El 72% de las personas diagnosticadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en Panamá inicia su tratamiento en etapas avanzadas, una condición que incrementa drásticamente el riesgo de complicaciones, infecciones oportunistas y mortalidad. Esta cifra, revelada por un estudio reciente, evidencia un desafío urgente para el sistema de salud y para la respuesta nacional frente al VIH, especialmente en lo relacionado con la detección temprana, el acceso a servicios y la continuidad del tratamiento.
La investigación, titulada “Características sociodemográficas y clínico-epidemiológicas relacionadas a enfermedad avanzada al momento de diagnóstico y a la mortalidad por VIH en Panamá”, analiza en detalle los factores que influyen en el diagnóstico tardío y en los desenlaces fatales asociados al VIH. El estudio expone desigualdades sociales, territoriales y estructurales que afectan a miles de personas, particularmente en contextos rurales, comarcales y urbanos marginados.
El informe fue elaborado por la Planta de Generación de Energía Social (PGES), en colaboración con el Ministerio de Salud (Minsa), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y la organización IntraHealth International. El estudio fue liderado por la investigadora Amanda Gabster, cuya coordinación científica permitió integrar evidencia robusta y análisis multidisciplinarios. Esta alianza institucional combinó experiencia técnica, datos clínicos y conocimiento comunitario para profundizar en un problema que continúa cobrando vidas, a pesar de los avances en terapias antirretrovirales (TARV).
Dónde se realizó la investigación
El estudio se desarrolló en siete centros de atención públicos distribuidos en distintas regiones del país. Participaron las clínicas de David, Colón y San Miguelito, además de dos instalaciones ubicadas en la comarca Ngäbe Buglé (San Félix y Pueblo Nuevo), y los hospitales Nicolás Solano y Santo Tomás en la ciudad de Panamá. Esta selección permitió abarcar zonas urbanas, rurales y comarcales, identificando patrones diferenciados en el acceso al diagnóstico y al tratamiento.
El análisis se centró en personas que ingresaron al sistema de salud con enfermedad avanzada o que fallecieron mientras vivían con VIH. Con esta muestra, los investigadores evaluaron la calidad de la atención, los factores asociados a los retrasos en el inicio del tratamiento y las causas que influyen directamente en la mortalidad.
Quiénes son los más afectados
La mayor parte de los pacientes evaluados tenía entre 20 y 34 años, y la mayoría eran hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Además, muchos enfrentaban condiciones de vulnerabilidad que dificultan su acceso oportuno a servicios de salud: desempleo, trabajo informal, migración interna y limitaciones económicas. Estos factores, combinados con el estigma social, crean múltiples barreras para realizarse una prueba de VIH o iniciar el tratamiento con rapidez.
En total, los investigadores revisaron 199 expedientes clínicos de personas que ingresaron al sistema sanitario con enfermedad avanzada entre enero de 2021 y marzo de 2022. Del total, el 79% correspondió a hombres y el 21% a mujeres, una proporción que refleja la presencia de cuatro hombres por cada mujer.

La distribución geográfica también fue desigual. Las provincias de Panamá, Panamá Oeste y Colón concentraron el 68% de los casos, siendo el Hospital Santo Tomás el principal centro de atención, con 113 expedientes analizados, equivalentes al 57% del total nacional. Esta concentración sugiere que las rutas de atención de mayor complejidad siguen recayendo en los hospitales urbanos. Mientras tanto, en Chiriquí y la comarca Ngäbe Buglé se registró el 32% de los casos, también con un predominio masculino significativo: cinco hombres por cada mujer en Chiriquí y seis por cada mujer en Ngäbe Buglé.
Esta distribución evidencia la alta carga masculina en los ingresos por VIH avanzado y muestra que la mayoría de estos pacientes acude a centros hospitalarios cuando la enfermedad ya ha progresado gravemente.
El análisis también revela que las provincias de Panamá, Panamá Oeste y Colón presentan las tasas más altas de inicio tardío del tratamiento antirretroviral (TARV), lo que coincide con la mayor concentración de casos de enfermedad avanzada. Al mismo tiempo, las zonas comarcales y rurales siguen enfrentando limitaciones estructurales, como escasa capacidad diagnóstica, falta de personal especializado y barreras geográficas que dificultan la continuidad de la atención.
Perfil sociodemográfico
El estudio analizó igualmente las condiciones educativas, económicas y territoriales de las personas que ingresaron con enfermedad avanzada. La mayoría contaba con educación media (24%) o universitaria (21%), aunque un 18% solo había completado primaria y un 19% premedia. Estas diferencias fueron más evidentes entre hombres y mujeres.
