La invasión y posterior anexión de la península de Crimea por Rusia en 2014 no generó una alianza inmediata de apoyo financiero y militar de Estados Unidos y sus aliados europeos a Ucrania, víctima del expansionismo imperialista ruso.
Moscú, ignorando el derecho internacional, ha iniciado guerras de conquista bajo cualquier pretexto, sin siquiera llamarlas como tales. Sin embargo, con la guerra ruso-ucraniana actual, el respaldo de Occidente fue inmediato, permitiendo a Ucrania repeler la agresión militar ordenada por Putin en 2023. Rusia, amparada en su poderío nuclear y su derecho a veto en la ONU, amenazó con represalias directas contra los países que suministraban armas avanzadas a Ucrania, aunque finalmente no pasó de amenazas.
Gracias al apoyo occidental, Ucrania recibió tanques, aviones y misiles modernos, lo que le permitió llevar la guerra al propio territorio ruso. Kiev ha ignorado las “líneas rojas” de Moscú, que a su vez parece haber olvidado sus propias advertencias. Ahora, Donald Trump insinúa la posibilidad de forzar a Ucrania a una rendición negociada, un desenlace que recuerda al sacrificio de Checoslovaquia en 1938, cuando Reino Unido y Francia cedieron los Sudetes a Hitler en el infame Acuerdo de Múnich.
Este tipo de conflicto, antes impensable entre potencias nucleares —una guerra convencional limitada entre países con arsenales atómicos, en la que se evita el uso de armas nucleares para evitar la destrucción mutua— podría repetirse si China invade Taiwán.
Estrategas militares estadounidenses consideran que, en pocos años, China, cada vez más agresiva en el Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán, podría dar un ultimátum a la isla. Si Taiwán se resiste, solo podrá defenderse con el respaldo militar de Estados Unidos.
El gobierno de Taiwán cometió un grave error en 1971 al retirarse de la ONU en protesta por la admisión de China continental como miembro con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. Esto le costó el reconocimiento internacional como Estado independiente. Desde entonces, la diplomacia china ha calificado a Taiwán como una “provincia rebelde”, eliminando su estatus de nación soberana ante la comunidad internacional.
¿Cuál es el vínculo con el Canal de Panamá?
En caso de un conflicto militar entre China y Estados Unidos por Taiwán, los estrategas estadounidenses consideran que China podría intentar sabotear, paralizar o incluso destruir el Canal de Panamá, vital para la movilidad de la flota naval estadounidense entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Por ello, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos ve con preocupación la creciente presencia de empresas chinas en los puertos panameños y su participación en proyectos estratégicos, como la construcción del cuarto puente sobre el Canal, cuya demolición podría colapsar el tránsito marítimo.
Les inquieta también el potencial uso de estas concesiones para espionaje, rastreo de unidades navales o incluso la instalación de dispositivos explosivos de activación remota en buques militares estadounidenses. Este temor se alinea con las recientes medidas de Washington contra China, como la prohibición de TikTok, el veto a Huawei y las restricciones a tecnologías avanzadas.
El informe sobre la presencia de empresas chinas en puertos cercanos al Canal fue presentado al entonces presidente electo Donald Trump por el Estado Mayor Conjunto, a partir de una investigación ordenada por la general Laura Richardson, en su momento comandante del Comando Sur de Estados Unidos.
Vivimos tiempos prebélicos de imperialismo salvaje. Los hispanoamericanos debemos actuar con astucia y prudencia, como Ulises entre Escila y Caribdis, ante los peligros que representan Donald Trump, Vladimir Putin y el Partido Comunista Chino.
El autor es abogado venezolano.