América Latina y el Caribe enfrentan desafíos económicos, sociales y ambientales que requieren soluciones urgentes y colaborativas. En este contexto, el foro Internacional de América Latina y el Caribe que realiza su primera edición en ciudad de Panamá, organizado por CAF - Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe se perfila como “el Davos Latinoamericano”, un espacio de alto nivel que reúne a líderes políticos, empresariales y académicos para debatir el futuro de la región.
Este encuentro busca movilizar inversiones, fomentar el crecimiento sostenible y fortalecer la integración regional, abordando temas clave como infraestructura, cambio climático, innovación y desarrollo social, destacó el presidente ejecutivo del banco, Sergio Díaz-Granados.
Con la participación de expertos internacionales, el foro se convierte en una plataforma esencial para diseñar estrategias que permitan a la región superar sus retos estructurales y aprovechar nuevas oportunidades en el escenario global.
Díaz-Granados mencionó los cinco retos que tiene la región para superar los problemas de pobreza, desigualdad y lograr recuperar la senda del crecimiento económico.
En primer lugar, mencionó el desafío del estancamiento del grupo con ingresos medios y el aumento de la pobreza como una consecuencia de los bajos niveles de crecimiento económico y una reducida inversión privada y pública.
Detalló que el crecimiento promedio del producto interno bruto en la región, que entre 1950 y 1980 fue del 5.5%, bajó a 2.7% entre 1980 y 2009. Y en los últimos 15 años ha sido de apenas 1.6%.
A esto se agrega la baja productividad que se refleja en la persistencia de fenómenos como la informalidad y una mediocre inserción internacional, sumadas a la brecha digital considerable y bajas tasas de innovación.
Dijo que mientras el resto del mundo atraviesa del umbral de la denominada Era de la Inteligencia Artificial, en la región estamos hablando sobre crecimiento mediocre, baja productividad y endeudamiento elevado.
Sostuvo que el segundo desafío es que somos una región altamente vulnerable al cambio climático.
“Inundaciones en Panamá y Brasil; incendios forestales en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay y más recientemente en Estados Unidos…“.
A lo que se añade sistemas hídricos al límite en Uruguay y Colombia, así como sequías extendidas en México, y lluvias sin precedentes en el Caribe.
“No hay punto de la región que no esté sufriendo fenómenos climáticos extremos. Las pérdidas anuales superan los 7 mil millones de dólares y pueden arrojar a la pobreza a cerca de 10 millones de personas”, advirtió.
Esta crisis por el cambio climático genera más endeudamiento para los países y dificultades para abordar un tercer desafío que abarca la transición energética.
Mencionó que en promedio, América Latina y el Caribe registra un 20% de electrificación de su matriz energética, mientras que el 80% de los requerimientos energéticos restantes se cubre con combustibles de origen fósil.
“Este es un proceso que requiere inversión en infraestructura para aumentar la conexión energética y hacerla más eficiente, e innovación para atraer a la región los avances más pertinentes y hacer la tarea en el menor tiempo posible”, dijo.
Admitió que la principal complejidad de este punto es encontrar la forma de financiar la transición energética sin dejar de lado la lucha contra la pobreza.
Díaz-Granados describió el cuarto desafío como el reto de la seguridad.
“América Latina y el Caribe es una región de paz en el sentido de que no tiene conflictos bélicos, pero es cada vez más insegura. Millones de latinoamericanos salen a diario a trabajar sin saber qué les puede ocurrir”, mencionó.
Sostuvo que en la región confluyen 11 mercados criminales −como el tráfico de armas, trata de personas, tráfico de drogas y lavado de dinero, así como extorsión, minería ilegal, y delitos contra la flora y la fauna–. Esta explosión criminal está llegando a espacios que históricamente habían sido más pacíficos.
Además, agregó que las dinámicas de inseguridad y criminalidad se ensañan con los jóvenes. Más de 30 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan —los llamados ‘ninis’— son el ‘público objetivo’ perverso para las redes criminales.
El último desafío, el quinto descrito por Díaz-Granados, tiene que ver con la erosión de las instituciones democráticas.
“Somos una de las regiones más democráticas del mundo, pero una de las que refleja mayores índices de pérdida de confianza ciudadana en sus instituciones: apenas un 27% de los ciudadanos está satisfecho con la democracia”.
Alertó que en la región se está llegando a los niveles de crispación y polarización más altos de la historia, y enfrentamos el riesgo de que la democracia no se pierda en golpes militares sino en elecciones.
“Es urgente construir alianzas para fortalecer las instituciones democráticas”, mencionó.
Díaz-Granados destacó que el banco cerró el 2024 con aprobaciones por 16,000 millones de dólares, una cartera de préstamos de más de 33.000 millones de dólares y desembolsos por 9,000 millones de dólares.