Opinión

El manejo de la información

Es esencial que los panameños comprendan que, a lo largo de la historia, los problemas de deuda pública se han resuelto de diferentes maneras, que no existe un método correcto y único. Podríamos recordar la revolución francesa y la «bancarrota de los dos tercios».

Detrás de las cifras y respuestas para salvar a la Caja, hay un conflicto social, un conflicto político: no le debemos plata a Júpiter; se trata de deuda que hay que tratar en el ámbito político. La perspectiva histórica «nos permite ver más posibilidades y darnos cuenta de que las situaciones son menos aterradoras de cómo las pretende pintar «la tiranía de la minoría».

Un grupo pequeño de accionistas, de esos que viven de los beneficios repartidos a corto plazo y con directivas que ganan sueldos astronómicos que manejan bonos de alto rendimiento y viven de la proliferación de instrumentos financieros con «operaciones de autocartera» han iniciado una narrativa de miedo para encadenar a la «mayoría de los panameños» en las nuevas reformas del seguro social.

La deuda pública es el motor que impulsa las nuevas oleadas de expropiaciones en el capitalismo financiarizado panameño y es vital para nuestra democracia el manejo e interpretación de la información, ya que la asunción de riesgo es proceso colectivo y las ganancias con costes marginales nulo para un pequeño grupo de empresarios son mayores. Hay que recordar la historia de Abraham Wald para salvar la Caja de Seguros Social.

Abraham Wald fue un matemático judío que migró durante la segunda guerra mundial a Estados Unidos y trabajaba en la Universidad de Chicago para resolver problemas bélicos. Uno de los retos que resolvió en el centro de análisis navales fue reducir la cantidad de bombarderos derribados y la seguridad de los pilotos.

Los ingenieros habían recogido la información sobre los orificios de bala que se veían en los aviones cuando regresaban de las misiones sobre territorio enemigo. Los orificios se concentraban particularmente en la cola y las alas de los aviones y decidieron que debían proteger las zonas más afectadas para reducir las posibilidades de que los aviones fueran derribados.

Para la sorpresa de los ingenieros, Wald recomendó en cambio que se aplicaran placas de acero en la zona inferior del avión, donde apenas había orificios de bala. Wald argumentó que las pruebas ideales se encontraban en el fondo del mar donde la inspección de los aviones derribados proporcionaría la evidencia perfecta del lugar en el que habían impactado las balas que los habían dado de baja. Les demostró que los datos que habían recogido eran muy selectivos.

Wald insistió que la única información con la que contaban eran los orificios de bala de los aviones que habían sobrevivido a su misión en territorio enemigo. Lo que mostraban esos datos selectivos era que los daños en las alas y la cola no habían sido letales y permitían que el bombardero se mantuviera en combate el tiempo suficiente y regresara a la base. Todos sabemos quien ganó la guerra por los bombarderos y todos sabemos de las bancarrotas de países por cuentas individuales manejadas por Administradora de Fondos de Pensiones privadas luego de la quiebra de Lehman Brothers en el 2008 y la subsecuente crisis financiera mundial.

El Seguro Social en Panamá ha funcionado a media máquina y no la han podido tumbar a pesar de la debilidad institucional en la que la enmarcaron los partidos políticos para ser proveedor de licitaciones en sobrecostos, financiar el costo de los pacientes no asegurados y para no exigir el pago de las cuotas obrero-patronal a los gobiernos locales. Si hubieran pagado el impuesto de la fibra óptima y las cuotas obrero patronales a tiempo no estuviéramos en apuros y en sesiones extraordinarias en la Asamblea Legislativa.

Regresar al sistema solidario nos permite estar en pie de combate hasta el 2038, fortalece la institucionalidad y credibilidad de la función esencial de la institución.

El autor es cirujano sub especialista.