Opinión

Diplomacia, política exterior y condecoraciones

El tacto y el respeto mutuo son las bases de la diplomacia, a través de las cuales se mantienen relaciones, se ejercen negociaciones, se construyen consensos y se fortalecen lazos de amistad y cooperación. Por lo tanto, la diplomacia no es hipocresía, zalamería ni disimulo. En el ámbito internacional, fomenta las relaciones entre Estados mediante el diálogo y el acuerdo. La diplomacia, por consiguiente, es el fundamento de la política exterior, a la que le da cabida, respeto y realce. Esta, a su vez, se nutre de objetivos comunes que las normas que regulan las relaciones interestatales elevan al rango de derechos fundamentales de los Estados. Objetivos que, independientemente de la connotación política de cada Estado, deben ser respetados. Estos son:

  1. El mantenimiento de la independencia política.
  2. La conservación de la integridad territorial.
  3. El aseguramiento de la jurisdicción sobre el territorio.

La política exterior debe ser permanente, aceptada y reconocida. Es decir, debe estar amparada en la idoneidad, la firmeza y el prestigio, sobre todo, del equipo diplomático que es nombrado para representarnos. ¿Qué significa esto? Que Panamá debe proyectarse con posibilidades de permanencia, autoridad y respeto. Para ello, requiere ser ejercida con solidez, estabilidad y entereza. Si bien hay que practicar la cautela, la prudencia y la sensatez, esto no debe confundirse con debilidad, inconsistencia ni incoherencia. El destino de una política exterior panameña debe:

a) Proteger y preservar a Panamá como Estado independiente y soberano.

b) Fortalecer el derecho de Panamá a ejercer jurisdicción sobre todo nuestro territorio y sobre las personas y bienes que en él se encuentren.

c) Recurrir a los organismos internacionales.

d) Fomentar las relaciones de amistad y alianzas regionales.

El pasado 15 de enero, el entonces designado secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, afirmó, entre otras cosas, que China estaría convirtiendo al Canal de Panamá en una amenaza directa al interés nacional y de seguridad de los Estados Unidos. Sus palabras textuales fueron: “Una potencia extranjera hoy posee, a través de sus empresas, que sabemos que no son independientes, la capacidad de convertir el canal en un punto de estrangulamiento en un momento de conflicto, y eso es una amenaza directa para el interés y la seguridad nacional de los Estados Unidos”.

Es decir, su narrativa se une a la escalada de ataques verbales que iniciaron en la época navideña el entonces presidente electo. Salvo el firme testimonio del presidente José Raúl Mulino, Panamá, como Estado, decidió no ejercer ningún tipo de acción diplomática. De hecho, el mismo día de las palabras de Rubio, la Cancillería, de manera pomposa, decidió despedir como heroína, precisamente, a la embajadora del país cuyo presidente electo nos amenaza verbalmente. Condecoramos a una persona a quien debimos exigirle una explicación acerca del alcance de las palabras del presidente electo de su país. Mejor todavía si se trataba de una funcionaria diplomática de un gobierno opositor al de Trump, porque hubiese podido dejarnos un documento tangible que, de seguro, desaprobaría esas ideas contrarias al derecho internacional. Porque esa es nuestra defensa: la diplomacia enérgica, firme, directa y digna, aunque el poderoso pretenda después ocuparnos, bombardearnos y eliminarnos.

Además, la entrevista realizada a la embajadora Mari Carmen Aponte por el periodista Atenógenes Rodríguez, en adición a las palabras del secretario de Estado saliente, Antony Blinken, demuestran lo importante que hubiese sido esa explicación. Tendríamos una opinión formal, aunque fuese del gobierno saliente, pero a nivel de Estado, que representaría una pieza diplomática importante a nivel geopolítico. De manera contraproducente, con esta condecoración la Cancillería se congració con quienes nos disminuyen (porque nuestra contraparte no es Trump, sino Estados Unidos), para ensalzar la lisonja y la adulación.

Al tomar posesión Donald Trump y frente a la decisión de José Raúl Mulino de no responderle hasta que fuese presidente, respaldo y pondero objetivamente las palabras de nuestro mandatario, publicadas el mismo día que, en su discurso inaugural, Trump osara decir que Estados Unidos va a “recuperar el Canal de Panamá”. Resalto la parte final del comunicado de Mulino, cuando sostiene que no está en juego “nuestro derecho, soberanía total y propiedad de nuestro Canal”. Esto apenas empieza.

El autor es abogado.