Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH

Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH
El Minsa establece que en Panamá todas las mujeres embarazadas deben realizarse pruebas de VIH y sífilis con el fin de detectar posibles infecciones que afecten al producto. LP Elysée Fernández

Cada parto sin control prenatal es una apuesta al riesgo. El año pasado, a la sala de Maternidad del Hospital Santo Tomás (HST) llegaron 14 embarazadas sin seguimiento; cuatro de los bebés dieron positivo al VIH (virus de inmunodeficiencia humana) al momento del parto.

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Esta cifra evidencia que, aunque Panamá ha logrado avances en la atención de mujeres embarazadas con VIH en los últimos años, la falta de control prenatal sigue poniendo en peligro la vida de madres y recién nacidos, y mantiene vigente la amenaza de transmisión materno-infantil.

Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH
La falta de control prenatal sigue poniendo en peligro la vida de madres y recién nacidos, y mantiene vigente la amenaza de transmisión materno-infantil.

Actualmente no se dispone de cifras específicas sobre mujeres embarazadas con VIH sin control prenatal; sin embargo, los datos del Informe de Situación Muerte Materna Año 2024 reveló que el 20% de las embarazadas no recibieron control prenatal.

En la Unidad de Embarazo de Alto Riesgo del HST se atienden anualmente entre 70 y 80 mujeres embarazadas con VIH, brindando seguimiento integral durante todo el embarazo y tratamiento antirretroviral gratuito, con el objetivo de reducir la transmisión vertical de madre a hijo.

Migdalia Ortega, jefa de la Sección de Embarazo de Alto Riesgo, con más de 30 años de experiencia en el HST, destacó que “el tratamiento no solo protege al bebé, sino también a la madre. La atención es integral y personalizada desde el momento en que la paciente llega a la unidad hasta después del parto”.

Según Ortega, el número de embarazadas con VIH ha mostrado un aumento sostenido en los últimos años. Desde 2020 hasta 2025, el hospital ha mantenido un rango anual de entre 70 y 80 pacientes en la unidad de embarazo de alto riesgo, mientras que antes de la pandemia la cifra podía superar los 100 casos al año.

“Hemos registrado un incremento en enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH, debido a la falta de educación sexual integral y a factores sociales. La captación temprana es clave para reducir la transmisión vertical”, explicó Ortega.

El seguimiento se realiza mensualmente durante todo el embarazo para asegurar que la carga viral de la paciente se mantenga indetectable, lo que permite que el parto sea vaginal si las condiciones lo permiten, o por cesárea cuando la carga viral supera las mil copias, reduciendo así el riesgo de infección en el recién nacido.

Datos del Ministerio de Salud (Minsa), emanados del Informe Nacional sobre la Situación de la Epidemia de VIH/Sida en Panamá 2019-2023, indican que el número de mujeres embarazadas que viven con VIH ha fluctuado entre 171 y 228 casos anuales en ese período. Solo en 2023 se registraron 228 casos, un aumento respecto a los 171 casos en 2020.

Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH

Datos más antiguos del Minsa, registrados en el Sistema de Vigilancia Epidemiológica (SISVIG), reportaron 1,479 embarazadas o puérperas con VIH a nivel nacional entre los años 2017 y 2019.

Detección y tratamiento

El Minsa establece que todas las mujeres embarazadas deben realizarse pruebas de VIH y sífilis en el primer trimestre, y repetirlas en el segundo y tercer trimestre, para detectar posibles infecciones en periodos de ventana.

Las pacientes positivas, en el caso del HST, son referidas de inmediato a la unidad de embarazo de alto riesgo y al área de infectología, donde se les brinda orientación, tratamiento antirretroviral y control prenatal integral.

“La paciente no es discriminada ni por diagnóstico ni por edad. El VIH no respeta estatus académico ni condición social, por lo que cada mujer embarazada recibe el mismo nivel de atención”, añadió Ortega.

