En 2005 el envejecimiento de la población amenazaba nuestro viejo sistema de pensiones. Sin embargo, los panameños en una demostración de valor y civismo, aprobamos en ese entonces una reforma que según algunos, le daría una estocada mortal a ese viejo sistema.
El viejo sistema de pensiones era un modelo obsoleto, insostenible y poco solidario. Fue inventado hace 140 años y es un sistema en el que unos ganan y otros pierden, que promete beneficios que no puede pagar y que traslada a nuestra juventud el peso de promesas imposibles de cumplir.
Pero ese sistema no ha muerto. Aún promete pagar hasta más de 5 veces lo aportado, sobre la base que nuestra juventud se hará cargo de pagar esta promesa y lo hace a sabiendas de que, en el camino, cientos de miles de personas no lograrán las cuotas requeridas para jubilarse. Estos últimos en su mayoría son personas con bajos ingresos, más vulnerables, necesitadas o que la vida las obligó a sobrevivir en la informalidad.
En efecto, la primera variable en la lista de bases biométricas usadas en los estudios actuariales es la “Probabilidad de que un asegurado activo se pensione por vejez”. Según estos estudios (Informe actuarial del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la CSS, 2018), es probable que solo el 54% de las mujeres y 64% de los hombres logren alcanzar la pensión prometida. O, lo que es lo mismo, que el 46% de las mujeres y el 36% de los hombres perderán su esfuerzo y no lograrán nunca pensionarse. Esto explica, en gran parte, los más de 125 mil beneficiarios del programa 120 a los 65 (equivalente a un 45% de los pensionados del SEBD).
Otras variables, como las probabilidades de que un pensionado fallezca o que al fallecer deje beneficiarios, ayudan al viejo sistema a saber cuántos de los que fallecen a temprana edad o sin dejar ningún beneficiario, contribuirán a financiar a otros que disfrutan por más tiempo de la pensión.
Lo que no dicen los estudios actuariales, es que las personas de mayores ingresos viven más tiempo que las de menores ingresos. Es claro que lo que quieren determinar estos estudios, es si habrá suficiente dinero para pagar a los que sí se pensionarán (los que ganan) muy a pesar de los que pierden.
El viejo sistema es el que hoy se denomina Subsistema Exclusivamente de Beneficio Definido (SEBD). Este cuenta con 273,825 pensionados a quienes 589,999 cotizantes activos deberán pagar más de $1,650 millones2 al año y viven con la ilusión de que en el futuro la juventud hará lo mismo por ellos. La mayoría de estos cotizantes son personas de bajos ingresos que pagan con sus aportes las jubilaciones tanto a personas de altos como de bajos ingresos. Esto ocurre a pesar de que cientos de miles de ellos nunca se pensionarán. Dicho de otro modo, si no logran pensionarse, han aportado a pagar la pensión de otros, pero no para su propia pensión. ¿Es esto solidario?
El viejo sistema también se mantuvo como parte del nuevo Subsistema Mixto (SM) para los primeros $500 de cotización. Lo denominamos Componente de Beneficio Definido y según estados financieros a diciembre de 2019 , cuenta con $3,339 millones y 587,593 cotizantes3.
Por otro lado, la porción de las cuentas individuales cuenta con 1,693 millones de propiedad de los afiliados. Es decir, solo un 34% de lo aportado al Subsistema Mixto es de propiedad de los afiliados, porque el 66% por ciento de lo aportado sigue enviándose al viejo modelo de ganadores y perdedores.
En América latina, más 106 millones de personas son dueñas de $638 mil millones en sus cuentas individuales. Estos trabajadores no dependerán de los jóvenes para pagar su pensión y recibirán ellos, sus herederos o beneficiarios, todo el dinero ahorrado en sus cuentas individuales.
El gobierno convocó a un gran diálogo nacional. De nuevo algunos pocos, querrán aferrarse al viejo sistema, en el cual unos ganan y otros pierden. Pero esta vez tendrán que enfrentar a la juventud y a una población mucho mejor informada dispuesta a luchar por lo que le pertenece.
El autor es ingeniero administrador