La verdad de Endara

La verdad de Endara

¿En algún momento al inicio de la campaña, pensó que recibiría tanto apoyo electoral?

Yo siempre fui muy optimista, pero nunca pensé en cifras tan grandes. Al inicio de la campaña tenía en mente la cantidad de votos que sacó Alberto Vallarino, que creo fueron 200 mil. No era un objetivo, pero sí una idea aproximada del caudal que yo podía sacar.

¿En algún momento, al final de la campaña, pensó que ganaría?

A medida que fue avanzando la campaña, me fui entusiasmando. Tengo que reconocer que en los últimos días llegué a pensar en la posibilidad de ganar. Reflexioné sobre todo en que vencer no sería un lecho de rosas, pues hay problemas muy graves en el país.

Esa visión quedó evidenciada en su discurso de aceptación de la derrota, cuando usted se confesó aliviado. ¿A partir de esa afirmación se puede interpretar que gobernar hubiese sido para usted una carga?

No. Gobernar no es una carga, es un deber, pero un deber muy duro. No me asusta el hecho de gobernar porque yo ya me enfrenté a ese reto, y con una mayor envergadura, en 1989.

¿Aparte de enfrentar los problemas nacionales, le preocupaba su situación política particular, es decir, la gobernabilidad que conseguiría con un partido pequeño y ajeno?

Me preocupaba el hecho de que yo hubiese tenido que gobernar con muy pocos legisladores del partido que me postuló. Además, no todos los legisladores de Solidaridad hubiesen respondido a mí, aunque sé que contribuí al éxito de ellos.

Llegamos a la pregunta del momento: ¿Que motivó su tajante y súbito cambio de parecer con respecto al partido Solidaridad?

En realidad, ellos son los que han cambiado de opinión. Desde que terminó la campaña, noté un cambio. Cuando les comuniqué que planeaba inscribirme en el partido, pensé que estarían felices. Pero no les importó. Luego de conversar con algunas personas que me habían apoyado, me comunicaron que se inscribirían en Solidaridad si me nombraban presidente del partido. Cuando plantee esa posibilidad, la negativa fue tan fuerte, que sinceramente me disgustó. Yo no esperaba un sí rotundo, pero tampoco un no tan desagradable. Después de esto ocurrieron otros hechos como el bochinche de que lo que yo estaba buscando era el subsidio electoral. A mí no me interesa ese subsidio. En la comisión de reformas electorales, me opuse rotundamente al subsidio. Y bueno, está lo del maltrato a Ana Mae, que sí es algo completamente injustificado. Yo tenía una oficina y le había dicho a don Sammy que cuando la quisieran de regreso me avisaran. Mientras tanto yo la estaba utilizando ocasionalmente. Ana Mae estaba convocando reuniones para inscribir gente en el partido, pero lo hacía en la casa con los perritos todos sueltos por ahí. Le ofrecí la oficina, ella fue y comenzaron a decir que mi esposa había formado un escándalo alegando que la oficina le pertenecía.

Jose Raul Mulino le informó a Enrique Lewis que se había creado un problema y que el directorio nacional había decidido que Ana Mae no podía asistir a nada del partido. Hicieron una gran bola y yo sentí que ya no era importante en el partido.

En algún momento, Ana Mae le preguntó a don Sammy por las razones de su negativa a mi presidencia y él le respondió que ya tenía a Alberto Vallarino.

A mí no me molesta que Alberto Vallarino esté en el partido, yo estuve tratando toda la campaña de que se incorporara.

Su esposa tuvo un bajo perfil durante la campaña. ¿A qué se debe el cambio?

Yo creo que tras sus experiencias como primera dama, Ana Mae quedó con una especie de terror a la prensa. En esa época ella hablaba y por cualquier cosa que decía, le caían encima. Yo entiendo que el periodismo no se hace para complacer a la esposa del presidente. Me imagino que, en esta ocasión, ella quiso cuidarme a mí y no andar dando declaraciones durante la campaña. Sobre la actitud de ahora, déjeme contarle algo: mes y medio antes de las elecciones, Ana Mae se ofreció a colaborar con gente en la organización del 2 de mayo. Don Sammy le dijo que muchas gracias pero que ya estaba todo muy organizado. Finalmente, las elecciones fueron un completo desorden. Quiero mostrarle la nota de respuesta que le envió don Sammy a Ana Mae [saca un memo doblado] en la que le daba a entender que no quería nada de ella.

El germen del problema viene, entonces, de antes de las elecciones...

Sí, claro, el partido siempre pensó en chico, nunca creció para las nuevas necesidades... y nos engañaron al decirnos que tenían todo organizado.

Aparte de esta diferencia de enfoque, ¿hay algo más de fondo, como el hecho de que los verdaderos planes de Solidaridad -tal y como se insinuó durante la campaña- sean apoyar al gobierno en cuya nómina se encuentra el sobrino de Samuel Lewis Galindo?

Ese tipo de pactos se veían mucho en el pasado, pero no creo que sea el caso. O puede que estemos todavía en esos tiempos y yo no me haya enterado. De cualquier manera hay un compromiso con los votantes de mantenerse en la oposición.

¿Se siente defraudado? ¿Siente que no se cumplió el compromiso con usted?

No. Realmente no. Yo fui claro durante la campaña acerca de que no tenía intenciones de inscribirme en Solidaridad y para ellos era conveniente pues necesitábamos de gente que no estuviese inscrita en el partido.

Pero yo sí siento que terminada la elección, cambió la relación totalmente. Siento que soy una molestia más que un activo.

¿Lo que le ocurre hoy en día con Solidaridad, ocurrió también con el antiguo PDC y con el arnulfismo? ¿La gente se pregunta si el problema es su volatilidad o si siempre lo traicionan?

Con el arnulfismo yo sólo tuve problemas a partir del año 2000 y tengo una larga trayectoria en ese movimiento. Siempre fui un rebelde, siempre tuve actos de rebeldía, pero dentro del partido. Con la democracia cristiana el problema consistía en comprender quién era el presidente; qué tipo de respeto se le da al presidente; y, por mi parte, cuánto se puede tolerar de un compañero de gobierno que hace oposición dentro del propio gobierno. Yo alcancé a aguantar muchas cosas.

En su futuro político hay tres opciones: retornar al arnulfismo, inscribirse en Solidaridad o crear un partido nuevo. ¿Qué hará?

Ahora mismo estoy pensando seriamente en formar un partido nuevo. Con un grupo grande de personas que no se incorporaron a Solidaridad. Lo interesante es que vamos a hacer lo mismo que hicimos en campaña: una inscripción barata. No voy a andar pidiendo plata en estos momentos. Va a ser un partido que apunte hacia los principios éticos. Uno de los fundamentos será tener un código de ética que funcione; que haya amonestaciones públicas ante las faltas éticas. Este fin de semana me voy a Chiriquí, por que allá es donde, con más fuerza, ha surgido la tesis de que debo formar un nuevo partido. Voy a conversar con alguna gente que le interesa el proyecto.

¿Por qué ha descartado el retorno al arnulfismo?

El arnulfismo ya no puede volver a su vieja mística. El Dr. Arias estuvo varias veces en una situación parecida, en que podía ir a rescatar su viejo partido y después vio que su partido había sido ultrajado. En el caso del arnulfismo, la señora esa [la presidenta Mireya Moscoso] tiene un control absurdo, con gente que no tiene nada que ver con el partido. Esto tiene a los verdaderos arnulfistas muy desilusionados. Yo creo que es hora de un nuevo partido.

¿Es la presidenta la principal responsable del descalabro arnulfista?

Sí. Sobre todo por su decisión de vincular a cierta gente al gobierno. La mafia de Onasis [García] y toda esa gente, que sin tener nada que ver con el arnulfismo, se portan como si fuesen los 'mandamases'

Usted está hablando de un partido nuevo, ¿no fue esta su última elección presidencial?

No lo sé. Si en el 2009 estoy vivo, tengo salud y me ofrecen una candidatura, no podría decir que no.

Pero yo no estoy enamorado de la Presidencia de la República, yo ya fui presidente. A mí me gustaría ver a Ford o a Posse haciendo política.

¿Quién será el líder de la oposición? Si fuese por cantidad de votos, ese papel le correspondería a usted...

Yo voy a hacer oposición al gobierno. En cuanto al liderazgo, todo depende de quién mantenga una posición más vertical, más correcta y más popular. Si mi oposición es tibia, así como fue la de Martín Torrijos, jamás seré considerado líder de la oposición. Yo creo que he aprendido a hacer mejor oposición que gobierno. Recuerdo que en los primeros días de mi administración, Pérez Balladares concertó una reunión con el CEN del PRD para comunicarme que reconocerían mi mandato y que harían oposición. Yo les dije que me parecía perfecto y [risas] me dio hasta envidia de estar en su posición.

Uno de los análisis más frecuentes de lo ocurrido el 2 de mayo, señala que usted consiguió, de lejos, la mejor relación entre dinero invertido y votos obtenidos. ¿Cuánto costo su campaña? ¿Cómo explica esto?

Estuve haciendo cálculos de lo que yo gasté, porque yo cargué con la campaña presidencial. El partido apenas lo hizo de manera indirecta. Mis egresos ascienden a 700 mil. A eso hay que sumarle 400 mil que me dio el partido. Cuando escucho las cifras astronómicas que gastaron los otros me sorprendo.

Revéleles su secreto, entonces...

No lo sé. Yo soy muy mal orador. Siempre lo fui. Antes me importaba, pero ya no... Yo creo que la gente me cree cuando hablo...

¿Cuáles son sus expectativas del próximo gobierno?

A pesar de que le deseo toda la suerte, pienso que no le ha explicado al pueblo las limitaciones que hay para gobernar. Yo fui muy cuidadoso en explicar que hay que resolver el problema del endeudamiento y, para esto, hay que enviar señales claras de lucha contra la corrupción. El PRD no ha tenido ese cuidado y yo sinceramente no veo en ellos el deseo de luchar contra la corrupción. Ya están dando señas de que van a seguir con el viejo principio de 'borrón y cuenta nueva' porque aparentemente han llegado con la presidenta a un acuerdo. Le habrán dicho: "usted tranquilícese, que no va a pasar nada".

Si realmente Martín es bienintencionado no va a permitir que en su gobierno haya corrupción, pero lo del pasado no lo va a tocar. Yo pienso que si no se hace justicia con lo que ha pasado, eso retorna. Ojalá me equivoque.

¿Qué consejo le daría a Martín Torrijos?

Austeridad, mucha austeridad y mucha explicación al pueblo. Como nosotros hicimos en el 89: transparencia, austeridad, constancia y sacrificio. A pesar de eso, hubo muchísimo descontento. La gente pensaba que la llegada de la democracia era una varita mágica que resolvería todos los problemas.

Yo no creo que Martín tenga mucho ánimo de austeridad, por que si la doña fue dilapidadora de dinero, ellos [el PRD] son los campeones del derroche.

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