El proyecto de interconexión eléctrica entre Panamá y Colombia se acerca al punto de no retorno en cuanto a las decisiones que deben tomar ambos países para materializar la obra que se ha venido gestando desde hace dos décadas.
Para octubre próximo está prevista la presentación ante el Ministerio de Ambiente de Panamá del Estudio de Impacto Ambiental categoría 3 y, durante la primera mitad de 2026, se conocerán los resultados de los últimos informes financieros y económicos sobre la viabilidad y rentabilidad de la línea de 500 kilómetros.

Jorge Jaramillo, gerente general de la empresa ICP (Interconexión Eléctrica Colombia-Panamá), indicó que en Colombia el EIA ya está en evaluación, mientras que en Panamá se realizó una presentación preliminar a las autoridades, quienes solicitaron ajustes en el documento. Por ello, dijo, se tiene previsto hacer la entrega formal a finales de octubre o inicios de noviembre.

Sobre las consultas con los grupos originarios en ambos países, Jaramillo precisó que en el lado colombiano se efectuaron 12, mientras que en Panamá se han hecho acercamientos con 3 comunidades, aunque aún no se ha logrado respaldo definitivo a la obra de 400 megavatios.
El tramo eléctrico de 220 kilómetros en Panamá atraviesa parte de las Tierras Colectivas de Alto Bayano y las comarcas Guna Yala y Wargandí. Jaramillo explicó que en los últimos días ha sostenido reuniones con líderes de comunidades indígenas para disipar dudas sobre el proyecto, al tiempo que destacó el apoyo que el presidente José Raúl Mulino ha dado a la iniciativa.
En julio, el mandatario dijo que “la interconexión eléctrica con Colombia va”, al señalar que es un proyecto importante para el país.

“No tengo que ahondar en mayores explicaciones de la importancia que tiene para Panamá la interconexión eléctrica con Colombia, que se hará respetando todas las normas y modos de vida de esa comarca y de cualquier otra que se encuentre en el camino. Pero le anticipo a estos señores que su carretera de Agua Fría ya tiene la aprobación dada, que es una de las exigencias que están planteando para evitar que se concrete la interconexión”, manifestó el presidente, al referirse a la oposición que enfrenta el proyecto por parte de algunas comunidades indígenas.
Adicional a los 220 kilómetros en suelo panameño, la interconexión contempla 150 kilómetros terrestre en Colombia y cerca de 130 kilómetros serán subacuáticos. El trazado se iniciará en la subestación Cerromatoso, ubicada en el departamento de Córdoba, Colombia, y finalizará en la subestación Panamá II, en la provincia de Panamá.
La iniciativa también ha sido discutida en los encuentros que Mulino ha sostenido con su homólogo colombiano, Gustavo Petro. Tras la primera reunión, Mulino señaló que habían elevado el tema al nivel de la Secretaría de Energía de Panamá y el Ministerio de Energía de Colombia, para darle el mandato político requerido, por la importancia que tiene para ambos gobiernos, y así lograr esta interconexión lo antes posible.
Por su parte, Petro manifestó en ese momento que la interconexión energética es fundamental, porque no se trata solo de resolver un tema bilateral entre Panamá y Colombia, sino de enfrentar un desafío global, ya que al tener un mejor acceso a fuentes de energía renovable se contribuye a mitigar la crisis climática.
Decisión clave
En cuanto a los informes de viabilidad financiera y económica, el gerente de ICP, que está integrada en partes iguales por ISA de Colombia y Etesa de Panamá (Empresa de Transmisión Eléctrica), comentó que en el primer trimestre de 2026 se tendrá una visión más clara del costo de los principales componentes de la obra, como estaciones convertidoras, cables submarinos y líneas de transmisión, entre otros, que impactarán en el costo final de la línea, estimado por ahora en 800 millones de dólares.
“El reto es que ese costo sea el menor posible, ya que de ello depende el financiamiento que dará la banca de inversión, así como los contratos que se tendrán que firmar para generar ingresos. Ese es el reto central en este momento y estamos esperando tomar la decisión de si el negocio es viable o no en el primer trimestre del año entrante. Tomar esa decisión significa punto de no retorno del proyecto para iniciar su ejecución”, comentó Jaramillo.
“Sería un error no hacerla”
Jorge Ramón Gómez, especialista regional de energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que ha manifestado su interés en apalancar la obra, comentó que sería un error si no se construye la interconexión entre Panamá y Colombia, porque ambos mercados —el sudamericano y el centroamericano— pueden equilibrar la demanda cuando en algunas zonas se presenten problemas de generación, como ocurrió recientemente en Ecuador.
Mapa

“No hacerla sería el error histórico más grande que los latinoamericanos podrían cometer en los próximos años respecto a la integración eléctrica. Creo que es absolutamente necesario avanzar con este proyecto. Si hubiese existido la interconexión entre Panamá y Colombia, lo más probable es que los ecuatorianos no habrían pasado 8 horas sin energía eléctrica”, explicó.
El especialista citó informes de la Agencia Internacional de Energía que indican que las interconexiones permiten a los países contar con mayor seguridad energética al diversificar aún más sus fuentes. “Solo falta completar menos de 500 kilómetros de interconexión para crear un gran circuito de energía que iniciaría en México y se extendería por Centroamérica y Sudamérica”, acotó.
Capacidad
El gerente de ICP comentó a La Prensa que las proyecciones apuntan a que, desde el inicio de operaciones, la interconexión entre Panamá y Colombia trabajaría al 80% de su capacidad, producto de un intercambio de 3,000 gigavatios hora por año. El proyecto de interconexión Panamá-Colombia entra en fase clave con decisiones ambientales y financieras que definirán su ejecución definitiva.
Agregó que las estimaciones muestran que la operación de la línea generaría más de 110 millones de dólares por año, de los cuales ETESA, como dueño del 50% de ICP, obtendría más de 55 millones de dólares. Con estas proyecciones, Jaramillo explicó que para 2041 sería factible la operación de una segunda línea de transmisión. Aunque parezca lejano, recordó que la primera línea se viene planificando desde 2005.
“Con la primera línea de interconexión el riesgo de déficit energético de Panamá baja de 9% a 3%, y con una segunda línea, ese déficit desaparece, porque el país y la región centroamericana tendrán acceso a nuevas generadoras que hoy operan en el sur”, señaló Jaramillo.
Gómez y Jaramillo participaron en el panel que analizó los retos y oportunidades del proyecto de interconexión entre Panamá y Colombia, realizado en el marco del foro organizado por el Sindicato de Industriales de Panamá en celebración de los 80 años de fundación del gremio.
Ambos expertos destacaron los beneficios que ha traído a Centroamérica la operación del Sistema de Interconexión Eléctrica para Países de América Central (Siepac), que inicia en Guatemala y termina en Panamá. Comentaron que actualmente entre el 4% y el 6% de la demanda energética regional se intercambia a través del SIEPAC, con operaciones que superan los 2 mil millones de dólares.