Debates presidenciales

Aunque la mayoría de los estudios científicos revelan que, en términos generales, los debates presidenciales no suelen tener un impacto decisivo en la elección de candidatos presidenciales, la realidad es que contribuyen a formar una imagen más precisa del elector sobre cada candidato. El primer debate presidencial televisado en el continente americano fue en 1960 en Brasil, pero no tuvo mayor repercusión porque no asistió el favorito Janio Quadros, quien a la postre fue electo presidente.

Otro tanto ocurrió en 1963 en Venezuela, cuando un debate televisivo organizado por Radio Caracas se realizó con la ausencia del favorito y eventual ganador Raúl Leoni, de Acción Democrática. Sin duda que el más famoso de los primeros debates fue el protagonizado el 26 de septiembre de 1960, por Richard Nixon y John F. Kennedy.

Bajo el titular Cómo el debate Kennedy-Nixon cambió el mundo de la política (How the Kennedy-Nixon debate changed the world of politics), el Centro Nacional de la Constitución (NCC) de Estados Unidos, relata un detalle que causó la debacle de Nixon, quien se hallaba en las encuestas 6 puntos por encima de Kennedy. Antes del debate, Nixon se negó a que le aplicaran maquillaje para atenuar el efecto de las lámparas. Kennedy se negó a ser maquillado por personal de la TV, pero accedió a que lo hiciera su equipo justo antes de que se iniciara la transmisión.

“El resultado fue que Kennedy lucía y se proyectaba bien en televisión, mientras que Nixon lucía pálido y cansado, con una barba mañanera sin rasurar”, relata NCC. “Al día siguiente, las encuestas revelaban que Kennedy había pasado a ser el leve favorito por uno de los más estrechos márgenes de la historia ese noviembre”. Algo parecido ocurrió el 28 de octubre de 1980, cuando se enfrentaron en TV el presidente demócrata Jimmy Carter y el aspirante republicano Ronald Reagan.

América Latina registra algunos episodios en que los debates televisados hicieron la diferencia. Ocurrió en 1978 cuando Jaime Roldós, de Concentración de Fuerzas Populares (CFP), se impuso ampliamente en segunda vuelta a Sixto Ballen Durán, de Democracia Popular (DP), contra todos los pronósticos. Ballen acusó a Roldós de ser de izquierda radical, a lo que este ripostó: “él es un títere de los intereses económicos de la oligarquía”.

También fue famoso el debate en Perú en 1990 entre el favorito Mario Vargas Llosa, del Movimiento Libertad, el Partido Popular Cristiano y Acción Popular, contra Alberto Fujimori, del Movimiento Cambio 90. Fujimori tuvo éxito al pintar al intelectual Vargas Llosa como representante de la élite y favorito de los medios. Y aunque estos lo vieron ganador de los debates, el triunfador en las urnas fue Fujimori.

En Panamá, tradicionalmente los resultados en las urnas han obedecido más a la partidocracia que a los debates. La excepción ocurrió en 2014, cuando Juan Carlos Varela, ubicado de tercero en casi todas las encuestas, triunfó cómodamente. En las elecciones de 2019, los expertos dieron como ganadores de los debates al candidato de libre postulación Ricardo Lombana y Laurentino Cortizo. En las urnas, Cortizo fue el ganador con el 33.2% de los votos, seguido por Rómulo Roux, con el 31% y Lombana con el 19%.

Sin duda que fue ese buen desempeño en los debates, sumado a una exitosa jornada proselitista en todo el país, lo que le valió a Lombana para desplazar al candidato panameñista (José Isabel Blandón), del tercer lugar. Pero los estudios revelan que esta no es la norma, sino la excepción.

Un artículo publicado el 20 de octubre de 2020 en Scientific American bajo el titular, “Debates Presidenciales Tienen Impactante Poco Efecto en los Resultados Electorales” (Presidential Debates Have Shockingly Little Effect on Election Outcomes), reafirma esa realidad. Al respecto, la científica en temas políticos Yanna Krupnikov, de la Universidad Stony Brook, sostiene que “la mayoría de los que observan los debates ya han escogido su candidato”. Y aun si este no se desempeña bien, “ya han tomado la decisión por quién van a votar”, sentenció.

Pero dada la alentadora conciencia cívica que ha surgido en Panamá en los últimos años, demostrada en las manifestaciones contra la minería y la corrupción, considero que en esta ocasión el electorado estará atento a los debates presidenciales. El Tribunal Electoral ha programado tres debates antes de las elecciones del 5 de mayo de 2024: el 21 de febrero, teniendo como anfitrión a la Universidad de Panamá; el 13 de marzo, teniendo como anfitriones a Sertv y la Asociación Panameña de Debate, y el 17 de abril, teniendo como anfitrión a la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá.

En esos debates estarán disputándose la credibilidad del electorado los candidatos José Gabriel Carrizo (PRD y Molirena), Rómulo Roux (Cambio Democrático y Partido Panameñista); Ricardo Lombana (Movimiento Otro Camino); Martín Torrijos (Partido Popular); Ricardo Martinelli (RM), y los candidatos de libre postulación Maribel Gordón, Melitón Arrocha y Zulay Rodríguez. Si la Corte Suprema de Justicia rechaza el recurso de casación interpuesto por Martinelli, este será reemplazado por su vicepresidente, José Raúl Mulino.

Confío que, en estas elecciones generales, vitales para nuestra salud como República libre y democrática, los panameños pondremos por delante el amor patrio.

El autor es periodista


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