El salón de la Comisión de Presupuesto de la Asamblea Nacional se llenó de papeles, cifras y miradas expectantes.
Este martes 16 de septiembre, el ministro de Salud, Fernando Boyd, tomó la palabra para presentar el anteproyecto de presupuesto de su cartera para la vigencia fiscal de 2026.
Lo hizo con la tranquilidad de quien ha repasado cada número, pero con la urgencia de quien sabe que la salud del país depende de esas cifras.
Boyd comenzó comparando el presente con el pasado: el presupuesto vigente para 2025 ascendió a 2,489 millones de balboas. Para el año entrante, el Minsa solicitó 3,887 millones, un salto considerable que reflejaba las crecientes necesidades del sistema de salud.
Sin embargo, la recomendación del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) recortó la cifra a 3,445 millones, dejando sobre la mesa 442 millones menos de lo solicitado.
El ministro subrayó la importancia de que los diputados analizaran este recorte.
“El presupuesto que se nos asigna está desglosado en áreas clave, y es fundamental que la Asamblea tenga claridad sobre dónde se están destinando estos recursos”, afirmó.
En ese momento, los rostros del hemiciclo parecían sopesar cada palabra, cada número que Boyd mencionaba.
El impacto
Entre los rubros más sensibles, Boyd detalló las transferencias y subsidios a patronatos hospitalarios y organismos internacionales, que alcanzan 469 millones de balboas.
La cifra, dijo, representa una disminución de 25 millones con respecto al año anterior, un recorte que podría afectar directamente el funcionamiento de estos organismos.
En contraste, las transferencias a la Caja de Seguro Social mostraron un incremento notable: 875 millones de balboas.
Boyd explicó que este aumento se destina principalmente a cubrir los subsidios necesarios para sostener el sistema de pensiones, un gasto que, aunque indispensable, limita los recursos disponibles para la operación directa del Minsa.
El presupuesto también contempla transferencias a entidades como el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario y la Autoridad Panameña de Alimentos, con un aumento conjunto de 34.7 millones de balboas.

Sin embargo, la transferencia de capital a estas instituciones experimenta una caída cercana a los 72 millones, un detalle que Boyd resaltó como un desafío para mantener la infraestructura y los servicios en condiciones óptimas.
En total, las transferencias a otras entidades suman 2,190 millones de balboas, reflejando un incremento global de más de 832 millones.
“Lo que realmente queda disponible para el Ministerio de Salud es de 1,254 millones de balboas para su funcionamiento directo”, puntualizó Boyd, mientras varios diputados asentían lentamente.
El personal
El desglose del monto disponible reveló otra complejidad: el 74% se concentra en funcionamiento y apenas un 26% en inversión.
El gasto operativo del Minsa asciende a 1,583 millones, mientras que los patronatos absorben 600 millones adicionales, dejando poco margen para nuevos proyectos de infraestructura y fortalecimiento hospitalario.
El tema del personal también ocupó un lugar central. El ministerio solicitó más de 4,300 nuevas plazas para cubrir hospitales y centros de salud, incluidos el Hospital de Bugaba, el Hospital Anita Moreno y nuevas instalaciones en San Isidro y San Miguelito.
El MEF, sin embargo, solo recomendó financiar 3,668 posiciones, dejando un déficit significativo en recursos humanos.

Otro punto delicado fueron las indemnizaciones laborales y la prima de antigüedad. Boyd recordó que más de 6,600 exfuncionarios tienen pendiente este beneficio desde 2014.
El Minsa pidió 3.4 millones de balboas para iniciar pagos a 877 de ellos, pero esta partida fue rechazada en la propuesta del MEF, generando incertidumbre entre quienes esperan un reconocimiento justo por sus años de servicio.
Durante la sustentación, el diputado del Partido Panameñista por Veraguas, Francisco Brea, se refirió a los recortes en algunos renglones.
“Ustedes tienen un 70% menos de lo solicitado en medicamentos e insumos y un 35% menos de lo que ya manejaron este año”, dijo.
El ministro contestó con la voz de quien ha vivido guardias y madrugadas: el impacto, explicó, es “muy grande”, porque la salud no es una oficina más; la estructura no se confunde con la de cualquier otro ministerio.
Limitar la salud, sentenció, no es una alternativa: las repercusiones se miden en vidas que pueden perderse cuando faltan fármacos o personal en los puestos y centros de la geografía.