El tratamiento antirretroviral se administra durante todo el embarazo y continúa después del parto. Los recién nacidos también reciben medicación preventiva para reducir la posibilidad de infección.

La especialista explicó que existen tres etapas críticas de posible transmisión del virus: durante el embarazo, en el parto y en el puerperio, siendo esta última la de mayor riesgo si la madre no ha recibido tratamiento. Por ello, el manejo médico busca controlar la carga viral y mantener los valores de laboratorio dentro de los parámetros adecuados.

Ortega indicó que, dependiendo del estado de salud de la paciente, se determina si el parto será natural o por cesárea. “No todas las embarazadas con VIH deben someterse a cesárea; todo depende del control de la carga viral”, aclaró.

Además del VIH, en la Unidad de Embarazo de Alto Riesgo se atienden pacientes con sífilis, lupus, anemia falciforme, diabetes, hipertensión, cardiopatías, enfermedades renales y epilepsia, entre otras condiciones.

Resultados y retos

En 2024, cuatro niños nacieron con VIH, una cifra significativamente menor comparada con décadas pasadas, cuando hasta un 30% de los bebés nacían infectados por falta de tratamiento.

Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH

Rigoberto Samaniego, médico infectólogo de la Clínica de Terapia Antirretroviral del HST, destacó que el objetivo es alcanzar la cero transmisión vertical. Para ello, es indispensable que toda mujer embarazada lleve su control prenatal y se realice la prueba de VIH desde el inicio del embarazo.

Precisamente el control prenatal es gratuito en los centros de salud, al igual que el tratamiento antirretroviral para las mujeres embarazadas diagnosticadas con VIH.

Actualmente en la Clínica de Terapia Antirretroviral del hospital da seguimiento a aproximadamente 7,000 pacientes, entre hombres y mujeres.

“Detectar el virus a tiempo permite iniciar el tratamiento cuanto antes y reducir significativamente el riesgo de transmisión. Antes de la existencia de la terapia antirretroviral, cerca del 30% de los hijos de madres VIH positivas nacían infectados. Con tratamiento, ese porcentaje se ha reducido drásticamente”, indicó Samaniego.

Sin embargo, los casos recientes reflejan que los mayores riesgos persisten entre las mujeres que no reciben atención médica durante el embarazo. De las 14 embarazadas sin control prenatal registradas el año pasado, cuatro tuvieron hijos VIH positivos, lo que representa cerca del 28%.

Una vez culminado el embarazo, la madre continúa con controles médicos y la terapia antirretroviral, mientras que el recién nacido es referido al Hospital del Niño, donde un pediatra infectólogo da seguimiento al tratamiento.

El objetivo principal del programa es eliminar la transmisión vertical del VIH, es decir, de madre a hijo, resaltó el médico infectólogo.

Los especialistas reiteran que el VIH no discrimina edad, nivel educativo ni condición social. En la clínica se atienden mujeres desde adolescentes hasta adultas mayores, con distintos niveles de escolaridad. “El VIH sigue siendo una pandemia; actualmente atendemos más de 7,000 pacientes en seguimiento en nuestra clínica de terapia antirretroviral, una cifra que continúa aumentando”, precisó Samaniego.

El inicio oportuno de la terapia antirretroviral en mujeres embarazadas es crucial para minimizar la transmisión materno-infantil del VIH. La evidencia científica respalda que el uso constante de antirretrovirales durante el embarazo puede reducir esta transmisión a menos del 1%, convirtiéndolo en una estrategia de salud pública altamente efectiva.

Cero transmisión vertical: el reto pendiente del sistema de salud panameño frente al VIH
La terapia antirretroviral en mujeres embarazadas es crucial para minimizar la transmisión materno-infantil del VIH. Archivo

Panamá ha implementado un plan para eliminar la transmisión perinatal del VIH y la sífilis congénita para 2025, con la meta de reducir la transmisión materno-infantil del VIH a menos del 2%, un umbral considerado globalmente como indicador de eliminación.


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