¿Cuál era el afán de construir otra vez el Rico Cedeño?
A principios del 2011, los herreranos festejaban en su nueva casa, con una inversión de 3.4 millones de dólares, el Rico Cedeño abría sus modernas puertas y dejaba atrás aquel viejo coliseo construido en los 40s que regaló grandes noches de Crispín Poveda, Manuel Rodríguez, entre otros.
Este nuevo estadio llegaba luego del tricampeonato de Israel Delgado entre 2005 y 2007. Rápidamente aquel año fue escenario internacional del Mundial de Béisbol 2011 y en 2017 incluso vio a Edmundo Sosa en el Panamericano Sub-23.
De repente un anuncio: Licitan el Rico Cedeño por $4.9 millones de dólares. Habían pasado apenas 7 años y lo que al menos yo vi, hacía falta mano de pintura, algunas sillas con el respaldar roto y los pozos se formaban atrás del abanico cuando llovía en Chitré, y vaya que llueve poco por aquellos lados.
El refrendo llegó en abril 2019 por $5.3 millones y desde entonces se apagaron esas luces para no volver a encenderse.
De 12 meses de entrega estipulada a 72 y contando. Seis adendas, algunas por tiempo debido a pandemia y protestas en el país y otras elevando el costo primero por 1.9 millones y luego por 3.2 millones. Y ahora estamos en el limbo: irregularidades que deben ser investigadas e impasse por el Estado. La obra no aguanta un adenda más y la actual dirigencia de Pandeportes se rompe la cabeza porque simplemente se pueda jugar béisbol.
¿Y qué se le dice a los herreranos? ¿Qué respuesta hay para un sitio icónico de Chitré? Parece una carrera de lentitud entre el estadio y el intercambiador vial.
Esto no puede volver a ocurrir ni en Chitré ni en ningún otro lugar más del país y menos con el dinero de todos los panameños.
Con esos $10.4 millones y lo que aún falta, ya se habrían reconstruido el Claudio Nieto de Monagrillo, el José de la Luz Thompson de Chepo y hasta el de Municipal Metetí.
Quizás el problema nunca fue el estadio, sino la manera en que se decide construir país. Cuando las prioridades se tuercen, cuando lo público se administra como si fuera ajeno acabamos así: con coliseos cerrados y siendo el peor rival de los atletas.
El Rico Cedeño no es solo concreto y grama, es memoria viva, es identidad de un pueblo que respira béisbol. No se trata de reconstruir por reconstruir, sino de honrar lo que significa ese espacio para Herrera.