Opinión

Colón, otrora Tacita de Oro, bajo la lupa del urbanismo

Colón, ciudad ubicada al norte de la capital de la República, en las riberas del mar Caribe del territorio nacional, cuya primera piedra de fundación, según lecturas, data del mes de enero de 1852. Se le destinó un sitio de asentamiento sobre una isla insalubre, inundable y llena de manglares, es decir, un suelo pantanoso en su mayoría, lleno de plagas y poco o nada apto para el desarrollo urbano. Y allí surgió, no como un ave Fénix, pero sí de las entrañas del pantano, para luego convertirse en el siglo XX en la Tacita de Oro.

Su función primaria fue servir como asentamiento humano y sitio de terminal en el lado norte del territorio istmeño del primer ferrocarril transcontinental del mundo en aquellos tiempos, a finales del siglo XIX. La historia es larga y no es el propósito de este artículo.

Hoy es una ciudad deteriorada, con una estructura urbana casi en estado ruinoso. Las causas tampoco son el fundamento de este escrito, pero sí lo son el qué y el cómo hacer o llevar a cabo para traer su estructura urbana al siglo XXI.

La estructura urbana lo es todo en una ciudad, tanto física, socioeconómica como culturalmente; tiene su basamento en valores de orden, respeto, tolerancia, responsabilidad y costumbres, por decir lo menos. Entonces, ¿qué hay que hacer? Todos parecen conocer los problemas de Colón; daré eso por bueno y realmente sabido. Si ello es cierto, lo siguiente es priorizar su atención y respuestas. Algunas pueden darse simultáneamente y lo serán de atención mediata e inmediata. Es labor de todos: ciudadanía, gobierno y empresa privada; es allí donde inicia el compromiso, el refuerzo y ajustes en los valores de la sociedad.

No se podrá lograr un cambio en la ciudad de Colón y la provincia sin un verdadero cambio hacia la idiosincrasia positiva, progresista y elegante que siempre tuvo el colonense, de amor y orgullo por su ciudad y por lo suyo desde sus inicios hasta los años 80. Hoy aquello parece haber desaparecido, es necesario retomarlo, porque sólo así podrá resurgir Colón y volver a ser lo que otrora fue, y mejor hoy. Los recursos están presentes y también su lugar y participación en la economía nacional, pero la actitud y compromiso social parece haber cambiado. Ello motiva el deterioro globalizado y en efecto de dominó en toda la estructura urbana y su periferia. Se podrá poner todo el recurso financiero del mundo, pero si no hay una retoma de los valores y, por ende, cambio de actitud, flaco favor le haremos a Colón y su región.

El autor es urbanista.