Nos encontramos en una era marcada por la acelerada transformación digital, término que implica la integración de la tecnología digital en la realización de diferentes procesos que, a su vez, están redefiniendo la forma en que trabajamos, nos comunicamos, enseñamos y aprendemos. Esta redefinición ya no es una posibilidad, sino una realidad que plantea una pregunta fundamental: ¿cómo está respondiendo la educación superior en Panamá ante los retos que impone esta transformación digital?
En Panamá, al igual que en muchos países de la región, las universidades y centros de investigación se enfrentan al reto de adaptarse a un entorno cada vez más digitalizado. Si bien existen instituciones que promueven la innovación y la investigación, aún persisten brechas importantes en infraestructura tecnológica, formación docente y actualización curricular. La transformación digital no puede limitarse a incorporar computadoras o plataformas virtuales; implica una revisión profunda de los métodos de enseñanza, de la cultura institucional y de la manera en que concebimos el aprendizaje.
En muchos centros de estudio todavía predominan planes didácticos y metodologías tradicionales. Sin embargo, el mundo demanda profesionales con habilidades digitales, pensamiento crítico, capacidad para resolver problemas complejos y adaptarse a entornos cambiantes. Para lograrlo, las universidades deben integrar la tecnología de una manera más significativa, como un medio para potenciar el aprendizaje.
Hoy en día, los docentes tienen al alcance una amplia gama de herramientas tecnológicas que pueden enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, la inteligencia artificial (IA) permite personalizar los procesos de aprendizaje; los lenguajes de programación como Python, RStudio o Java fomentan el razonamiento lógico; y los entornos virtuales de simulación facilitan la experimentación en disciplinas científicas y técnicas, como las ingenierías. Estas innovaciones, además de desarrollar competencias digitales, promueven la creatividad, la colaboración y la autonomía de los estudiantes.
La transformación digital también implica un cambio cultural: pasar de la utilización del lápiz y el papel al aprovechamiento de plataformas digitales. Esto representa mucho más que una transición tecnológica; significa una nueva forma de pensar, crear y compartir conocimiento. Este proceso por el que está pasando la educación superior se alinea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4 de la Agenda 2030, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, promoviendo oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida.
Sin embargo, para alcanzar este objetivo, es necesario que las instituciones educativas asuman el reto de la innovación. Esto requiere formar y actualizar a los docentes en competencias digitales, promover la investigación científica y fomentar alianzas con el sector productivo y tecnológico. Al mismo tiempo, los estudiantes deben asumir un papel más activo, construyendo su propio conocimiento en entornos digitales.
Sin duda, la educación superior en Panamá se encuentra en un momento crucial: o adopta decididamente la transformación digital, o corre el riesgo de quedar rezagada frente a las demandas del nuevo entorno global. Para ello, será necesario reformar los planes de estudio, incorporar herramientas digitales como recursos didácticos y fomentar una cultura de innovación que permita avanzar hacia la formación de profesionales capaces de construir el futuro y no solo adaptarse a él.
Asimismo, será necesario aprovechar la transformación digital para convertirse en un motor del desarrollo sostenible y de la competitividad nacional. Si se logra esta integración, los centros educativos de nivel superior podrán formar no solo profesionales competentes, sino ciudadanos capaces de liderar el cambio en una sociedad cada vez más digital.
La autora es ingeniera y estudiante de postgrado en Docencia Superior de la Universidad Especializada de las Américas.


