Opinión

Datos y metas: elementos clave para transformar la educación superior en Panamá

Panamá se encuentra en un punto crítico para mejorar su sistema educativo, especialmente en la educación superior. A pesar de los avances en cobertura y acceso, los resultados no han sido proporcionales a la inversión realizada. Según organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la adopción de decisiones basadas en datos y el establecimiento de metas claras son elementos esenciales para lograr una transformación significativa.

La baja correlación entre la formación académica y la inserción laboral refleja la necesidad de un sistema más alineado con las demandas del mercado. Esto ha sido una constante en los últimos años y se acrecienta aún más debido al vuelco vertiginoso que la tecnología y la IA ha dado al desempeño profesional y a la empleabilidad. Estos desafíos también se ven en los niveles de deserción universitaria, que permanecen elevados debido a la falta de preparación adecuada en etapas previas del sistema educativo.

Una experiencia relevante sobre el impacto tangible y cómo llevarlo adelante, es el Programa Todos a Aprender (PTA) de Colombia, reconocido internacionalmente por su impacto positivo en el aprendizaje. Lanzado en 2012, el PTA ha logrado mejorar las competencias en lenguaje y matemáticas, focalizando esfuerzos en las escuelas con mayores necesidades. Su éxito radica en el uso de datos para identificar áreas de mejora y en el acompañamiento pedagógico directo a docentes en las aulas.

Este programa no solo aborda la formación continua del profesorado, sino que también articula la colaboración entre todos los niveles de gobierno y las instituciones educativas. Gracias a su enfoque integral, Colombia ha reducido las brechas de desempeño entre estudiantes de diferentes contextos socioeconómicos. La Unesco ha reconocido al PTA como una de las iniciativas más innovadoras de la región.

Para transformar su educación superior, Panamá debe adoptar mecanismos de monitoreo y evaluación continua que permitan identificar y responder rápidamente a las áreas de mejora. Inspirándose en Colombia, podría establecer un sistema que no solo mida el desempeño de los estudiantes, sino que también evalúe la pertinencia de los programas académicos en función de las necesidades del mercado laboral.

El BID sugiere que el establecimiento de metas claras y medibles es crucial para asignar recursos de manera eficiente y asegurar el impacto deseado.

Acciones recomendadas para Panamá

  1. Implementar un sistema de información educativo nacional: Centralizar datos proporcionados por las instituciones educativas, de manera automática, desde sus sistemas de información, transparente y pública, para generar análisis comparativos que orienten la toma de decisiones.
  2. Metas claras y monitoreo continuo: Establecer indicadores específicos para medir el desempeño académico y la inserción laboral de los graduados.
  3. Uso de plataformas digitales: Monitorear el progreso de los estudiantes en tiempo real para reducir la deserción y asegurar la calidad del aprendizaje.

La educación superior panameña tiene el potencial, pero sobre todo, la necesidad de convertirse en un motor de desarrollo social y económico, tomando en cuenta las grandes oportunidades como recibir fondos y ayuda para convertirse en el epicentro de la industria de semiconductores. Sin embargo, para lograrlo es esencial adoptar un enfoque basado en evidencia, con decisiones informadas por datos y objetivos claros. La experiencia de Colombia demuestra que este enfoque puede generar resultados significativos. Panamá tiene ahora la oportunidad de aplicar estas lecciones y construir un sistema educativo más inclusivo y eficiente, que realmente responda a las necesidades del mercado pero especialmente a la oportunidad de empleabilidad de los panameños.

La autora es experta en educación superior, presidenta de Innkind y CEO de SénecaLab