión social.
La autora es bibliotecaria, poeta y narradora.