Aunque Panamá registra uno de los mayores crecimientos económicos de la región, su sistema educativo muestra un rezago preocupante, advierte Javier González, director y cofundador de Summa, el Laboratorio de Investigación e Innovación para América Latina y el Caribe.
Summa es un centro de investigación e innovación educativa con diez años de experiencia, que trabaja con ministerios de Educación en 24 países, incluido Panamá. Ha contribuido a impulsar reformas legislativas, de financiamiento y políticas públicas con énfasis en la equidad educativa. Además, investiga y sistematiza evidencia internacional, apoyando a los gobiernos en la implementación de políticas educativas inclusivas y efectivas.
Con base en esta experiencia e investigación, el presidente de Summa plantea un análisis sobre la educación panameña.
González aludió a las evaluaciones internacionales, como PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), que mide a estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias, donde Panamá ocupa el puesto 74 entre 81 naciones.
El especialista considera que estos resultados están “muy por debajo de lo esperado para su nivel de ingreso per cápita”.
Otras evaluaciones de la Unesco evidencian rezagos en aprendizajes fundamentales y trayectorias escolares incompletas: solo un 75% de los estudiantes logra terminar la secundaria.
“El dinamismo económico no se traduce en mejores aprendizajes. La evidencia muestra que aún tenemos enormes brechas de calidad y equidad”, señaló González en entrevista con La Prensa.
Precisamente, el Ministerio de Educación (Meduca) es la institución con uno de los presupuestos más grandes del país, al recibir el equivalente al 7% del Producto Interno Bruto (PIB).
Según informes del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), de los $1,652.7 millones presupuestados originalmente para inversión en 2025, la cifra fue reducida a $1,340.9 millones (presupuesto ajustado). Hasta la fecha, el Meduca solo ha ejecutado $93.3 millones, es decir, el 7%.
En contraste, del presupuesto de funcionamiento se han utilizado $822.4 millones, equivalentes a una ejecución del 40.6% del total asignado.
A los retos pedagógicos del sistema educativo se suman limitaciones estructurales. Cerca del 30% de las escuelas carecen de acceso a agua potable, lo que afecta la asistencia escolar, especialmente de niñas adolescentes. Además, hay 521 aulas rancho y 466 escuelas mixtas, estructuras de rancho y cemento que suman un total de 987, ubicadas principalmente en áreas de difícil acceso, como las comarcas indígenas.
La cobertura de los programas de alimentación estatal alcanza a entre el 40% y 60% de los estudiantes, muy por debajo del promedio latinoamericano, que está cercano al 100%.

El director de Summa señaló que uno de los principales problemas es el acceso desigual a la educación media: al menos 30% de los jóvenes que están fuera del sistema reportan no tener escuelas cercanas. A ello se suma la política de repitencia, que incrementa la deserción y afecta sobre todo a estudiantes de las comarcas indígenas, donde el abandono escolar cuadruplica al del resto del país.
En materia de calidad, González destacó que las prácticas pedagógicas actuales no garantizan aprendizajes sólidos. La formación docente presenta vacíos importantes, especialmente en lectoescritura, y el acompañamiento en el aula es insuficiente: mientras la evidencia internacional recomienda visitas quincenales, en Panamá estas son escasas y poco efectivas.
Impulso a programas innovadores
Durante la pandemia, Summa implementó junto al Meduca el Programa de Recuperación Integral y Socioemocional de Aprendizajes (Prisa), que capacitó a unos 400 docentes en estrategias como metacognición y aprendizaje colaborativo.
Actualmente, Prisa-Escuela se está desarrollando en Panamá Oeste donde 100 docentes participan. “Lo que hemos hecho es formarlos de manera híbrida, es decir, tanto online como presencial y ahora a partir de un sistema en el cual comienza el acompañamiento en la sala de clases”, acotó.
Estos programas demuestran que las transformaciones educativas no dependen únicamente de grandes inversiones tecnológicas, sino de sistemas sostenidos de formación y apoyo docente. González subraya que “las prácticas pedagógicas no cambian de un día para otro; requieren persistencia y un Estado que respalde a sus maestros con acompañamiento constante”.
Actualmente, el sistema educativo panameño cuenta con unos 900 mil estudiantes y alrededor de 50 mil funcionarios, entre docentes y administrativos.

Retos urgentes en educación
Según los expertos, la transformación educativa debe comenzar en el núcleo pedagógico: la relación entre docentes y estudiantes. Esto exige mejorar la formación inicial y la capacitación continua de los maestros, acompañada de sistemas de datos que permitan identificar necesidades diferenciadas.
El financiamiento también debe ser equitativo. “Así como en salud no todos los pacientes requieren el mismo tratamiento, en educación algunos alumnos necesitan más apoyo que otros”, advirtió González.
En conclusión, la educación panameña enfrenta un panorama complejo: requiere mayor inversión inteligente, distribución equitativa de recursos y un cambio profundo en la pedagogía. “No hay fórmulas mágicas, pero sí evidencia de lo que funciona. El reto es aplicarlo con decisión”, concluyó González.