En el ámbito laboral predominaban personas desempleadas (33%) o con trabajos informales (35%), lo que dificulta el acceso oportuno a pruebas y controles de salud. En el caso de las mujeres, el rol de administradoras del hogar fue significativamente más frecuente (39%), una condición que también influye en la posibilidad de acudir a servicios médicos de manera regular.
Estos datos reflejan que las desigualdades educativas, laborales y territoriales influyen en el diagnóstico tardío y en la falta de continuidad en la atención, especialmente en áreas rurales y comarcales donde persisten limitaciones estructurales.
Las infecciones oportunistas más frecuentes
Entre las infecciones oportunistas registradas destacan la candidiasis, la tuberculosis, la toxoplasmosis y la histoplasmosis. Estas enfermedades, asociadas a un sistema inmunológico debilitado, refuerzan la necesidad de detectar el VIH en etapas tempranas, cuando el tratamiento puede prevenir complicaciones graves y mejorar significativamente la calidad de vida.
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que una proporción importante de las muertes ocurrió en pacientes que ya estaban en tratamiento, pero cuyos expedientes médicos estaban incompletos o sin diagnósticos confirmados. La falta de información clínica limita la capacidad del sistema de salud para brindar una atención adecuada y comprender plenamente las causas de estos fallecimientos.
Manuel Zambrano, viceministro de Salud.
Panamá cuenta con las herramientas necesarias para enfrentar el VIH, pero necesitamos superar los tabúes y priorizar la prevención para reducir el impacto del virus en nuestra población.
En la comarca Ngäbe Buglé, el panorama es aún más crítico: la mitad de los expedientes de personas fallecidas carecía de un diagnóstico preciso al momento de la muerte, una señal clara de las brechas profundas que persisten en la capacidad local para detectar, confirmar y tratar el VIH y sus complicaciones.
A pesar de los desafíos, el estudio destaca la labor del personal de salud y de líderes comunitarios, quienes han desarrollado estrategias adaptadas a las realidades locales. En zonas rurales y comarcales, médicos y promotores trabajan en conjunto con figuras tradicionales para acompañar a las personas que viven con VIH, mejorar la adherencia al tratamiento y fortalecer los mecanismos de detección temprana.
Pruebas y tratamientos son claves
Para la coordinadora de AIDS Healthcare Foundation (AHF) en Panamá, Natasha Dormoi, el diagnóstico tardío del VIH está estrechamente vinculado a dos factores principales: el bajo nivel de conocimiento sobre el virus y las barreras estructurales dentro del sistema de salud. Explicó que aún persisten mitos, estigma y temor a ser señalados, lo que provoca que muchas personas eviten hacerse la prueba y busquen atención solo cuando presentan síntomas o infecciones avanzadas.
Dormoi señaló que el acceso al diagnóstico oportuno sigue siendo limitado en varias zonas del país, donde las distancias, la falta de personal capacitado y los tiempos de espera entre el resultado reactivo, la confirmación y la vinculación al tratamiento pueden tardar semanas. A esto se suma que muchas personas no saben dónde acudir tras una prueba positiva.
Para reducir estas brechas, AHF Panamá puso en marcha un programa comunitario de prevención, pruebas y vinculación en la comarca Ngäbe Buglé, una de las regiones con mayores dificultades de acceso. En coordinación con el Minsa y líderes locales, el equipo realiza jornadas para informar, distribuir insumos de prevención, aplicar pruebas rápidas y acompañar a las personas en el proceso de confirmación e inicio del tratamiento. La organización también colabora con siete clínicas de tratamiento antirretroviral, apoyando la adherencia y la retención de pacientes.
Dormoi destaca que el trabajo conjunto con las redes comunitarias es clave para asegurar que las personas detectadas lleguen a los servicios de salud y se mantengan en tratamiento, un paso esencial para reducir la mortalidad asociada al VIH avanzado.
Durante la presentación del estudio, el viceministro de Salud, Manuel Zambrano Chang, subrayó que Panamá cuenta con las herramientas para hacer frente al VIH, pero necesita “superar los tabúes y priorizar la prevención”. La evidencia presentada demuestra que cuando el conocimiento científico se une al compromiso social, las vidas se transforman, añadió.
Natasha Dormoi, coordinadora de AHF-Panamá
El diagnóstico tardío del VIH sigue siendo un desafío crítico, debido a mitos, estigmas y la falta de acceso oportuno a servicios de salud. Necesitamos superar estas barreras para salvar vidas.
La evidencia es clara: el VIH ya no es una sentencia si se detecta a tiempo. Sin embargo, para muchas personas en Panamá, el retraso sigue siendo la norma. El estudio abre una oportunidad para replantear estrategias, derribar estigmas y acercar los servicios a las comunidades más aisladas. Cada diagnóstico temprano evita una infección avanzada y cada tratamiento continuo representa una vida que puede mantenerse activa y saludable.
El estudio completo aquí:



