El Manifiesto de la Libertad de María Corina Machado, surgido de la lucha por la democracia en Venezuela, trasciende las fronteras nacionales para proponer una visión política que bien podría servir como un modelo fundamental para el régimen político al que deberían aspirar los países latinoamericanos. Este documento, basado en la libertad, la dignidad y los derechos inalienables del ser humano, ofrece una alternativa clara a los modelos populistas y autoritarios que han mermado la estabilidad y el desarrollo regional.
El corazón del Manifiesto es la reafirmación de que ningún gobernante, facción o fuerza puede dictar o coartar los derechos inherentes al ser humano: la libertad y la dignidad. Para América Latina, una región marcada por la intervención estatal excesiva y la violación sistemática de derechos, este principio resulta esencial. Propone un sistema donde el Estado sirve —y no domina— a los ciudadanos, garantizando justicia, imperio de la ley y respeto a la propiedad privada.
Si bien el Manifiesto se centra en la libertad, su contexto político aboga por dejar atrás el socialismo y el estatismo. Para la región, esto implica adoptar la libertad económica como base de la prosperidad. Un blueprint con esta visión promovería mercados libres, competencia transparente, reducción drástica de la burocracia y la corrupción, y protección de la inversión y la generación de riqueza. Este enfoque descentraliza el poder y reduce los incentivos para el control totalitario del Estado.
La experiencia venezolana demuestra lo fácil que es perder la democracia y lo difícil que es reconquistar la libertad. El Manifiesto inspira a una nueva generación que afirma su derecho a ser libre y a decidir por sí misma. Esto debería ser un pilar regional: fomentar un liderazgo ético, defender instituciones democráticas como la libertad de expresión y cultivar una cultura cívica que valore y proteja la libertad sin darla por sentada.
El autor es vicepresidente de la Fundación Libertad.
