En cuanto a la llamada leyenda negra, a veces es necesario ser más profundos y reflexivos. Subestimar a nuestros próceres resulta injusto, sobre todo cuando se analiza la historia de manera integral y con visión de futuro. Si lo vemos desde un punto de vista práctico, en ese momento se logró lo que era posible lograr, no solo para que naciera la nueva República, sino también para que, efectivamente, se construyera el Canal por el istmo de Panamá.
A mi juicio, los próceres actuaron no solo con sabiduría, sino con estrategia. Asumieron riesgos personales, no se enriquecieron a costa de ello y nos dejaron un legado que las siguientes generaciones perfeccionaron y que también merece nuestro reconocimiento.
Tal es así que sí hubo sacrificios. En lo que a mi familia atañe, me siento honrada de decir que mi tatarabuelo, Juan Bautista Amador Guerrero, apoyó al erario público por petición de su hermano, el doctor Manuel E. Amador Guerrero, aportando fondos propios para el pago de las primeras planillas estatales. Lo hizo porque creía en la nueva nación que se forjaba. Asimismo, su hijo, mi bisabuelo, el doctor Juan Bautista Amador García, quien había sido senador en el Congreso de Colombia y jurista, liderizó el movimiento separatista en provincias, también a petición de su tío, el doctor Manuel Amador Guerrero.
Por ello le tocó enfrentar al Batallón Cali en la gloriosa Veraguas. Le pusieron un fusil en la frente, y, a pesar de ello, gritó: ¡Viva la República de Panamá! Cuando todos pensaban que lo matarían, el colombiano bajó el arma, y así, el pueblo detrás de él, declaró y afirmó la separación de Panamá de Colombia.
Porque también hay que decirlo: la historia registra que Juan de Dios Amador y Martín Amador combatieron al sanguinario español Pablo Murillo en Colombia, y este último ofrendó su vida por la independencia de Colombia de España.
Estoy segura de que no fueron los únicos casos de heroísmo; otras familias tendrán los suyos, igualmente merecidos. Por ello, quiero decir que para mí, en todo esto, sí hubo ardientes fulgores de gloria. Como bien escribió Juan David Morgan, no olvidemos que a veces Dios escribe recto a través de líneas curvas. Y como me dijo mi querido padre, don Julio E. Gómez Amador, cuando tuve el honor de representar a la familia Amador en la película Panamá, el país que unió al mundo, con motivo del Centenario del Canal de Panamá: todos los países necesitan los unos de los otros. Prueba de ello es que los Estados Unidos de Norteamérica, para lograr su independencia de Inglaterra, requirió del apoyo de España y de Francia.
¡Loor a la patria amada, loor a nuestros próceres y loor a todos los esforzados panameños! A los del 9 de enero y a muchos otros que hoy nos han legado este país que tanto queremos, y que —como decía Miró— llevamos entero dentro de nuestro corazón. Subamos nuestra estima, veamos los fulgores de gloria que sí hubo —a nuestro estilo, pero reales— y cambiemos el lenguaje prosaico de nuestro discurso.
La autora es abogada.



