Cuando escucho a dirigentes gremiales rechazar iniciativas para resolver problemas institucionales con el argumento de que se trata de acciones dirigidas a privatizar servicios públicos, me pregunto, ¿en qué país viven esos dirigentes? Si consideran que los servicios brindados por el Estado son mejores que los del sector privado, ¿por qué denuncian a diario problemas en los servicios públicos de salud, educación y otros? ¿Por qué prefieren los servicios privados para ellos y sus familiares?
La respuesta es obvia: los servicios públicos son deficientes. Y es que el Estado ha demostrado ser mal administrador. La mejor prueba la dieron los países comunistas de Europa y Asia. Por ello fue que Alemania Oriental fue absorbida durante la reunificación el 3 de octubre de 1990, y la Unión Soviética fue disuelta en diciembre de 1991. Sin embargo, las izquierdas han tenido éxito en demonizar la palabra “privatización”.
En su ensayo Métodos de privatización, el economista E. S. Savas, de la Universidad de Nueva York, identifica tres métodos: 1) Traspaso de intereses, 2) Traspaso mediante venta parcial o total, y 3) Traspaso por transferencia libre. En cuanto a su origen, es común la tesis de que el término fue acuñado por el gurú de la administración moderna Peter Drucker, en su obra The Age of Discontinuity (1968).
Pero según el economista Michael Perelman (The Nazi Heritage of Privatization), fueron los nazis quienes acuñaron esa palabra a fines de los 30. En realidad usaron el término “reprivatización”, pues en el proceso se devolvieron a capitalistas allegados a Hitler actividades que eran privadas y que habían sido nacionalizadas. A diferencia de Hitler, la privatización de Drucker planteaba más eficiencia en la actividad privatizada y reducir el tamaño de la ineficiente burocracia.
En Panamá, las privatizaciones se iniciaron en 1990 con el gobierno de Guillermo Endara. Sin recursos para arreglar los destartalados puertos que la dictadura había recibido de Estados Unidos al implementarse los tratados en 1979, Endara instruyó a su ministro de Comercio e Industrias, Roberto Alfaro, para que los privatizara. Debido al temor de que los sindicatos se opusieran, Alfaro propuso dar en concesión la construcción y operación de lo que es hoy Manzanillo International Terminal (MIT) a la estadounidense Stevedoring Services of America.
Así se hizo, con el resultado de que MIT es reconocido como un modelo de privatización. En la obra de Manuel Cambra, En la senda del Quijote (biografía de Endara), Alfaro relata que el éxito de MIT fue tal “que los dirigentes sindicales (portuarios) vinieron a hablar con nosotros sobre la privatización de los puertos estatales”, por el temor de quedarse sin trabajo. Pero Balboa y Cristóbal debieron esperar.
En 1991 se planteaba la disolución de la estatal Corporación Bananera del Atlántico, creada en 1971. Administrada por el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, la empresa era ineficiente y generaba pérdidas. A solicitud de Basilio Chong, fallecido asesor del gremio de trabajadores de la empresa, Endara decretó su privatización mediante la cesión a los trabajadores de las acciones estatales. El propio Chong, activista del Partido del Pueblo, negoció la comercialización de la fruta con una transnacional. Hoy día, la Cooperativa Bananera del Atlántico es todo un éxito exportando banano a los mercados de Inglaterra, Suiza, Italia y Nueva Zelanda.
Ernesto Pérez Balladares continuó el proceso con la privatización de los puertos Colon Container Terminal (CCT) en 1996, y los de Balboa y Cristóbal a Panama Ports Co. en 1997. Hoy día, el complejo portuario de Colón (MIT, Cristóbal y CCT) se disputa con el puerto de Santos, en Brasil, el liderazgo portuario regional. En un estudio titulado Los puertos de América Latina: Resultados y determinantes de la participación del sector privado, el experto de la Cepal, Jan Hoffman, consideró el proceso de privatizaciones de Panamá como un modelo para la región. En mayo de 1997 fue privatizado el Intel (Cable & Wireless adquirió el 49% de las acciones), y en noviembre de 1998 se completó la reestructuración del IRHE. Mediante esta se privatizaron la generación y la distribución de energía, en tanto que la transmisión se la reservó el Estado (Etesa). También ese año se otorgó el ferrocarril en concesión a Panamá Canal Railway Co., y en 2008 Martín Torrijos otorgó en concesión el desarrollo en Rodman de un puerto por la Autoridad del Puerto de Singapur (PSA).
Como en toda actividad humana, en las privatizaciones existe el riesgo de que sean otorgadas a élites políticas o económicas, o que el concesionario sea refractario a cumplir fielmente lo pactado (caso PPC). Pero esos riesgos se pueden obviar con términos claros y procesos transparentes en los que primen las ofertas más convenientes al Estado.
El autor es periodista