Publicas una idea y aparece un desfile de respuestas. Algunos leen parcialmente, otros reaccionan por reflejo, y hay quienes solo quieren marcar presencia. El eco es más frecuente que la reflexión. “No toda participación contribuye; algunas solo ocupan espacio.”
Cuando falta argumento, surge la copia elegante: se imita el estilo del autor, con su ironía sutil, sus giros lingüísticos y su tono burlón, reorganizando frases y devolviendo el texto casi igual. No refuta nada, pero permite lucirse. Repetir con estilo no convierte la copia en argumento; solo hace que quien la reproduce parezca ocupado. “Repetir con estilo no convierte la copia en argumento, pero da visibilidad al imitador.”
Algunos participan reenviando su propio comentario para que quede encima de la respuesta del autor. No agregan información nueva; solo buscan ocupar un espacio privilegiado y hacerse notar. Cada repetición confirma, sin querer, que la idea original llamó la atención. Molesta, entretiene o provoca, pero no desarrolla argumentos. “Quien repite su voz busca que el eco lo aplauda antes que la razón.”
Incluso cuando se les explica con cuidado, algunos siguen interpretando todo a su manera. Comprender es opcional; la explicación más clara puede perderse en el laberinto de la costumbre. La ironía está servida: se dedica tiempo a enseñar mientras otros repiten ecos y se colocan estratégicamente sobre la conversación. “Explicar no garantiza entender; a veces solo confirma hábitos.”
El anonimato multiplica estas dinámicas. Permite opinar sin costo social, experimentar con estilos y tonos, y a veces exhibir una audacia absurda. Sin rostro, todo gesto parece más grande, aunque esté vacío. “Sin rostro, cualquier gesto parece audaz; incluso el vacío se viste de importancia.”
Algunos recurren a frases grandilocuentes que suenan profundas, aunque el contenido sea superficial. El brillo y la pomposidad pueden crear la ilusión de conocimiento. Donde la forma reemplaza al fondo, se aprende más sobre la percepción que sobre el argumento. “Donde el brillo sustituye a la sustancia, la forma desplaza al fondo.”
Yo escribo, observo y documento. No busco aplausos ni validación instantánea; cada comentario repetido, cada eco absurdo y cada interpretación ingenua confirman algo: pensar sigue siendo un acto notable. La constancia en pensar vale más que la rapidez en reaccionar. “Pensar requiere tiempo; reaccionar, solo reflejos.”
No me interesan burlas ni críticas superficiales. Escribo cuando quiero y como quiero. Este es mi trabajo como filósofa y también mi experimento social. Enseñar y observar es más valioso que discutir con reflejos. “La constancia en el pensamiento supera cualquier estruendo de la reacción.”
Los foros son un espejo: muestran cómo se interactúa con las ideas, cómo se perciben la autoridad y la atención, y cómo algunos confunden participación con visibilidad. Reír, observar y aprender: incluso el eco distraído deja evidencia; solo hace falta mirar con atención.
La autora es profesora de filosofía.

