En aquel ya lejano mayo de 1999, la importancia de las variaciones que mostraba la última encuesta -y las de los meses previos- quedó plasmada en el título elegido para el escrito: "Final de infarto" (La Prensa, 23 de abril de 1999).
El paro cardíaco que podía generar la lectura de las encuestas, no solo se vio evidenciado en el escrito citado. La agitación por el "empate técnico" entre Martín Torrijos y Mireya Moscoso en la encuesta del 22 de abril, llevó a un grupo de perredistas, liderado por Félix Pille González, a comprar masivamente en Chiriquí la edición de La Prensa, a fin de que tal información no llegara a los lectores.
Dejando a un lado las anécdotas delictivas de tal coyuntura, lo relevante es que las cifras que las ocasionaron, no eran un hecho aislado. Eran parte de una tendencia clara: la popularidad de Torrijos estaba en descenso, mientras que la aceptación de Moscoso había ascendido casi 10 puntos en tres meses. Por ello, la referencia al infarto (y por ello, también, es incorrecto afirmar que las encuestas se equivocaron, puesto que no solo señalaron las tendencias con antelación, sino que al comparar sus resultados con los de la votación en 1999, la diferencia se encuentra dentro del margen de error de 3%).
De continuar con las metáforas cardíacas, podemos asegurar que hoy en día, en lo que respecta a la distancia de 19 unidades entre el puntero (Martín Torrijos) y el segundo en las preferencias (Guillermo Endara) ha habido por varios meses un ritmo de latido constante.
Eso no significa que se descartan sobresaltos de aquí al 2 de mayo, sino simplemente que, a diferencia de lo ocurrido en 1999, no hay en las encuestas indicios de que los habrá.