Nunca en la historia democrática hemos necesitado un mejor canciller que ahora. Pero tenemos a Acha, que ha sido todo menos un activo para Panamá. En menos de un año al frente de la Cancillería, ha acumulado errores, actitudes arrogantes, silencios cómplices y decisiones cuestionables que han dejado claro que no es la persona más preparada para el cargo. Vamos punto por punto.
1. El comunicado de Viernes Santo: soberbia en estado puro
El 18 de abril, mientras la mayoría del país guardaba recogimiento, Martínez Acha eligió ese día para reaparecer con un comunicado altanero, sin un gramo de autocrítica. Se burló de las críticas legítimas al acuerdo de seguridad con EU y dijo, directamente, que no aceptaba ni consideraba válidas esas opiniones. Como si necesitáramos su visto bueno para opinar.El tono fue tosco, prepotente y reciclado: repetía ideas ya expresadas por su exvicecanciller. O sea, no solo fue soberbio: también fue perezoso.
2. El caso de su hermano: justicia selectiva
La Corte revocó la condena por blanqueo de capitales de Valentín Martínez Acha, su hermano. El mensaje es claro: si tienes el apellido correcto o los contactos necesarios, te salvas. ¿Qué confianza puede generar un canciller que no se distancia públicamente de una decisión tan controversial, que lo involucra directamente por lazos de sangre?
3. Renuncias en Cancillería: el que sabe, se va
Carlos Ruiz, vicecanciller y diplomático de carrera, se fue con las botas puestas. Ya había dicho que si no lograba su misión con Pete Hegseth, renunciaría. Misión que, obviamente, le correspondía a Acha, no a él. Pero como siempre, ponen a los vices a tomar las decisiones incómodas.Mientras el vice defendía los intereses del país, Acha estaba en Honduras, en una cumbre sin propósito ni resultados visibles.¿Qué canciller deja al presidente solo en una visita tan importante para el futuro del país?A Ruiz lo despidieron con una escueta nota, sin gratitud ni respeto. En cambio, cuando renunció Mayela Lloyd, directora de prensa, el canciller fue hasta cariñoso.El contraste lo dice todo: al que lo hacía quedar bien en medios, agradecimientos. Al que le hacía sombra profesionalmente, indiferencia.
4. Martinelli: el asilo más cómodo del mundo
El gobierno, con el aval del canciller, le dio un salvoconducto a Ricardo Martinelli para que se asilara en Nicaragua. Lo justificaron como un acto “humanitario”, para que pudiera defenderse.Cuidaron más los intereses de Martinelli que la dignidad del país. Nicaragua pidió el salvoconducto… y después ni siquiera lo recibió.Hoy Martinelli sigue metido en política desde la embajada nicaragüense en Panamá, violando todas las normas del asilo.Y el canciller no dice ni hace nada. ¿Complicidad o cobardía?
5. Embajadores impresentables
Martínez Acha ha nombrado embajadores por amiguismo. Está el hijo de Fernando Correa, que ni siquiera sabía cuánto iba a ganar; Guido Martinelli, con su episodio vergonzoso en la Asamblea; el hermano de Mulino; el hermano de su esposa Maricel; Pedro Sittón, y otros sin el perfil ni la preparación. En Austria, el nombramiento de Caraballo también hace ruido. El servicio exterior no puede ser una agencia de favores.
6. Moción de censura
Los diputados presentaron una moción de censura contra él. No lo tumba, pero lo expone. Es una reprimenda pública a quien debería ser la cara internacional del país. Un país que se respeta no deja en Cancillería a alguien así.
La conclusión es simple: Acha no está a la altura. Ni por formación, ni por criterio, ni por actitud. Y no parece tener idea de lo que significa ser canciller. En un momento en que Panamá necesita liderazgo, claridad y firmeza, tenemos a alguien que improvisa, se esconde y se rodea de incondicionales. Si se va, no es que vaya a ser muy extrañado. Necesitamos un canciller serio, con una estrategia clara para defender los intereses del país, no los de su amiguito Ricardo Martinelli.
Presidente, él está y sigue ahí por usted. La pregunta es por qué.