Exclusivo Suscriptores

Un tal Jesús

El Jesús Hombre acompañaba a los enfermos y a los inválidos, escuchaba a las prostitutas, no las juzgaba, socorría al abandonado, no le cuestionaba, a los injustos les espetaba sus actos, se juntaba con los ladrones, mostraba bondad y redimía a los pecadores, a los agiotistas y recaudadores de impuestos les ofrecía la oportunidad de reparar sus abusos, a los hijos les celebraba su regreso a sus casas, a los padres los invitaba a celebrar a sus hijos. Advertía del peligro de los que “estaban limpios”, del “peligro específico de los piadosos”, cuya obediencia es sumisión, y perdonaba a los pecadores arrepentidos.

Hoy no es el leproso, sino el enfermo de sida; no es la prostituta cananea, sino aquel o aquella cuya orientación sexual, emocional o afectiva es hacia personas de su mismo género. Hoy es el indigente que apenas si cubre su frío y su hambre en la calle, o el inmigrante que muere en las playas**,** cruzando inhóspitas fronteras o lastimado a palos y arrastrado en calles y celdas, donde buscaba mejores días. “Jesús estaba tan escondido para sus contemporáneos como parece estarlo hoy para nosotros”.

¡Qué importa en qué año, a qué hora, con qué cielo nació! Importa cómo nació y para qué nació. El nacimiento del niño Jesús fue acomodado en un pesebre en Belén de Palestina, con su madre María y su padre José, quizás con animales propios de esas tierras: ovejas, corderos, bueyes, asnos, pero en un pesebre porque el pesebre era el comedero para los animales y lo único que encontraron sus padres para recibirlo. Y cuando San Francisco de Asís puso en escena el primer nacimiento, en 1223, en una aldea de Italia, cuidando lo descrito por los evangelistas Lucas y Mateo, revivió la época, las áridas tierras del desierto de Judea mezcladas con áreas fértiles, el lugar frío y desnudo de comodidades, de un pesebre para animales. Nos dice el historiador que así cuidó que se encarnaran las figuras de los pastores con personas de la aldea de Greccio, y el número indeterminado de adivinos o astrólogos, que refiere el evangelio de Mateo.

¿Para qué nació el tal Jesús? Para los que no creen en la Salvación, por lo menos que conozcan que nació para enseñarnos a amar, para recibir al que se alejó y para enfatizar que, como seres humanos, todos somos iguales. Lo recuerda cada vez el Catecismo: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo” (la parábola del buen samaritano). Nació para no juzgar y ser justos, para recibir y no para descartar, para permitirnos ser libres sin avasallar al Otro (la parábola del hijo pródigo o de los dos hermanos). Nació para enseñarnos que ricos y pobres, todos somos iguales ante Dios y ante los hombres (la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro).

Hoy y siempre, un número importante de católicos nos hemos acomodado frente a las injusticias, junto al poder con tal de que no persigan ni castiguen nuestros crímenes, que también cometemos, siguiendo líderes que desde muy temprano revelan sus defectos de personalidad y carácter, como los nuestros. Hemos y seguimos siendo cómplices de atrocidades, miramos para otro lado, nos salimos de las conversaciones que señalan esos delitos o nos toma mucho tiempo de imprudencia, aunque sea en nombre de la prudencia defender las posturas tibias, para revivir el Evangelio del catolicismo.

El tratamiento extremadamente irrespetuoso y hasta violento de la gendarmería de ICE contra los inmigrantes en las calles de todas las ciudades norteamericanas, que no se identifican y que cubren sus rostros y sus cuerpos con chalecos antibalas y armas de todo calibre, simulando los caparazones de los armadillos, es a todas luces indigno, indignante y anticristiano, como lo ha señalado el Papa León XIV en diferentes ocasiones.

“Alguien que dice que yo estoy en contra del aborto, pero de acuerdo con el tratamiento inhumano de inmigrantes en los Estados Unidos, no sé si eso es provida”, ha dicho el Papa. Las gentes merecen, se les debe, un tratamiento digno y respetuoso, ha agregado. Y, sin embargo, se aparece un supuesto podcaster católico conservador, Jesse Romero, a decirle al Papa: “el Papa debe decirnos cómo llegar al cielo. Él no tiene autoridad alguna sobre el gobierno, él tiene que marginarse a su oficio”. Un dizque católico que desconoce vergonzosamente su catecismo. Uno más con crucifijos en o entre los pechos y cuentas de rosario en las muñecas, que nunca reza y cree que así se alcanza el perdón.

El autor es médico.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Carrizo recurre a la Corte Suprema para detener secuestro de cuentas y propiedades. Leer más
  • Precios de los combustibles registran baja desde este viernes 26 de diciembre. Leer más
  • Fiscalía ordena archivar denuncia presentada por asesor de Mayer Mizrachi contra el vicealcalde Roberto Ruiz Díaz. Leer más
  • Pago del PASE-U 2025: Ifarhu explica quiénes quedan fuera del tercer desembolso. Leer más
  • Caso Conades: ordenan detención a representante de empresa por presunto peculado en Cero Letrinas. Leer más
  • Pago PASE-U 2025: Ifarhu anuncia calendario para próximas entregas. Leer más
  • Sala Penal no admite casación y mantiene condena a exdirigente del fútbol Ariel Alvarado. Leer más